El martes, el agente chileno Felipe Bulnes entregará en la Corte Internacional de Justicia las objeciones preliminares sobre la competencia del tribunal para ver la demanda boliviana. A horas de que se interponga este recurso, el canciller Heraldo Muñoz se muestra confiado en el resultado y descarta que la decisión de hacerlo ahora, y no en la contramemoria, se debiera a la presión política interna y, por ende, fuera tomada a contrapelo de la posición de los abogados contratados por Chile. "Nuestra objeción de jurisdicción tiene sólidos fundamentos", asegura.

¿Cedió la Presidenta Michelle Bachelet a la presión política?

No fue así. La Presidenta ha dado abundantes muestras de no dejarse presionar políticamente. Con los abogados nacionales y extranjeros discutimos largamente las implicancias de impugnar la competencia de la corte antes del 15 de julio, o bien con la contramemoria, en febrero. Además, la Presidenta y yo escuchamos a amplios y diversos sectores nacionales. ¿Cuál era el sentido de escucharlos si no había disposición de reflexionar sobre lo que nos decían? Ahora, cada opción tenía ventajas y desventajas. Optamos por hacer uso de la primera oportunidad procesal disponible -o sea, la excepción preliminar-, en el entendido que la corte debiera declararse incompetente ante un claro cuestionamiento por parte de Bolivia del Tratado de 1904. Hay que tener presente que el Pacto de Bogotá, al cual alude Bolivia en su demanda, deja fuera de la jurisdicción de la corte los asuntos que han sido resueltos por tratados válidos y vigentes previos a la firma del pacto, en 1948.

Si la corte rechaza las excepciones preliminares, ¿Chile podría entrar al juicio propiamente tal con "un gol en contra"?

Hemos hecho lo que corresponde. La corte ha acogido y también rechazado excepciones preliminares. Este caso representa tal amenaza a la estabilidad de las fronteras a nivel global, así como para el principio básico del derecho internacional de la observancia de los tratados, especialmente los limítrofes según la Convención de Viena, que hay que tener confianza en que vamos a ganar. Creo que un rechazo de las excepciones es remoto, aunque la corte podría hipotéticamente remitir nuestras objeciones al fondo del caso.

La opinión de los abogados de Freshfields apuntaba a reservar los argumentos y guardar la impugnación para la contramemoria. ¿Es efectivo?

Los abogados estudiaron exhaustivamente el tema, considerando todas las alternativas. Pero la estrategia judicial fue decidida por nosotros, las autoridades nacionales, teniendo en cuenta las opiniones técnicas. Llegamos a la convicción de que estaban dadas las condiciones para oponer la excepción preliminar y para que la corte pueda resolver en esta etapa temprana que no tiene jurisdicción en este caso. Era necesario enviar un mensaje claro e inequívoco de incompetencia de la corte desde un inicio. Por cierto, la objeción de jurisdicción nunca estuvo en duda. No hubo discrepancia entre nuestra recomendación y la decisión que adoptó la Presidenta. No fue una recomendación de última hora.

¿El ruido político que se ha producido frente a la demanda boliviana se debe en parte a la desconfianza que existe entre los chilenos sobre la forma en que falla la Corte de La Haya?

Indudablemente hubo una sensación de molestia, por decir lo menos, ante el fallo de La Haya en el caso del límite marítimo con Perú, por la sorprendente decisión de quebrar el paralelo en la milla 80. El caso de la demanda boliviana es distinto, pues no existe una controversia limítrofe, pero puedo entender muchas opiniones categóricas al respecto -que por lo general se han formulado con total desconocimiento de la memoria boliviana-, principalmente por el impacto del fallo con Perú.

El vicepresidente boliviano dijo el viernes que el crecimiento económico chileno se basa en la explotación de minas de cobre bolivianas y que se debería calcular el dinero que Chile "ha robado" a Bolivia por la ocupación de la Región de Antofagasta. ¿Pueden ser utilizados esos dichos para apoyar la petición de incompetencia?

Vamos a tomar muy en cuenta las declaraciones del vicepresidente de Bolivia en nuestros alegatos ante la corte. Creo que los jueces pueden considerarlas muy interesantes como sustento a nuestra objeción de jurisdicción, basada en el hecho de que lo que pretende Bolivia es desconocer el Tratado de 1904, que fijó las fronteras entre nuestros dos países.

Bolivia insiste en que Chile vulnera el Tratado de 1904. ¿Eso es efectivo? 

El argumento del canciller boliviano, sobre que no se cumple plenamente el libre tránsito que Chile le otorgó a Bolivia en el Tratado de 1904, no se sostiene frente a la evidencia empírica. Si la situación fuese tal como dice Bolivia, no habría aumentado dramáticamente el tránsito de carga boliviana  a través de los puertos chilenos, nada menos que de un millón 200 mil toneladas en 2009 a casi tres millones de toneladas el 2013. Las cifras hablan mucho más fuerte que la retórica.

La relación entre Chile y Bolivia está prácticamente paralizada. ¿Qué pasos piensa para avanzar en los demás temas de la agenda?

Excluyendo el tema marítimo, radicado ahora en La Haya por opción unilateral boliviana, nos parece imperativo retomar una agenda básica de conversaciones con Bolivia sobre aquellos temas donde tenemos intereses comunes, desde integración económica, intercambio cultural, turismo, transporte y otros temas. Pero aquí se aplica el dicho aquel de que para bailar el tango se necesitan dos.