El presidente francés, el socialista François Hollande propone dos nuevos instrumentos de deuda, en un giro de la posición francesa tras la salida de Nizolas Sarkozy del gobierno: los eurobonos y los project bonds.
Los eurobonos representa la estrategia de los partidarios de una Europa más federal y llevaría a los Estados miembros de la zona euro a emitir deuda pública en común en los mercados para protegerse mutuamente de los ataques especulativos.
El instrumento salvaguarda a los países más frágiles de la región, que actualmente están pagando intereses muy altos, pues se beneficiarían con las tasas de interés bajas que disfrutan los países más sólidos económicamente (Italia o España están pagando tasas de interés de entre el 5,5% y el 6% a diez años, mientras Alemania abona sólo 1,4% gracias a su nota de triple A)..
Así, los eurobonos, según la idea de Hollande, tendrían una garantía solidaria, apuntalados por todos los países de la unión monetaria europea. Por otra parte, los "project bonds" también son obligaciones comunes de varios países europeos pero su objetivo es otro: financiar grandes proyectos de infraestructuras concretos en el continente.
Contrariamente a los eurobonos, que suponen nueva deuda para los Estados, los "project bonds" generarían un activo, cuando el proyecto que les dio vida esté terminado.
Francia propone el lanzamiento de este tipo de obligaciones de "obra" con una suma de 230 millones de euros del presupuesto europeo.
La Unión Europea (UE), con el apoyo del Banco Europeo de Inversiones y capital privado, podría captar hasta 4.500 millones de euros para financiar a partir de julio cinco o seis proyectos en transportes, energía y economía digital.
FERREA POSICION
Francia encuentra una dura oposición en Alemania sobre estas dos herramientas. La canciller alemana, Angela Merkel, reiteró hoy su rechazo a la introducción de eurobonos en la Eurozona, al afirmar que la mutualización de la deuda "no contribuye" a reactivar el crecimiento.
"Me remito a la situación jurídica: los tratados de la UE prohíben que se garantice mutuamente la deuda de otros Estados", lo que, a su juicio, incluiría los eurobonos, afirmó Merkel a su llegada a la cumbre informal de líderes.
CAMBIO DE EJE
Con la arremetida de los planes del líder francés, el pasaje es claro: de una Europa replegada y encadenada a la doctrina "carolingia", amasada a a fuerza de rigor y austeridad, incapaz de prever los escenarios de mañana, se salta a una Unión Europea menos previsible, pero también más ágil, capaz de imaginar una doctrina de la esperanza en medio de ciudadanos espantados por la recesión y la crisis económica.
La calle que se perfila se anuncia ahora larga y tortuosa. Es difícil imaginarse que pueden desatar un ambicioso plan de emisión de Eurobonos o un proyecto global de obras públicas y planear el verdadero rol del Banco Central Europeo (BCE). Pero al menos hay discusiones.
Una sensibilidad que tiene nombres y apellidos. En primer lugar Hollande, que se presenta en la Cumbre activo y pleno de estrategias. Básicamente con el empuje necesario como para romper el tradicional eje París - Berlín, construido entre Angela Merkel y Nicolas Sarkozy.
El segundo nombre es el de Mario Monti. El premier italiano que con sus equilibrios actúa como mediador entre Hollande y Merkel e insiste con la necesidad del crecimiento. El reemplazante de Silvio Berlusconi hace pesar su experiencia y el reconocimiento por su paso por organismos europeos y también su espíritu de sacrificio.
En la nueva fase europea, Merkel aparece distante y atrincherada. Pero en Europa no se decide nada si Alemania no está de acuerdo. Aunque una Alemania aislada, tal como parece aparecer la canciller, no parece estar en posición de marcar rumbos.
De ese triángulo (Merkel-Hollande-Monti) saldrán las decisiones del futuro. No se encaminaban esta misma noche en Bruselas a definir la decisiones. Se vienen muchas cuestiones decisivas en Europa: el referéndum irlandés del 31 de mayo (para ratificar el Pacto Fiscal UE), las elecciones parlamentarias griegas del 17 de junio y la decisiva Cumbre europea de fines de junio.
Pero también cuenta el terror y la presión que ejercen los mercados y el constante rumor de la salida de Grecia del euro. Todo corre velozmente, igual que los cambios internos de Europa, apunta Ansa.