¿Qué tienen en común el presidente de la Sofofa, Hermann von Mühlenbrock, y el ministro de Hacienda, Alberto Arenas? Ambos estudiaron en colegios tradicionales, el primero en el Liceo de Aplicación y el segundo, en el Manuel de Salas; ambos son ingenieros comerciales de la Universidad de Chile, aunque de distintas generaciones; pero en lo que sí coinciden plenamente es en que ambos son colocolinos. "Si hay una historia en común que tenemos con el ministro es el Colo Colo, hasta hemos conversado cómo vivimos el momento en que salimos campeones de la Copa Libertadores (1991)", comenta un orgulloso hincha y actual máximo timonel de uno de los gremios empresariales más grandes del país.

En dos ocasiones se vieron esta semana: el martes, junto a la cúpula de la CPC, y el jueves, con parte del comité tributario de la Sofofa. El motivo de los encuentros obviamente no fue el fútbol -pese a que algunos comentarios hubo-, sino el segundo tiempo que vivirá el proyecto de reforma tributaria a partir de mañana, cuando comience su tramitación en el Senado.

¿Da la sensación de que la reforma tributaria ha tomado esta semana un segundo aire?

Desde nuestro punto de vista, esta apertura comenzó hace un tiempo porque el Comité Tributario de Sofofa lleva más de un mes reuniéndose con el equipo técnico del Ministerio de Hacienda, trabajo que valoramos profundamente. Esto contrasta totalmente con la sensación que tuvimos luego de nuestra asistencia a la Comisión de Hacienda de la Cámara de Diputados.

¿Después de los 15 minutos?

Sí, estos 15 minutos los consideramos muy malos para la democracia, porque nos invitaron a dar nuestra opinión y sólo hablaron los parlamentarios. Además, nadie puede pretender que en sólo 15 minutos se pueda entregar un análisis de una reforma tan compleja y profunda como esta. Entonces, pensamos que no escucharían a nadie, que nuestras válidas inquietudes no tendrían destinatario, porque lamentablemente algunos parlamentarios incluso nos dijeron abiertamente qué es lo que hacen aquí cuando el pueblo en las elecciones de diciembre ya decidió lo que quiere, lo que ustedes piensen da lo mismo. Y ese, francamente, no ha sido el espíritu que ha llevado a este país a ser lo que es y a ponerse a la cabeza de América Latina en 30 años.

¿Cuándo y qué cambió?

Para ese tiempo había un diálogo de sordos, pero una vez que lograron cumplir sus plazos en la Cámara, el ministro Arenas permitió a miembros de su equipo técnico escuchar con detenimiento nuestras aprensiones en reuniones periódicas, lo que ha sido muy bueno y nos ha permitido manifestar con respeto nuestras inquietudes. Este ejercicio le hace muy bien al país, porque una reforma de esta magnitud merece ser estudiada en profundidad y evaluar bien su alcance e impactos.

¿Qué resultados concretos esperan de estas conversaciones?

Sabemos que no podemos pedir que hagan lo que nosotros estimamos, pero también percibimos una mayor apertura que puede ayudar a que, aceptando que la reforma tributaria es un hecho, ésta se haga de la mejor manera posible. Estamos todos en lo mismo. De hecho, recibí con mucho agrado en la reunión del jueves el recuerdo que hizo el ministro respecto de que su primera intervención pública como secretario de Estado fue en la Sofofa. Se acordaba de lo que ahí le dijimos, que cuando a la Presidenta le va bien, cuando al gobierno le va bien, les va bien a todos los chilenos. Eso es lo que los empresarios genuinamente esperamos.

¿Cuál es el cambio óptimo que esperan que la autoridad les ceda?

Uno de los temas que nos preocupa son las excesivas atribuciones que el proyecto le entrega al SII, que afecta a la certeza jurídica de los contribuyentes. Esperamos avanzar en este tema. Otra preocupación de fondo tiene que ver con esto de la tributación sobre base atribuida.

