En su primer test electoral como ocupante del Palacio del Elíseo, François Hollande era testigo anoche del cumplimiento del oscuro escenario electoral que se vaticinaba para la izquierda francesa en los comicios municipales que se celebraron ayer en el país. Según los datos provisionales entregados anoche por el ministro del Interior, Manuel Valls, el oficialismo sufría un serio retroceso en las urnas (37,74%) ante la derecha (46,54%), mientras que el Frente Nacional registraba un importante avance, a pesar de un récord de abstención superior al 35%.

Las preferencias de los 44,8 millones de franceses que estaban llamados a votar, entre ellos 280.000 ciudadanos de otros países de la Unión Europea (UE) que residen en el país galo, le otorgaban al Frente Nacional, liderado por Marine Le Pen, un 4,65% de la votación nacional, tres puntos más que en 2008.

De hecho, el partido conseguía en primera vuelta el triunfo en el municipio de Hénin-Beaumont, donde su candidato, Steeve Briois, obtuvo el 50,3% de la votación. "Creo sobre todo que es el final de la bipolarización de la vida política francesa", señaló Le Pen, a la cadena TF1.

Uno de los grandes ganadores de la jornada, en la que se presentaron 930.000 candidatos, fue el partido opositor, Unión por un Movimiento Popular (UMP), que habría obtenido un 48% en ciudades de más de 3.500 habitantes de la votación, pese a estar sumido en una ola de divisiones internas y escándalos.

El Ejecutivo francés estaba consciente de que la baja popularidad presidencial y el descontento de la población, por la falta de resultados positivos en materia económica y social, le jugarían en contra en la primera vuelta de los comicios. De hecho, el primer ministro francés, Jean-Marc Ayrault, hizo un llamado a las personas para que se mantengan unidas en torno a la izquierda oficialista. "La primera vuelta se ha celebrado en un contexto económico y social difícil para los franceses (...). Algunos han expresado sus preocupaciones o dudas con la abstención o sus votos. En la segunda vuelta, es prioritario juntar a todas las fuerzas de la izquierda", detalló Ayrault, consignado por la agencia EFE.

Por su parte, el presidente francés votó en la localidad de Tulle, en el suroeste de Francia, en donde ejerció como alcalde durante siete años. Tras emitir su voto fue fotografiado comiendo papas fritas en un local cercano.

El sillón municipal de la alcaldía de París, la ciudad Luz, era la gran guinda de la torta de los comicios. Dos mujeres sonaban fuerte para tomar las riendas de la alcaldía, la candidata de centroderecha del partido Unión por un Movimiento Popular, Nathalie Kosciusko-Morizet, y la aspirante socialista, Anne Hidalgo. Según las primeras proyecciones, Kosciusko-Morizet llevaba la delantera.