La crisis en Venezuela se ha convertido en uno de los temas prioritarios para el canciller Heraldo Muñoz. El jefe de la diplomacia chilena ha mantenido contacto permanente con los líderes de la oposición y del gobierno venezolano, además de conciliar el trabajo con el resto de los cancilleres. De hecho, el viernes, mientras respondía esta entrevista por escrito, coordinaba con sus pares la posibilidad de convocar a una nueva cumbre de países antes de la Asamblea General de la ONU, que se efectúa en septiembre, y fijaba el tono de la declaración con que se rechazaría la decisión de la Asamblea Constituyente de disolver el Parlamento.

La posición de Chile frente a Venezuela es propiciar un entendimiento entre el gobierno y la oposición. ¿Es viable esa estrategia, cuando el gobierno de Maduro no ha dado muestras de flexibilizar su postura y abrir el diálogo con la oposición?

Yo me hago la siguiente pregunta alternativa: ¿Cuál es la opción a una salida negociada? ¿Más derramamiento de sangre?, ¿un colapso total del país?, ¿un golpe militar? La comunidad internacional ha demostrado mayor fuerza en empujar hacia una negociación creíble, y si bien la tarea es muy difícil, hay que perseverar. Las voces no sólo provienen de las Américas, sino del secretario general de la ONU, de la alta representante para Asuntos Exteriores de la Unión Europea y, reiteradamente, del propio Papa Francisco.

¿Es posible seguir insistiendo en el diálogo en Venezuela, después de que la Asamblea Nacional Constituyente usurpara funciones del Poder Judicial y Legislativo?

Lo que nos piden los líderes opositores venezolanos es presión para un diálogo y la conformación de un grupo de países para que medie y garantice una eventual negociación. Que la Constituyente ahora usurpe funciones del Poder Legislativo y Judicial es inaceptable y sólo demuestra el absoluto quiebre democrático en Venezuela.

¿Qué medidas debiera adoptar la comunidad internacional para forzar al gobierno y a la oposición venezolana a buscar una salida pacífica a la crisis, cuando todas las mediaciones anteriores han fracasado?

Es cosa de leer la Declaración de Lima que suscribimos 12 países. Ahí hay propuestas y acciones concretas. Y hemos actuado coordinada y exitosamente para detener una declaración en el Grupo de los No Alineados promovida por el gobierno venezolano y otra en el G77+China. Ambas fracasaron por la oposición de varios de los países firmantes de la Declaración de Lima.

La Asamblea Constituyente adelantó para octubre las elecciones regionales, ¿cree que ese paso permitirá bajar la tensión en Venezuela y dar cauce electoral a la crisis?

Lo que nos dicen los dirigentes de la MUD es que lejos de bajar la tensión, el adelantamiento de las elecciones regionales es una complicación adicional, que se suma al hecho que no pueden presentar candidatos en siete regiones, y que hay candidatos con gran arrastre electoral, como Henrique Capriles, que están impedidos de competir. La Constituyente pareciera estar haciendo todo lo posible por obstaculizar la participación de la MUD en las elecciones regionales, pero la mayoría de los partidos que la componen manifiestan que no quieren restarse y entregarle en bandeja los gobiernos regionales al oficialismo.

¿Hay gestiones para una real supervisión internacional de las elecciones regionales?

Le hemos hecho saber al gobierno del Presidente Maduro que la única posibilidad de que las elecciones regionales tengan aceptación generalizada es que sean transparentes y puedan ser observadas por expertos internacionales neutros.

¿Hay espacio en estos momentos para que organismos multilaterales, como la OEA, Celac, Unasur, encabecen fórmulas de salida a la crisis venezolana, o más bien éstas deberán ser propiciadas por un grupo de países que cuenten con la aceptación del gobierno y de la oposición venezolana?

Creo que ha habido un desgaste de los organismos regionales como la OEA, Unasur y Celac en la búsqueda de una solución a la crisis venezolana. Por eso se ha venido repitiendo la idea de establecer un grupo de países mediadores, aceptables a ambas partes, para arribar a un acuerdo. El nombre de Chile ha aparecido en diversas listas que han circulado, pero hasta ahora nada se ha concretado.

En Chile, la oposición ha pedido medidas más drásticas de parte del gobierno para exigir la liberación inmediata de los presos políticos venezolanos y la separación efectiva de poderes. ¿La presencia del PC, el MAS y la IC en el gobierno han condicionado la política exterior de Chile frente a Venezuela?

El gobierno de Chile actúa según las instrucciones de la Presidenta, conjugando los intereses nacionales y los principios que orientan la política exterior, y no en función de las legítimas opiniones de los partidos que componen la coalición. Lo que me resulta irónico es que algunos pidan declaraciones más fuertes y medidas más drásticas y, paralelamente, que consigamos que el gobierno venezolano libere ciudadanos chilenos presos o tenga una actitud comprensiva frente a las personas que han buscado protección en la embajada de Chile en Caracas.

La Declaración de Lima permitió concordar posturas, al menos, entre 12 países de las Américas, ¿qué tan significativo fue ese paso?

Creo que fue un paso decisivo. Fue un grupo importante de países y se adoptaron medidas concretas, mucho más allá de una mera declaración. Sé que el gobierno venezolano le prestó especial atención a lo que allí acordamos.

En círculos diplomáticos la sensación mayoritaria es que nadie sabe realmente qué hacer con Venezuela, ¿comparte esa desazón?

No sé si hay desazón. Pero sí observo frustración a veces.

La declaración del Presidente Trump, respecto de que no descartaba una intervención militar en Venezuela, fortaleció a Maduro?

Creo que esa declaración fortaleció a los países latinoamericanos en la convicción de persistir en el camino lento, muchas veces carente de épica, pero al final el más viable para resolver un conflicto que es la diplomacia y la política. Claro, la diplomacia es capacidad de convencer y presionar para convencer.

En ese sentido, ¿cree usted que tras las declaraciones de Trump y la gira del vicepresidente Mike Pence por la región se fortaleció la posición de Chile de apostar por el entendimiento al interior de Venezuela?

Creo que la posición de Chile se vio claramente refrendada en las declaraciones de las autoridades de los países que visitó el vicepresidente norteamericano.

¿Le sorprendió la forma en que Pence planteó a Chile romper relaciones diplomáticas con Corea del Norte y que pidiera evaluar la calificación del vino como un bien de lujo?

No es lo habitual que la segunda autoridad de EE.UU. les pida públicamente y sin previo aviso a cuatro países latinoamericanos importantes, incluyendo Chile, el rompimiento de relaciones con un tercer país. Y respecto del vino, sí estábamos advertidos, pero Chile tiene un comercio bajísimo con Pyongyang y ha cumplido estrictamente con las sanciones contra Corea del Norte decretadas por el Consejo de Seguridad de la ONU y, en contraste, nunca pretenderíamos pedirle a EE.UU. que deje de exportar los 11.200 millones de dólares de bienes y servicios que le vende a Venezuela.

¿Cuál es su balance de la reciente gira de Mike Pence por varios países de la región?

Creo que hubo un balance positivo en lo bilateral, pues Chile y EE.UU. tienen una relación estratégica en muchos planos. El balance regional es que se fortaleció la vía pacífica para contribuir a la restauración de la democracia en Venezuela, que esa tarea les compete en último término a los propios venezolanos y que tenemos que coordinarnos mejor.