Me podría haber dicho la mantención del FUT…

Obviamente, porque nosotros seguimos creyendo que es una buena herramienta, que aunque tiene varios agujeros, se podría haber arreglado y no haberla eliminado totalmente. Lamentablemente, el FUT se ha demonizado, por lo que ahora nos vemos en la necesidad de buscar alternativas que incentiven el ahorro y que no afecten la inversión, porque a la larga, es lo que garantiza el crecimiento. Chile antes del FUT tenía tasas de ahorro que bordeaban el 12% (del PIB), mientras que ahora, contamos con tasas que superan el 20%. Y coincidentemente, el país creció en estos 30 años más que en toda su historia.

Sin embargo, cuando nos reunimos por primera vez con el ministro, le dijimos que no éramos fundamentalistas del status quo. Es que aquí el objetivo no es mantener el FUT per se. Lo que buscamos es que sigamos teniendo tasas elevadas de ahorro que financien la inversión y, por esta vía, podamos entregarles un país próspero a las nuevas generaciones.

¿En las próximas conversaciones que tengan con la autoridad le harán una propuesta tributaria?

Más que una propuesta específica, nuestra idea es ir, conjuntamente con la autoridad, analizando aspectos del proyecto que nos permitan alcanzar los objetivos deseados: una mayor recaudación y mecanismos que no perjudiquen el ahorro. Creemos que lo que nosotros estamos haciendo con esta forma de trabajo es contribuir con ideas sin personalismos. Porque somos conscientes de que, a pesar de la tremenda calidad profesional de nuestro equipo, no somos los únicos actores.

¿Es una estrategia para ser escuchados?

No nos movemos por estrategia, nos movemos por principios. Aquí lo importante es lograr un consenso técnico y político, para que, a través del diálogo y los acuerdos, estemos convencidos de que lo que se está haciendo es lo correcto. Sabemos que no podemos estar de acuerdo en todo, pero sí creemos que, con disposición, se puede avanzar en lo medular. Y si no nos ponemos de acuerdo, al menos tendremos la tranquilidad de que manifestamos nuestras válidas preocupaciones al proyecto en las instancias correspondientes y que sus eventuales impactos fueron debidamente señalados.

¿Ustedes creen que desde la colaboración podrán tener mayor acogida que presentando una propuesta?

Sin duda. Tanto el comité tributario, como el comité ejecutivo de la Sofofa, decidimos no elaborar una propuesta concreta, sino más bien, luego de un diagnóstico de los impactos, proponer alternativas viables. Por tanto, más que influir, lo que queremos es colaborar y contribuir a que realmente tengamos una reforma tributaria que recaude lo que el gobierno quiere, buscando mecanismos alternativos para que no se caiga la inversión, el ahorro y para que el contribuyente no ande asustado pensando que el SII lo está persiguiendo.

¿Por qué llegaron al convencimiento de que la recaudación de los US$ 8.200 millones que propone el gobierno es lo que se necesita para una reforma educacional?

Nosotros no hemos llegado a ese convencimiento. Lo entendemos como una variable exógena. Sin embargo, compartimos el objetivo de mejorar la calidad de la educación. El empresariado, en general, tiene una preocupación histórica por la educación, por lo que si el gobierno se compromete a que con esos recursos mejorará la educación, nosotros lo vamos a apoyar. Pero con la misma convicción, creo que es necesario evaluar bien la reforma educacional y poner toda la atención en la calidad.

¿Cómo se compatibiliza el trabajo que ustedes están haciendo con el gobierno y con la CPC, ya que ésta sí está trabajando en una propuesta alternativa al FUT?

La Sofofa es miembro de la CPC y la decisión de realizar esta propuesta fue una opción que se tomó y que es muy válida. Nosotros no lo vemos como caminos antagónicos, porque, probablemente, la propuesta que hagan será tremendamente atractiva, novedosa y creo que, si es un aporte a la discusión, será muy bienvenida. Sería fantástico para el empresariado que por ese lado se lograra aportar con un granito de arena para hacer mejor la reforma. A lo mejor, en la práctica tiene matices con el camino que tomamos, pero lo que motiva a la CPC y a sus ramas es lo mismo: ayudar a proponer alternativas.

O sea, ¿usted piensa que una cosa no quita la otra?

