Fue postulado al Premio Nacional de Literatura en 2008. Hernán Miranda sabía que era difícil ganar, pero su participación iba más allá de la opinión del jurado sobre su obra. Finalmente, Efraín Barquero se quedó ese año con el galardón.
"Lo mío es una crítica a los premios que da el Estado. Cada cuatro años se premia a un poeta y, si me pongo a la fila, quizá en 50 años me lo den", dice Miranda, hoy de 73 años, sobre el reconocimiento que se entrega cada dos años y que alterna, en cada edición, entre un poeta y un narrador.
Parte de la generación del 60, junto a Oscar Hahn, José Angel Cuevas y Gonzalo Millán, Hernán Miranda debe ser uno de los poetas más inadvertidos de la fauna literaria nacional. Pero también el más recomendado por sus pares. Desde Nicanor Parra a Enrique Lihn.
Hoy, una completa antología lo regresa a librerías. Es Bar abierto, publicada por Ediciones UDP. "Ya es hora de que Hernán Miranda ocupe el lugar de honor que merece en la poesía chilena y en la poesía en castellano de nuestro tiempo", señala Raúl Zurita en la contratapa del volumen.
Nacido en Quillota en 1941, Miranda cruza la ciudad y el mundo rural en su poesía, repartida en 12 libros. Estos van desde Arte de vaticinar (1970) hasta Morado (2011). Además de lo mejor de estos títulos, Bar abierto recoge varios poemas inéditos.
"Nunca he andado urgido por el tiempo. En general, desecho mucho material", dice Miranda sobre su producción.
La entrevista transcurre en la biblioteca del Círculo de Periodistas, donde el autor llega casi a diario a leer la prensa. Como periodista, trabajó en la Oficina de Informaciones de la Presidencia en el gobierno de Salvador Allende hasta 1973.
Sobre la precariedad de esos años, Miranda escribió el libro La Moneda y otros poemas. Con el ejemplar ganó el Premio Casa de las Américas de Cuba en 1976. "Me formé en un ambiente político. En cierto modo escribí poesía política, pero luego me distancié, porque esa poesía cae en el peligro de terminar siendo un panfleto", dice quien hace 30 años hizo una performance de trasfondo político junto a Enrique Lihn.
Sin embargo, sus poemas están teñidos de reflexiones existenciales. "Todo encaja con todo/ y no parece tarea fácil desligarse de este designio./ Cómo separar al muerto de su ataúd/ o la partida del viajero de su regreso", se lee en un poema.
De cómo el autor aborda los temas en su poesía, Adán Méndez señala en el prólogo de Bar abierto: "Ironía sin sarcasmo, humor sin risa, resignación sin desesperanza, nostalgia nada pusilánime, Miranda logra ser tanto un artista del hambre como del trapecio".
ANIMAL POÉTICO
Ocurrió en marzo de 1984. Hernán Miranda se encerró en una jaula del zoológico del Parque Metropolitano junto a un escritorio y una máquina de escribir. El público que pasaba leía en un letrero: "Hombre. Nombre científico: Homo sapiens. Hábitat: En todo el mundo".
A su alrededor, el poeta Enrique Lihn vociferaba: "El hombre es el único animal que usa lentes oscuros". Al cerro San Cristóbal llegó el periodista Alipio Vera, entonces de TVN, y le pidió su opinión a Nicanor Parra. "Esto es un espejo de la realidad", dijo el antipoeta.
¿Qué unidad puede encontrarse entre esa acción y su candidatura al Premio Nacional en 2008? "En ambos casos sigo siendo el mismo poeta que cruza la ciudad a diario", afirma.
Miranda también ha realizado talleres literarios y ha sido jurado en concursos de poesía. "Los poetas buscan abultar su currículum con doctorados y otros estudios, lo que les permite postular a becas y fondos concursables. Esto se asocia al éxito poético. Hoy los poetas se miden por el currículum. Y no deja de ser divertido", dice, tras tomar su maletín y partir.