Una notoria desaceleración en el ritmo de crecimiento muestra la población chilena, tras conocerse la primera parte de los resultados definitivos del censo. Un país que aumenta sostenidamente la cantidad de adultos mayores, y disminuye su población infantil, dando cuenta de la menor tasa de crecimiento en su historia. Si entre los censos de 1992 y 2002 la tasa era de 1,24%, entre el 2002 y el 2017 ésta bajó a un 1,06%, confirmando el progresivo cambio hacia la conformación demográfica de países desarrollados, con menos niños y más gente mayor.
Según la directora del INE, Ximena Clark, esta situación es consistente con la baja en la tasa de fecundidad, que llega a un 1,79 hijos por mujer en edad fértil, cifra muy por debajo de la tasa de reposición poblacional del 2,1 hijos por mujer en edad fértil. . "Cuando no hay migración en los países, eso se traduce en que en un período de largo a mediano plazo, la población termina decreciendo. No estamos en esa fase todavía, pero sí estamos en una fase con tasas de crecimiento de la población cada vez menores", señaló Clark.
Chile sería uno de los países de la región cuya población decrece en forma más acelerada, solo superado por Brasil y Uruguay. Es así como en 25 años, entre el censo de 1992 y 2017, la población adulta mayor pasó de un 6,6% a un 11,4 % del total nacional. En el mismo período, los niños entre cero y 14 años pasaron de 29,5% a un 20,1%.
A nivel regional, Valparaíso es la que concentra la mayor cantidad de adultos mayores (con 13,6%), y Antofagasta tiene el menor número de ellos (7,5%).
Rafael Sánchez, académico del Instituto de Geografía de la UC, explica las razones de esta aceleración en el envejecimiento de la población chilena. "Chile viene en un proceso continuo de envejecimiento y decrecimiento a la vez, en ese contexto esta baja tasa se explica porque el país está en su etapa más avanzada de este proceso de transición (hacia una población más vieja) que se inició en la década del 40 con la industrialización del país", señala Sánchez. "Este proceso ya lo sufrió Europa hace 200 años, por eso cada vez que un país en vías de desarrollo ingresa más tarde a la industrialización, más rápido es ese envejecimiento", explica Sánchez.
Sin embargo, este tránsito más acelerado también trae problemas para adaptar las políticas publicas y las propias ciudades a las necesidades de los adultos mayores. "Los países desarrollados han tenido más tiempo para adaptarse que nosotros, entonces se produce un choque entre el Estado y el crecimiento demográfico", puntualiza Sánchez.
Los desafíos en términos de salud y pensiones son prioritarias para enfrentar este envejecimiento , según el investigador Slaven Razmilic, del Centro de Políticas Públicas (CEP). "Los desafíos de política pública en este ámbito son complejos y claramente crecientes. Es ineludible buscar mecanismos para posponer la edad de jubilación, no solo por motivos financieros, en tanto se requiere mejorar las pensiones, sino también por motivos de inserción social y participación", plantea Razmilic.
Factor migrante
Este proceso de envejecimiento y baja progresiva de la natalidad, ya ha sido vivido por los países desarrollado, donde la migración es un elemento para contrarrestar el fenómeno con tasas de fecundidad mayores. "En Chile tenemos mujeres que vienen de Perú, Costa Rica o Haití, últimamente, países que tienen tasas de natalidad mayores que la de Chile. Podríamos hacer la hipótesis que el patrón cultural, en términos de natalidad, se va traspasar al país e influir en nuestra tasa de natalidad", precisó Clark.
Otro indicador derivado de los resultados del Censo que confirma esta aceleración en proceso de envejecimiento, que ya venía mostrando el país en las últimas décadas, es la proporción de adultos mayores (de 65 o más años) por cada 10 niños (menores de 15 años). Si en 1992 habían dos adultos mayores por cada 10 niños, hoy en Chile esta proporción se triplicó y hay seis por cada 10 niños.
También el factor de dependencia demográfica apunta a una mayor presencia de adultos mayores. Este indicador muestra cuántas personas que no están en edad de trabajar (niños y adultos mayores) dependen de los que sí lo están (personas entre 15 y 64 años).
De acuerdo a los datos del censo 2017, en 1992 por cada 100 personas en edad de trabajar, existían solo 10 adultos mayores dependientes. Hoy sin embargo, hay 17 adultos mayores dependientes por cada 100 trabajadores. Este aumento de la dependencia en este grupo etéreo, se contrapone a la disminución de la dependencia en niños que bajó de 46 a 29, entre 1992 y 2017.
Según Christian González-Billaou, director Centro de Gerociencia de la U. de Chile, este proceso es consecuente con las mayores expectativa de vida de los chiles. "En los últimos 50 años, por cada 10 años, el chileno ha envejecido 4,6 años en promedio, lo que hace que estemos en una expectativa de vida cercana a los 80 años, que es la segunda más alta en el continente después de Canadá. Sin embargo, uno de los principales problemas que trae el envejecimiento progresivo es que hace a los adultos mayores cada vez más dependientes por su deterioro mental y físico", señaló González.