Casi seis meses han pasado del crimen de sus padres, y pese a que dice que el dolor siempre permanecerá, Jorge Luchsinger Mackay (47) reconoce -en una especie de autoterapia- que trata de refugiarse en su trabajo y no darse el tiempo para recordar lo ocurrido la madrugada del 4 de enero pasado.
Jorge, uno de los cuatro hijos de Werner Luchsinger y Vivian Mackay, fue quien recibió el llamado telefónico de su madre pidiendo auxilio, en medio del ataque que un grupo de desconocidos realizó al fundo Lumahue. Minutos de incertidumbre que dice es inevitable recordar, más aún cuando junto a su familia está ad portas de enfrentar la preparación del juicio oral contra el machi Celestino Córdova, único sospechoso y a quien la fiscalía pretende condenar a presidio perpetuo calificado.
Desde la oficina de su abogado, en el centro de Temuco, y tras sostener una reunión con sus hermanos, Jorge Luchsinger Mackay accedió a referirse a la investigación de la fiscalía, a las ceremonias que ha realizado Córdova en la cárcel de Angol y a la decisión familiar de no vender el predio en que murieron sus padres.
A seis meses del crimen de sus padres existe sólo un detenido y de sus acompañantes se desconoce su identidad. ¿Cree que podrán detenerlos?
Lo que espero es que finalmente se condene a todos los que participaron directa o indirectamente en el crimen de mis padres, y espero que se estén agotando todas las instancias legales.
¿Cómo ha logrado, junto a su familia, sobrellevar la pérdida de sus padres?
Uno está muy choqueado. Durante este tiempo me la he pasado trabajando, poniéndome al día con lo que dejé de hacer cuando ocurrió esto, sin sopesar la envergadura de lo que sucedió. Recién ahora he empezado a tomarle el peso. Nosotros como familia no somos de conversar estas cosas y uno trata de sobrellevarlo no dándose el tiempo nomás.
¿Su familia no ha pensado en vender sus predios, quizás por medio de la Conadi?
Mientras yo viva, esas tierras no van a ser nunca de la Conadi, porque no es posible que estos violentistas que asesinaron a mis papás se vayan a vivir ahí.
Pese a la inseguridad, entonces se mantendrán en Vilcún.
Soy el único (de la familia) que vive ahí cerca, así que uno va soportando la presión de estar permanentemente con carabineros al lado de la casa y durmiendo con un ojo abierto todas las noches.
¿Cuál es el mayor temor?
Yo lo he afrontado hasta ahora, pero hay un tema familiar que uno tiene que sopesar. Yo vivía en Santiago y nos vinimos a la región para cambiar de calidad de vida. Evidentemente, la calidad de vida no es la misma, porque mis hijos no pueden andar solos en el campo.
La fiscalía pretende condenar al machi Celestino Córdova a presidio perpetuo calificado. ¿Cree que la justicia concederá esta pena?
En este caso, mi papá dejó a un herido a bala dentro del campo y mi mamá dejó una grabación de lo que estaba pasando. Con esto, y las otras pruebas que tenemos, si a esta persona no se le condena a cadena perpetua, quiere decir que el sistema no va a funcionar para ninguna víctima.
¿Qué le ha parecido la posición que ha tenido Córdova a lo largo de la investigación?
Como familia nos extrañó, cuando se hizo la formalización, que él no apareciera como cualquier detenido, con una chaqueta amarilla y esposado como corresponde a un presunto asesino. No sé qué ventajas tiene él para aparecer con una investidura especial, sin estar esposado y, además, desafiante.
El ha podido encabezar ceremonias ancestrales en la cárcel. ¿Siente que se le ha tratado de forma distinta a la de cualquier preso?
Es evidente. No entiendo por qué Gendarmería le da beneficios a esta persona. A uno lo que le da más impotencia es que esto, extrañamente, sobresale cuando hay ceremonias especiales y los organismos de derechos humanos saltan a defender a estas personas; no así los derechos de todas las víctimas que han sido vulnerados por tanto tiempo.
Se le siente molesto...
Lo que me llama la atención es cuando un organismo como el Instituto de Derechos Humanos sale a defender los derechos de gente que es sospechosa de hechos de violencia y no defienden los derechos de las víctimas. Desde mi punto de vista, el Instituto de Derechos Humanos está muy sesgado en su apreciación. Aparentemente, la única misión que tienen es defender los derechos de las comunidades en conflicto.
¿A qué atribuye esto?
Ha influido mucho la propaganda de estos movimientos indigenistas que nos catalogan como latifundistas y que mis padres poco menos que se merecían esto. Hubo políticos y autoridades de la región, de distintos sectores, que nos apoyaron y otros que daban a entender que se justificaba lo que les pasó a mis padres.