Hogares encabezados por mujeres se duplican en 25 años

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Hoy corresponden a 2,15 millones de hogares. De ellos, casi medio millón son hogares con parejas, en el que pese a ello, las mujeres se declaran jefas. Estudio de U. Católica muestra que proporción de hogares que declara tener una mujer como jefa de hogar, pasó de 20,2% en 1990 a 39,4% en 2015.




¿Quién es el jefe de hogar? Fue la pregunta que generó controversia en el Censo 2017. Ello porque el concepto de jefe de hogar hoy no es claro, dadas las transformaciones socioculturales de las últimas décadas, ¿Jefe de hogar es sólo el hombre? Las cifras de la Encuesta Casen revelan que no.

En 2015, según esta encuesta, en Chile había 5,45 millones de hogares. De ellos, el 39,4% declaró a una mujer como jefa (2,15 millones). Un escenario que si se compara con el Chile de 1990, muestra grandes diferencias. En ese año, sólo un 20,2% de los hogares tenía a una mujer como jefa de hogar. Es decir, en los últimos 25 años se han duplicado los hogares con una mujer como jefa.

Así lo muestra un análisis realizado por el Centro de Encuestas y Estudios Longitudinales de la U. Católica (Ceel UC) para La Tercera, con datos de la Encuesta Casen de 1990 a 2015, que además muestran que el alza tomó más fuerza entre 2000 y 2011, cuando esa proporción aumenta en casi 16 puntos porcentuales (23,1% a 38,8%).

David Bravo, economista y director del Ceel UC, explica que la "jefatura de hogar" es una declaración tradicional que se hace al inicio de las encuestas para ayudar a vincular a los distintos miembros del hogar con uno de sus integrantes. "En encuestas como las Encuestas Casen, un informante idóneo del hogar responde por el resto de sus integrantes e identifica al jefe o jefa de hogar", indica Bravo.

En gran parte de las estadísticas se observa que el jefe de hogar suele ser el que tiene más ingreso o trabaja. "Y suelen ser hombres, eso mirado tradicionalmente", dice Bravo.

Pero esa mirada ha cambiado. Hoy de los más de dos millones de hogares con mujeres como jefas de hogar, aproximadamente la mitad (1,1 millones) son hogares monoparentales, donde no hay un cónyuge o pareja, pero sí hijos presentes. "Otras dos categorías agrupan al resto de los hogares encabezados por mujeres. En 571 mil de ellos la mujer o vive sola o con otros integrantes, pero sin hijos y sin cónyuge o pareja", indica Eileen Hughes, socióloga e investigadora del Ceel UC.

Hogares con pareja

Pero tal vez el cambio más llamativo es en la categoría en los que se declara a la mujer como jefa de hogar, y donde hay cónyuge o pareja presente, que incluye a 486 mil hogares.

Hoy se declaran mucho más jefas de hogar que hace 25 años en los hogares donde viven en pareja, resalta el director del Ceel UC. "En 1990 estos eran el 0,5% y hoy casi el 9%. Antes casi ninguna mujer en pareja hacía esa declaración. Ese es un fenómeno nuevo que está detrás de esa alza del 20% al 40% del total".

La mayor declaración de jefatura en hogares donde hay un cónyuge o pareja, va de la mano con la inserción laboral de las mujeres. "La probabilidad de que la mujer sea jefa de hogar aumenta en 14 puntos porcentuales si trabaja (mientras que si el hombre trabaja esta probabilidad disminuye para la mujer en más de dos puntos porcentuales)", señala Hughes

En Chile la participación laboral de las mujeres es baja (en 2009, sólo el 47% tenían un empleo, frente al 62% en la Ocde). Sin embargo, es un ámbito en el que han logrado mayor presencia en las últimas décadas. Si en 1990 la tasa de participación laboral femenina era de 30% para 2012 pasó a 43%. Un incremento que en las mujeres casadas fue mucho más importante, pasando de 27,9% a 49,4%, entre 1990 a 2013.

Otra explicación al fenómeno es cultural, dice Florencia Herrera, socióloga y académica de la U. Diego Portales. "La cifra debe esconder distintas realidades. Muchas parejas formales hace 20 años daban por hecho que el jefe de hogar era el hombre sólo por ser hombre. Eso hoy se cuestiona".

Además, es más probable que esto ocurra en segmentos con mayor educación y con menor edad. Por otro lado, explica Hughes, la probabilidad de ser jefa de hogar, para las mujeres que viven con sus parejas o cónyuges, aumenta a medida que su ingreso laboral es mayor y disminuye mientras mayor sea el ingreso laboral del hombre.

El estudio Ceel UC muestra también que en zonas rurales la probabilidad de declararse jefa de hogar disminuye. Y en el caso de la edad, dice Bravo, a mayor edad del hombre hay menos probabilidad que la mujer sea jefa de hogar. "Lo que influiría en ese caso sería un tema de tradición, en el caso de los hombres. Lo que está claro es que la edad del hombre es un elemento fuerte en esa declaración", asegura.

Al tratarse de una encuesta, no da igual quién responda. Si una mujer es la que contesta, se incrementa en 12 puntos porcentuales la probabilidad de que se declare como jefa de hogar, muestra el estudio.

Poder femenino

El número de hogares con jefatura femenina no sólo ha aumentado en Chile, sino que es una tendencia en toda América Latina en los últimos 40 años, dice Camila Mella, socióloga de la U. de Chile. Un estudio de 2017, que incluyó 14 países latinoamericanos, explica Mella, demostró que en 1970 el número de mujeres entre 30 y 44 años que se declaraba jefa de hogar oscilaba entre el 10 y el 15%. "Cuarenta años después, ese porcentaje superó el 30% en países como Brasil, Uruguay y Chile".

Un cambio que no es sólo numérico, sino que también de composición, subraya Mella. "Históricamente, la jefatura de hogar femenina se asociaba a madres solteras (desde la época colonial con el modelo de conquista español, luego con el 'huachaje', etc). Hoy la composición de los hogares con jefatura ha variado: ahora hablamos de mujeres solteras -con/sin hijos, separadas con/sin hijos, casadas con/sin hijos, divorciadas con/sin hijos, viudas con/sin hijos, convivientes con/sin hijos".

La evidencia muestra que hoy existen más hogares con jefatura femenina declarada. Sin embargo, "lo cierto es que las mujeres casadas que cohabitan con sus maridos son menos proclives a declararse 'jefas de hogar'. Entonces, hay que mirar dos veces las estadísticas antes de 'asumir' cambios radicales en ciertos modelo societales", resalta Mella.

Se debe valorar no solo el mayor empoderamiento individual, sino que también el colectivo, dice Hughes. "Reforzado a través de movimientos sociales y políticas públicas como la creación de Sernam, o la incorporación del enfoque de género en el diseño y gestión de programas. Espacios que presionan a que se produzcan cambios como mayor paridad de salarios, generación de cuotas en puestos directivos, mayor coparentalidad y distribución equitativa de las labores dentro del hogar".

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