HERNAN BÜCHI conoce de cerca los desafíos que supone una elección presidencial. Hace 24 años le tocó ser protagonista de una. Y no de una cualquiera, sino de la primera tras el plebiscito que puso término al gobierno de Pinochet. "En ese momento no había claridad respecto a lo que podría venir con un cambio de gobierno, pero luego se avanzó en base a consensos y principios básicos", sostiene el ex ministro de Hacienda y fundador de Libertad y Desarrollo. Los mismos acuerdos que, afirma, hoy parecen en riesgo. Por lo mismo, su mensaje es tan simple como directo: "No sobra ningún voto de derecha" y "aunque se pierda la elección, es importante contar con una futura oposición importante y constructiva".
Pero Mario Vargas Llosa, también en un contexto previo a unas elecciones, decía en una entrevista que al final en Chile, afortunadamente, daba lo mismo quién gobierne. ¿Da lo mismo?
¿Considerando la lista de nueve candidatos que tenemos ahora? Pues definitivamente no da lo mismo. Eso pudo ser cuando teníamos la alternativa entre la Concertación y la Alianza, con sus distintas denominaciones. Pero esta elección es especial, porque rompe un poco esa certeza que existió: que, dentro de un rango, saliera elegido un representante de uno u otro lado, se iban a mantener los principios básicos. No obstante, ahora estamos enfrentado a un embate muy fuerte en contra de las instituciones, incluso con personas decididas a influir, curiosamente, fuera de las normas, a través de las protestas, y que ahora se presentan protegidos como candidatos dentro de la institucionalidad. Basta revisar las candidaturas, para concluir que prácticamente todas las posiciones son bastante rupturistas. Incluso la candidata de la ex Concertación ha insinuado cambios que son muy relevantes a nivel de instituciones y algunos miembros de su equipo han manifestado derechamente su intención de salirse de esas instituciones, mediante una asamblea constituyente u otro tipo de cosas que están flotando en el aire, y que ella no ha desmentido.
Pero la votación se sigue moviendo, al menos según indican las encuestas, entre esos mismos dos bloques que plantea. ¿Por qué, entonces, el escenario sería muy diferente?
Por eso cabe preguntarse: ¿qué pasó en este tiempo? Un amigo mío de la Concertación me decía que, desgraciadamente, se ha perdido esa suerte de sentido común, respecto a que hay cosas que no requieren volver a discutirse. Tenemos una Constitución que ha sido modificada muchas veces. Antes de ser candidato presidencial en 1989 participé de una reforma que permitía, precisamente, hacer modificaciones posteriores, como de hecho han ocurrido. El problema de Chile no es la Constitución. Si es que tenemos algún problema en Chile no es la Constitución. Y si tenemos problemas, van a ser solucionados por las instituciones. ¿Cuál es la necesidad de insinuar o esbozar que hay que salirse de esas instituciones y caer, por ejemplo, en sistemas plebiscitarios que, en realidad, corresponden a regímenes totalitarios?
¿Chile gira a la izquierda?, como decía una columnista de Wall Street Journal.
No sé si a la izquierda o hacia el pasado. ¿Por qué estas elecciones son distintas a pesar de que, en principio, vemos enfrentados a los mismos bloques? Porque nunca se habían planteado cambios institucionales como estos. El Presidente Obama no ha tenido el apoyo del Congreso, pero no se le ocurre ponerse a cambiar la Constitución de Estados Unidos. No entiendo hacia dónde queremos transitar.
Para que quede bien claro, ¿el problema es que se planteen cambios institucionales, a su juicio, innecesarios o que sean reformas que nos hagan retroceder como país?
Son los dos problemas. Nadie puede sostener que esos cambios institucionales hacen la diferencia para que Chile progrese. El sentido común, recogido en lo que tenemos, nos ha permitido progresar de forma importante. Detrás de esto lo que hay es una típica discusión ideológica. No es que esté pasando o que se plantee lo que hace esta situación diferente, sino que sea posible que ocurra. Distintas personalidades del comando de la Nueva Mayoría plantean que se trata de una respuesta a las demandas de la calle, pero la presión de la calle debe canalizarse por las vías democráticas. De lo contrario, estamos aceptando la extorsión.
