A comienzos de los 90, cuando su esposo Bill iniciaba su gestión en la Casa Blanca, Hillary Clinton era vista con cierta antipatía por la mayoría de los estadounidenses. En esa época, apenas el 28% aprobaba su labor.

Sin embargo, poco a poco, la política demócrata fue construyendo su camino: en un principio, como primera dama, luego como una exitosa senadora por Nueva York, después como la rival de Barack Obama en las internas demócratas de 2008 y más tarde como secretaria de Estado. Hillary prepara ahora las maletas para dejar su cargo como jefa de la diplomacia norteamericana y lo hará por la puerta ancha.

Según una encuesta del diario The Washington Post, nada menos que el 67% de la ciudadanía tiene una visión favorable de Clinton -que será sucedida por John Kerry-, mientras que el 28% no la ve con buenos ojos.

Esta cifra es mucho más alta que el 55% de respaldo que tiene Obama y del 48% que posee el vicepresidente Joe Biden. En ese sentido, Hillary queda en una inmejorable posición para las elecciones presidenciales de 2016, en las que Biden también querría participar.

Clinton, de 65 años, ha dicho que quiere descansar, que está exhausta, por lo que quiere dedicarse a labores que la vida pública le impiden, como escribir un libro, dar discursos o lanzar una fundación. Si bien ella misma ha dicho que no tiene intenciones de una candidatura presidencial, en EE.UU. nadie se atreve a decir que el término de su gestión como secretaria de Estado significa el fin de su carrera política. Eso sí, sus recientes problemas de salud -un desmayo y un coágulo en la cabeza- podrían complicar su futuro político.

Aunque algunos analistas estiman que el éxito de la eventual candidatura de Clinton en 2016 dependerá de la performance de Obama en su segundo mandato, al menos ahora Hillary atraviesa su mejor momento. El miércoles, asumió la responsabilidad por los atentados en Bengasi y se le vio muy segura de sí misma en su comparecencia ante el Senado. En otro momento de su intervención se mostró genuinamente emocionada.

De acuerdo con el sondeo de The Washington Post, entre los demócratas la secretaria de Estado cuenta con un 91% de aprobación, mientras que el 37% de los republicanos reconoce que ha hecho un buen trabajo. En 2008, el 84% de los republicanos tenía una mala imagen de ella. Ahora, esa cifra cayó a un 32%.

A su vez, Clinton posee un 65% de respaldo entre los votantes independientes. Durante su gestión como secretaria de Estado, la ex primera dama visitó 112 países, recorrió 1,5 millón de kilómetros y pasó 400 días en un avión.

"No siento fuego en el estómago", dijo alguna vez, cuando le preguntaron por las ambiciones políticas que la diferenciaban de su esposo, Bill Clinton.