La última vez en que José Rojas y Carlos Heller se habían visto las caras, hasta el pasado lunes, había sido 5 de diciembre de 2015. Aquella tarde, el defensor jugó su último partido con la camiseta de la U y el timonel de Azul Azul le hizo entrega de una camiseta a modo de reconocimiento por su trayectoria. Regalo que, por lo demás, Rojas nunca se llevó a su casa y hasta hoy permanece en una sala del CDA.
Ayer, sin embargo, los caminos se volvieron a cruzar, pero del peor modo. Tras reunirse el lunes pasado, en ese encuentro, además de recordar el capítulo de 2015, Heller le reconoció haberse manejado mal con el tema de la renovación, se tocó la posibilidad de una posible vuelta del defensor. No se habló de dinero ni tampoco de duración de contrato. Tampoco de hacerlo para este torneo. O específicamente para el siguiente. Pero sí se hizo hincapié del alto interés de la dirigencia de reincorporarlo. El defensor sintió que su regreso al club era muy posible.
Lo que no sabía Rojas en ese momento es que hasta esa hora del lunes no estaba resuelta la continuidad de Johnny Herrera. En una movida de ajedrez, Azul Azul acercaba posiciones con Rojas, como para tener una cartita mediática y popular guardada, en caso de que el arquero en cualquier momento tomara sus maletas y se fuera de club. Tenía la movida lista en caso de recibir un cachetazo del angolino. Pero no fue así. En el esperado cara a cara de los dos pesos pesados del club, el portero y el persidente, salió humo blanco y terminaron tan amigos como siempre.
Resuelto el gran conflicto del verano para Heller, como era la continuidad del capitán, había que levantar el teléfono para comunicarse con Rojas. Su vuelta ya no era prioridad para el directorio o, en realidad, nunca Azul Azul tuvo la verdadera intención de repatriarlo, aunque las turbulencias por las que navegaba el club en los últimos días quizás hacían posible su regreso.
Esta vez, sin embargo, no era Heller que hablaría con el defensor. Pablo Silva, director ejecutivo de la concesionaria, le aclaró ayer al zurdo cuál era realmente el panorama.
El descargo de Rojas vino en horas de la noche a través de las redes sociales. "Lamentablemente el día de hoy (miércoles) recibo el llamado de la gente de Azul Azul, donde de un momento a otro me cerraron todas las puertas para volver a mi casa", escribió el ex seleccionado, manifestando su dolor tras el diálogo con Silva.
La batalla, no obstante, estuvo lejos de terminar. En la presentación de Ángel Guillermo Hoyos, el máximo accionista de Azul Azul explicó la situación: "Me referiré sólo una vez a este tema. Recibí un llamado de José Rojas para tomarse un café conmigo. Fue una conversación cordial en la que me preguntó si había una posibilidad de regresar. Le dije que las puertas estaban abiertas, pero que era un tema que se debía hablar. Y quedó en que había una conversación entre su representante y Pablo Silva (director ejecutivo)", dijo.
Silva, presente en la conferencia, siguió con la explicación: "Luego se juntó conmigo el representante. Envió una propuesta que no podemos aceptar, absolutamente desmedida. No llegamos a una negociación, nunca le cerré la puerta".
Tal cifra, trascendió, ascendía a $ 30 millones.
Una vez conocida esta declaración, Rojas volvió a contraatacar por las redes sociales. En su cuenta de Instagram, publicó un diálogo por Whatsapp con Heller y aseguró: "Jamás invité yo a un café. Yo no miento".
Silva, de inmediato, se comunicó con el representante del zaguero, Marcelo Contreras. Luego, el ejecutivo azul explicó a los medios: "Seré enfático. Nos parece una falta de ética publicar conversaciones privadas que, además, como pueden ver, son editadas. No aceptamos este tipo de cosas, no actuamos de esa manera".
El directivo, además, aprovechó de zanjar la situación: "El tema José Rojas, por nuestra parte, se cierra acá. Espero que eso siga así. No me voy a volver a referir al tema de aquí en adelante, porque no nos parece la forma y así se lo hice saber también a ellos".