Hemos podido progresar, dice usted, pero hay sectores que no sienten haber participado de ese avance. Al mismo tiempo, producto de cierta institucionalidad, como el sistema binominal, tampoco se sienten debidamente representados.
Como si reformar el sistema binominal fuera a solucionar algo. ¿Quiénes aparecen como los peores evaluados en las encuestas? Los políticos. Y resulta que ahora pretendemos, precisamente, entregar más poder a los políticos, incluso para saltarse sus propios consensos. ¿Creen que eso va a arreglar Chile? Es cierto que en todo proceso de progreso hay algunos rezagados y ojalá pudiésemos haber hecho más, pero comparado con otros países de la región o con lo que hizo Chile en el pasado, el avance es notable.
¿Hay que arreglar Chile?
Lo que hay que hacer es darle cada vez más oportunidades a su población, que es cada vez más educada. Se ha instalado la sensación de que hay que arreglar Chile y que alguien puede hacerlo. Lo que tenemos que lograr, como lo hemos hecho en el pasado, es crear condiciones de estabilidad, que permitan crear progreso y riqueza. Y tener un sistema político al que no le demos muchas tareas. Aunque los políticos sean individualmente buenos, como institución no hay que darles demasiado poder, porque ese es, precisamente, el origen de la democracia: limitar el ejercicio del poder. Hay metas que podemos plantearnos y que no sean una quimera. Pero quienes pueden "arreglar" el país son los propios chilenos y la obligación de los gobiernos de turno es darles estabilidad y las oportunidades para que lo puedan conseguir. Yo sería feliz de cambiar la Constitución, pero mirando al futuro y no al pasado. Me encantaría obligar al aparato político a asumir mayor responsabilidad frente a sus promesas y que no puedan lanzar propuestas que no vengan financiadas. Me encantaría que no se pudiera imponer cargas a la ciudadanía. Hasta las minipymes tienen obligaciones que cumplir con el Fisco, desde pagar impuestos a recolectar las cotizaciones previsionales de sus trabajadores. Si les van a imponer esas cargas, que el gobierno las pague y se haga responsable. Debiéramos también ser mucho más estrictos con las posibilidades que tiene el legislador para imponer penas de privación de libertad.
Escribió en una columna que "el acuerdo sobre cómo Chile progresa se está desvaneciendo". Pero quizás nunca hubo acuerdo y sólo fue la imposición de grupos de poder, acuerdos entre cuatro paredes, poderes fácticos, etc.
Al revés, ¿de quién no son los acuerdos hoy día? Lo que sucede es que la ciudadanía, y esa es la gracia de los países libres, hace su vida y lo lógico es que sean los responsables de hacer su vida. Y si revisamos el camino recorrido, se confirma que ha existido un consenso importante. Algunos de estos consensos no se han perdido, como el hecho de que la economía chilena debe ser abierta. Pero se ha perdido el consenso, por ejemplo, respecto a que lo primero es crear riqueza y que no podemos ponernos a repartir riqueza si no la creamos. Este consenso existía y me parece que se ha perdido sin justificación real. Por cierto que uno puede singularizar aspectos negativos de todo este proceso, pero hay que mirarlo en su conjunto y hoy, mientras se habla tanto de abusos, se olvida que en realidad el peor abuso es no tener alternativa. No tener siquiera la chance de hacer algo.
Cuando se refiere a distribuir riqueza antes de crearla, ¿hace alusión a las propuestas tributarias?
Cuando elevas impuestos a las empresas, ¿a quién le estás poniendo ese mayor impuesto? Las empresas producen, no se gastan la plata. Así que el impuesto termina en que contratan menos gente o disminuyen inversión. Esa es la carga. Pero la empresa parece un enemigo más atractivo y, por último, añaden que en el corto plazo no pasará nada. Todas estas propuestas van a tener efecto.
¿Pero no ha sido este gobierno el que de alguna forma bajó las barreras a los cambios, con sus propias reformas tributarias y otras medidas?