Exacto, porque el comité tributario de la Sofofa partió antes de la elección, porque hicimos un trabajo con Luis Felipe Lagos en agosto del año pasado y con esa base formamos un equipo de alto nivel, que se terminó de formar en noviembre. Entonces, creo que son dos cosas que suman, que se complementan y que contribuyen al mismo objetivo.

Hablamos de que estaban analizando con Hacienda las atribuciones del SII, buscando mecanismos de ahorro paralelos al FUT, ¿qué otras alternativas o instrumentos que están en la reforma tributaria están analizando?

Nos preocupa el tema de los impuestos verdes porque, entre otras cosas, se incluyó la energía generada con biomasa, que me imagino que es un error y que se va a arreglar. En términos genéricos, este tema nos inquieta porque el impuesto a las emisiones tendrá impactos en algunas industrias y en centrales termoeléctricas. O sea, una industria que tiene uno de los costos de energía más altos del mundo y más encima agregarle un impuesto de este tipo, creemos que no va en el camino correcto. Hemos planteado otros temas que nos preocupan, como el impuesto a los alcoholes, el de las bebidas azucaradas, el de vehículos diésel, en fin, casi todos los temas los hemos tocado y no sólo con Hacienda, sino también con distintos actores, entre los que están parlamentarios, ex autoridades económicas, entre otros.

MEJOR CLIMA

Al principio del gobierno existía mucha incertidumbre, ¿cree que hoy hay un clima de mayor entendimiento?

Yo espero honestamente que el clima beligerante y de desconfianza que vivimos a ratos, dé paso a un clima de entendimiento y de cordura. Lamentablemente, cada cierto tiempo alguien se encarga de decir que no ha llegado el momento de contar con la certeza necesaria para que el país siga creciendo.

¿Quiénes?

O hablan de retroexcavadora o que no sólo hay que cambiar el papel mural. Creo que eso le hace muy mal al país. Por eso valoramos que las últimas declaraciones del Ministerio de Hacienda y el mismo discurso de la Presidenta el 21 de mayo pasado, vayan en dirección opuesta a aquellas posiciones que quieren refundar el país. Estando de acuerdo en que hay desigualdad y que ésta genera problemas, lo que hay que hacer es corregir lo necesario, pero no desmantelar lo que se ha construido. A mí la desigualdad me molesta, pero la pobreza me irrita, y creo que todavía tenemos bolsones de pobreza que son indignantes, por ejemplo, en los cerros que se quemaron en Valparaíso. Afortunadamente, en los últimos 25 años, este número ha bajado desde el 40% al 14%, y tenemos la obligación de seguir bajándolo.

¿Qué les gustó del discurso de la Presidenta?

La Presidenta se refirió en varias oportunidades al crecimiento, en particular, destacando la agenda que lleva el ministro Luis Felipe Céspedes, junto a Hacienda, de Productividad, Crecimiento e Innovación. Vemos, además, con muy buenos ojos la relevancia que para este gobierno tiene la energía y esperamos que el ministro Máximo Pacheco continúe, con la misma fuerza, impulsando proyectos de generación y transmisión eléctrica, que tanta falta le hacen a nuestro país.

¿Y no le preocupó que se abriera una nueva agenda, como es la valórica con el tema del aborto?

Absolutamente, pero ese es otro plano. Yo tengo mi opinión personal respecto del aborto, pero creo que es un tema al que no me corresponde, en mi calidad de presidente de una institución empresarial, referirme. En la Sofofa existen distintas posturas personales en estos temas valóricos, que yo respeto.

¿Siente que el gobierno está cayendo en una reformitis?

Es cierto que el gobierno actual ganó la elección con un programa de cambios profundos. Pero pretender cambiar un país en cuatro años no corresponde, especialmente si ha demostrado ser exitoso. ¿Necesitamos cambiar? Sí. ¿Necesitamos superar la pobreza? Sí. Ahora, tanta cosa junta… Para hacer las cosas bien, evidentemente, se necesita tener objetivos claros, se necesita voluntad, hacer que las cosas sucedan, pero con esta cantidad de frentes abiertos, en tan poco tiempo, a la larga el objetivo final puede perderse y podemos terminar retrocediendo en vez de seguir avanzando.

¿Es partidario de modificar los períodos presidenciales?

Honestamente, sí, porque un período de cuatro años parece muy poco tiempo.