Jorge Sampaoli se acerca cada vez más a cumplir su principal anhelo. El que le confesó a su familia, cuando intentaba lanzar su carrera desde la modesta y amateur liga casildense y el que reveló hace tres años públicamente después del Mundial de 2014 y poco antes de su gran triunfo como entrenador, la Copa América del año 2015, un título que, en señal de respeto, ni siquiera celebró efusivamente, al menos dentro de la cancha: dirigir a la Selección de Argentina. "El sueño de cada entrenador argentino es llegar a la selección. Ahí se cierra un ciclo donde decís 'hice todo el recorrido para llegar a la selección y ganar un Mundial. Ese es mi sueño'", le decía el ex DT de la Roja a ESPN, quizás sin sospechar que esta vez estaría a punto de conseguirlo.
El otro también es público: dirigir a River Plate. "A Boca no iría", llegó a decir para fijar su posición, más allá de que alcanzó a escuchar el interés xeneize en alguna oportunidad.
Para Sampaoli, la bandera de su país está por sobre todo. Al punto de que ya en ese tiempo estaba dispuesto a establecerlo. En el directorio de la ANFP, que entonces encabezaba Sergio Jadue, lo supieron de su boca. Un miembro de la mesa del calerano confirma que el transandino planteó formalmente que en su contrato se estableciera una cláusula que le permitiera partir sin costo si recibía una propuesta concreta de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA). "Nos lo propuso por escrito, pero le contestamos inmediatamente que no. Está en un acta de directorio. Debe haber sido en julio o agosto de 2015, después de que ganamos la Copa América", explica a La Tercera. Hay más detalles. "Se le niega la posibilidad porque recién se había negociado una mejora en su contrato. Y ahí se estableció que si se iba, tendría que indemnizar a la ANFP con el resto del vínculo. Y que si se le despedía, pagarla nosotros. Habría sido extraño liberarlo de esa obligación si el interesado era Argentina que, además, competía con nosotros por ir al Mundial", agrega la misma fuente.
En conversaciones más coloquiales, Sampaoli dejaba entrever que con Argentina estaría mucho más cerca de ser campeón del mundo, el broche de oro para su carrera. "Decía que en Chile tenía cuatro jugadores de gran nivel y en Argentina, diez. Él aspira a ganar el Mundial". Esa lista la encabeza, naturalmente, Lionel Messi, el jugador al que siempre ha querido tener bajo sus órdenes y con el que desde el tiempo en que trabajaba en Santiago ya había establecido una relación cercana, la misma que ahora avala, en parte, su arribo al combinado transandino. En España, incluso como rivales, también se han tratado cordialmente. Un apoyo decisivo.
En Chile hubo otros que estaban al tanto de su objetivo final. "Siempre nos comentó que su carrera lo llevaría a dirigir equipos grandes. No mencionaba específicamente a Argentina, aunque seguramente, en un plano más íntimo, también lo pensaba", dice Daniel Salvador, quien lo recibió en O'Higgins, su primera estación en el país, en 2007.
Por esos días, Sampaoli, bielsista confeso, también le dedicaba atención a la carrera del técnico al que, paradójicamente, podría reemplazar, Edgardo Bauza. "Cuando llegó a O'Higgins su referente era Bauza. Nunca pudo entrar al círculo. Hoy entra en gloria y majestad. Cuando estaba en O'Higgins, Bauza era un referente. El primero era Bielsa y el segundo, Bauza", sostiene otro personero con el que Sampaoli compartió en Rancagua.
En el círculo cercano del entrenador revelan que, a pesar de lo lejano que parecía en el comienzo de su trayectoria, Sampaoli siempre tuvo en la mira la banca de la Albiceleste. "Yo creo que dirigir a la selección de Argentina está por encima de todo", dijo su hijo Alejandro cuando el estratega que también condujo a la U a la obtención de la Copa Sudamericana comenzaba a ser vinculado al Barcelona, sin dimensionar que podía tratarse de una señal respecto del futuro de su padre.
Consultados por La Tercera, otros familiares y amigos del técnico optaron por el hermetismo absoluto. Se limitan a manifestar el deseo de que la gestión cristalice. En Casilda esperan expectantes la consagración de uno de los ídolos de la localidad. Lo celebrarán como un triunfo. Tal como festejaron la Copa América que ganó Chile por penales al combinado de su país, sólo porque uno de los suyos tocó el cielo ese 4 de julio en el Estadio Nacional.
La AFA está decidida. Y Sampaoli también. Incluso al punto de transar en aspectos que antes ni siquiera revisaría: aceptaría un ayudante reconocible para el medio transandino (es opción el DT de Independiente Ariel Holan y también se baraja que lo acompañe un ex seleccionado) y también reducir considerablemente su staff. Si en Sevilla lo acompañan diez colaboradores, en Argentina contaría con no más de seis. A ese grupo podría sumarse algún chileno. En Pinto Durán están en alerta, pues un eventual interés podría afectar, en parte, al cuerpo técnico de Juan Antonio Pizzi.
Por el momento, en todo caso, se cuadra con la política comunicacional del club andaluz. "Si me pregunta si le he dado el sí a Argentina, significaría que soy el seleccionador de Argentina y eso no es así. No es cierto que me vaya a reunir con nadie de la AFA porque antes de un partido yo no me reúno ni con mi hermano", enfatizó en conferencia de prensa respecto de un eventual encuentro con el presidente del fútbol argentino, Claudio Tapia. Y luego agregó: "Me han colocado en una semana en seis clubes y selecciones diferentes. Que si Argentina, que si el Arsenal, que si Qatar… Creo que están jugando con mi nombre y eso no me gusta, porque no sale de mí, son especulaciones. El futuro no lo defino yo". También precisó que no ha habido reuniones con emisarios de la AFA.
La molestia andaluza -y ahora la de Sampaoli- obligó a redefinir la estrategia. Si bien el timonel del fútbol transandino está en España con el objetivo de juntarse con el entrenador (y de paso afinar la defensa de Lionel Messi ante la FIFA) y proyectaba hacerlo hoy en Valencia, ahora las gestiones se realizarán telefónicamente. Y El dinero, la exigencia que el casildense le planteó repetidamente a la ANFP para extender su estadía en Chile, tampoco sería problema. La cláusula de rescisión (US$ 1,6 millones) parece abordable pese a la esmirriada condición económica de la AFA. Y el técnico está dispuesto a adecuar su sueldo a la débil tesorería para ponerse el buzo que siempre soñó usar.