Públicamente ya he dicho que me parece que este gobierno pudo cometer errores en su aproximación y puede ser en parte responsable de que la discusión se haya centrado tanto en la cancha que no les es propia. Pero quienes creemos en que son las personas, su libertad y diversidad lo que crea riqueza en todo plano, no sólo en dinero, debemos hacer todo el esfuerzo para que no se produzcan estas reformas que hablamos. Por lo tanto, en esta elección cada voto vale y no quiero dejar a nadie afuera planteando que aquí se equivocaron en esto o lo otro.
No hago la pregunta por afán de polémica sino por el sentido de otra columna suya: "La derecha avergonzada", donde decía que "la derecha debe dejar de avergonzarse de sus ideas y principios".
Sí, pero me interesa dejar en claro que a estas alturas lo que hay que hacer es sumar votos. Pero sí: tengo la impresión bien clara y la mantengo. Detrás de nuestra visión están las raíces por las cuales los países progresan y los ciudadanos mejoran su calidad de vida y sobre todo los más pobres. Uno está en política no para ayudar a los más ricos, sino a los más necesitados. La pregunta es cómo se hace y en ese sentido, la visión que usted llama de derecha, sin embargo hoy la acogen hasta los chinos, porque es la visión que permite avanzar a los países y nadie debería estar avergonzado.
¿Sigue avergonzada la derecha? ¿La ha visto avergonzada en esta campaña?
Le tengo el máximo respeto a Evelyn Matthei, primero porque ha sido muy valiente. Ella está enfrentando una elección para la cual fue designada candidata del bloque recién a comienzos de agosto, después de un período tan dramático. Pero, segundo, es la única de los nueve candidatos que podría expresar una visión como la que planteo y, además, en un contexto donde hemos erosionado la capacidad para expresar estas ideas. Y el programa de Matthei no tiene nada por qué avergonzarse. Sin embargo, es una gran pena que un gobierno al que por primera vez le corresponde la alternancia en el poder y que además ha sido exitoso en la gestión, no haya avanzado en proyectar nuestras ideas y valores.
La pregunta es si la derecha puede ganar de otra forma, porque las campañas del sector que más se han acercado al triunfo han apostado, precisamente, por posiciones menos duras.
Hay que revisar la historia del mundo para darse cuenta de que detrás de lo que defendemos hay valores muy importantes y con los cuales se pueden ganar elecciones. Que las personas sean más responsables, también atrae votos. Y la centroderecha en Chile sí llegó al poder. La pregunta es cómo lo hará en el futuro y ahí hay valores que deben ser defendidos. Hay que desarrollar la capacidad de ponerlos en la agenda y llamar la atención de la ciudadanía.
Otra columna suya se titulaba "Chile ya perdió"…
Basta ver lo que ha sido la discusión en esta campaña, para concluir que en realidad Chile ya perdió. Si esos son los temas, estamos perdidos. La esperanza es que Matthei finalmente gane o cualquiera de los otros candidatos que gane modere su discurso. Después de todo, la candidata de la Nueva Mayoría tampoco hizo en su gobierno anterior lo que propone ahora.
Siguiendo la misma lógica, algunos dicen que una nueva administración de Bachelet tampoco supondría grandes reformas.
Como está planteado en su programa, el escenario es muy complejo. Si después no se concreta, es otra cosa, pero van a tener que matar expectativas que ellos mismos crearon. A esas personas que creen que da lo mismo, les diría que, por último, es importante dejar constancia con el voto de que esas candidaturas tan extremas en Chile no son las que tienen respaldo, sea en la Presidencia o en el Congreso.
¿El problema del modelo es su popularidad?
A estas alturas no sé de qué modelo estamos hablando. Cuando me hablan de modelo, pienso que es una trampa de lenguaje. ¿Quién inventó el capitalismo? El marxismo sabemos quién lo inventó, ¿pero el capitalismo? Nadie. De hecho, el nombre capitalismo se lo puso Marx para tener un enemigo. O sea, cuando hablamos de modelo, y como modelo nos referimos a una sociedad que ha logrado evolucionar desde que éramos tribus, ha sido gracias a una serie de procesos, comportamientos y reglas de gestión que han permitido progresar al mundo.
