"¿Tienes alguna evidencia?", le preguntó ayer al teléfono Kazuo Ishiguro (62) a su agente, quien lo llamaba a su hogar en Londres para decirle que era el nuevo Premio Nobel de Literatura.
Formado en la música, el escritor británico nacido en Japón, no sólo escribe novelas y compone canciones, sino que tuvo en Bob Dylan a uno de sus máximos referentes. El artista y poeta estadounidense, a quien el año pasado la Academia Sueca eligió para conceder el Premio Nobel. Una designación polémica que cuestionó al jurado y produjo debates sobre los límites de la literatura. Algo similar, quizá con menos revuelo, ocurrió en 2015 cuando la premiada fue la periodista bielorrusa Svetlana Aleksiévich.
"Espero que ahora el mundo esté feliz", dijo ayer en Estocolmo Sara Danius, secretaria de la Academia Sueca, cuando le preguntaron por el sucesor del creador de Like a Rolling Stone. Fue ella quien transmitió la decisión del jurado, que eligió a Kazuo Ishiguro por "sus novelas de gran fuerza emocional que han descubierto el abismo bajo nuestro ilusorio sentido de conexión con el mundo". Narraciones que abordan la memoria y las ilusiones del tiempo como en su título Cuando fuimos huérfanos (2000).
"Tengo dos héroes musicales y literarios, porque sus letras son tan importantes para mí como su música: Bob Dylan y Leonard Cohen. Me apenó mucho la muerte de Cohen, pero estoy encantado con el premio de Dylan, se diría que el comité del Nobel ha empezado a derribar otra frontera", dijo Ishiguro en enero pasado.
Ayer recibió a la prensa en el patio de su casa. "Es un honor principalmente porque significa que estoy en los pasos de los más grandes autores, y eso es un elogio increíble", aseguró Ishiguro a la BBC, medio que lo visitó tras la noticia de la Academia Sueca.
"El mundo atraviesa ahora un momento de mucha incertidumbre y confiaría en que todos los premios Nobel fueran una fuerza para algo positivo en el mundo", agregó el elogiado autor de la novela Los restos del día, quien se adjudica 9 millones de coronas ($ 695 millones). Galardón que recibe una década después que su compatriota, la narradora británica Doris Lessing, Nobel 2007.
Este año, los pronósticos de la casa de apuestas Ladbrokes fallaron. Ishiguro no figuraba en la lista de favoritos, liderada por Ngugi Wa Thiong'o, de Kenia, el siempre citado nipón Haruki Murakami, y en tercer lugar, la novelista canadiense Margaret Atwood.
Fantasía y estilo
Nació en Nagasaki, Japón, en 1954. Su padre, oceanógrafo, fue contratado para trabajar por el gobierno de Inglaterra. Así fue como a los 6 años Kazuo Ishiguro llegó con su familia a Guildford, una pequeña ciudad inglesa del sur.
"Mi madre era adolescente y estaba en Nagasaki cuando la bomba atómica cayó. Fue golpeada por un pedazo de escombro y se recuperó escondida en el subterráneo de la fábrica donde trabajaba", dijo Kazuo Ishiguro a la revista The Paris Review en 2008, donde se apuntan las "tres guitarras eléctricas relucientes", que el narrador tenía en su casa londinense. Por entonces Ishiguro ya se alzaba como una figura importante del llamado "dream team" de las letras británicas. Menos mediático, eso sí, que socios como Martin Amis.
De los 6 años a los 12 años estudió piano. También por esos días descubrió y se fascinó con el personaje de Sherlock Holmes, de Arthur Conan Doyle. A la par escribía sus propias historias, mientras vivía con sus padres y dos hermanas. Entró a estudiar literatura y filosofía en la Universidad de Kent; después hizo un posgrado de escritura creativa en la U. de Anglia del Este.
Criado en la cultura occidental, amante del jazz y el rock, Japón y Oriente seguían siendo parte de su historia. Mientras escribía guiones para cine y televisión, preparaba en secreto la obra que unió ambos mundos. Su primera novela, Pálida luz en las colinas (1982) une esos dos continentes. El ejemplar está protagonizado por Etsuko, una mujer japonesa ya en los 50, instalada en Inglaterra, quien no logra olvidar la tragedia familiar ocurrida en su país. Keiko, su hija mayor, se acaba de suicidar.
El libro obtuvo el premio Winifred Holtby a la mejor novela del año. Por entonces, Ishiguro aún no regresaba a Japón. No había vuelto desde los 6 años. Lo hizo eso sí antes de publicar su segunda novela, Un artista del mundo flotante, en 1986.
"Estoy convencido de que la música marcó mi estilo, lo hizo más sereno y natural", dijo el autor el año pasado ante la edición española de El gigante enterrado, su última obra publicada por Anagrama. "No me gusta leer ficción contemporánea en inglés, de novelistas en cierto modo similares a mí. Siempre vuelvo a los clásicos, que son eternos, o busco escritores en otra lengua o que utilicen técnicas muy diferentes a la mía. He descubierto hace poco a Roberto Bolaño, y me encanta", agregó el autor cuyas siete novelas y un libro de cuentos, Nocturnos, han sido editados por el sello fundado por Jorge Herralde.
Una década pasó entre su penúltimo libro, Nunca me abandones (2005) y El gigante enterrado. Mucho antes, eso sí, le había llegado el éxito con Los restos del día que obtuvo el Premio Man Booker en 1989. Cuatro años después fue llevada al cine por James Ivory, con Anthony Hopkins y Emma Thompson de protagonistas. La novela vendió un millón de copias en inglés. El libro no es el único de Ishiguro que ha sido llevado a la pantalla grande.
"Nunca he sentido la necesidad de escribir más rápido. Nunca pienso que deba contribuir a la cantidad de libros. Es más importante escribir uno que aporte algo diferente", dijo Ishiguro a la revista alemana Der Spiegel.
Si en Los restos del día el amor y la intriga son temas abordados a través de la relación entre un mayordomo y una ama de llaves, en su última novela Ishiguro retrocede a la Inglaterra medieval para hablar de la memoria. Una fábula con ogros y gigantes, cuya aventura, medios como The Guardian, compararon con las del autor de El señor de los Anillos, J.R.R. Tolkien.
"No ha escrito una novela sobre amnesia histórica sino una alegoría repleta de dragones, ogros y caballeros... El problema no es la fantasía sino la alegoría, que existe para literalizar y simplificar. El gigante no está lo suficientemente enterrado", apuntó en una crítica dispar sobre El gigante enterrado, James Wood en The New Yorker. "Ishiguro siempre está rompiendo sus propias reglas", agrega Wood.
Así como hechos claves del siglo XX son tratados en sus libros -las consecuencias de la Segunda Guerra Mundial en Un artista del mundo flotante (1986)y los riesgos de Inglaterra ante el nazismo en Los restos del día (1989)-, la música regresa una y otra vez a sus páginas. Las cinco historias de los cuentos que componen Nocturnos son sobre músicos. En la novela Los inconsolables (1995) Ryder es un famoso pianista, quien es recibido como el salvador en una región de Europa central. El exilio, la angustia del hombre moderno, y el pasado histórico se vuelcan en una narración inclasificable, del escritor acostumbrado a romper las reglas.