A pesar de todo este avance que menciona, hay al menos seis o siete candidatos que basan su planteamiento en una crítica frontal al sistema… o al modelo.
En los 60 era común encontrar posiciones que proponían arreglarlo todo con fórmulas y discursos. Recuerdo una candidatura en la universidad que proponía cualquier cosa, como ocurrió ahora con esa lista en la Escuela de Derecho de la Universidad de Chile. Es una pequeña demostración de que los mesiánicos no pueden cumplir con sus promesas. Proponer utopías es legítimo, pero no lo es pretender conseguir esas metas sin lograr acuerdos ni contar con los votos.
Volvamos a la relevancia de la elección de mañana, ¿no hay algo de apocalíptico en su discurso? Ya en el pasado se ha planteado este riesgo ante las reformas, sin que las consecuencias hayan sido dramáticas.
En política no importa cómo le va a uno, sino cómo les va a las ideas y visiones en que uno cree y que ayudan al país. Cuando fui candidato en el 89, cabía ser más apocalíptico, porque no había claridad de lo que ocurriría, pero después no fue así. Hoy la preocupación vuelve, instalada a través de esta discusión sobre las instituciones y de crear condiciones de hecho a través de movilizaciones u otro tipo de acciones. Porque estamos ante un momento especial. Yo no estoy pretendiendo que la oposición no vote por Bachelet, sino que les estoy diciendo a las personas que no creen en ella, que vayan a votar. Recordemos que con voto voluntario es más importante que nunca el ir a votar.
¿Está a favor del voto voluntario?
Sí, yo estoy 100% de acuerdo. Es uno de los tantos elementos que les pone control a los políticos, porque así no cuentan con clientes cautivos.
En materia tributaria, por ejemplo, hasta analistas internacionales dicen que la propuesta de Bachelet no es alarmante.
Ese análisis no es correcto. Le va a hacer daño al país, estoy seguro. Se dice que en el mundo hay países con tasas impositivas mayores, pero si las analizamos con mayor detalle, son todas con grandes loopholes, porque no son sostenibles. En Estados Unidos, de hecho, algunos proponen bajar la tasa de 35% a 25%, cerrando todos los loopholes y así, incluso, recaudar más. Se olvidan que Chile tiene muy pocas excepciones tributarias. Si suben la tasa, terminarán por incorporar más excepciones. No tengo idea qué tasa propondrán finalmente, pero será un problema más en un país donde hemos tenido muy buena suerte respecto a los términos de intercambio. Pero no podemos vivir a cuenta de eso. Basta con que el cobre no suba de precio, ni siquiera que baje.
¿Qué escenario económico enfrentará el próximo gobierno?
Ahora están discutiendo la proyección de crecimiento para 2014 en el presupuesto, pero resulta que tenemos una fórmula de balance estructural donde lo que importa es el crecimiento de tendencia. O sea, sea 4,9% o no el PIB en el próximo año, no va a cambiar el presupuesto. ¿Qué hay, entonces, detrás de esta discusión? Colocar las bases para reclamar más impuestos. La historia de Chile demuestra que el Fisco ha tenido más recaudación cuando el país crece, no cuando sube los impuestos.
¿Lo va a pasar peor el próximo gobierno en materia económica?
Primero, espero, tendrá la suerte de no comenzar con un nuevo terremoto. Segundo, será primer año normal a nivel global desde 2008-2009, sin la espada de Damocles que suponía una posible quiebra de los bancos americanos o europeos, una salida del euro, etc. Probablemente China crecerá menos, pero igual crecerá. Así que el próximo gobierno tendrá un buen escenario internacional. Lo que le será difícil, y debe tener en cuenta, es que ya nos consumimos la mejoría de términos de intercambio: ya se subieron los sueldos y no podremos pretender, si no crecemos al 7%, que los sueldos sigan creciendo como en el pasado. El desafío, entonces, no es que le toque más difícil, sino que tendrá que ser más creativo para que pueda seguir avanzando. Si lo que quieren es repartir riqueza sin generar las condiciones de crecimiento, van a tener un escenario difícil, porque no contarán con la panacea del cobre a precio récord.