Ni el derrocado Presidente Manuel Zelaya, ni el mandatario de facto Roberto Micheletti están dispuestos a renunciar, pese a que el jefe de estado electo Porfirio Lobo debería asumir el poder en Honduras el 27 de enero.
"No renunciaré al mandato que me otorgó el pueblo", expresó Zelaya en un comunicado.
"No renunciaré, aunque me lo pidan el mundo y algunos países que nos ven con odio", dijo el martes Micheletti a la estación HRN.
Zelaya continúa refugiado en la embajada brasileña tras llegar subrepticiamente a Tegucigalpa el 21 de septiembre. En el comunicado Zelaya dijo que no renunciará "al mandato que me otorgó el pueblo y, con dignidad y honor, seguiré defendiendo los principios democráticos y buscando soluciones justas que permitan transformar a Honduras".
Recordó que han transcurrido 170 días desde el 28 de junio, "fecha en la que como presidente elegido por el pueblo fui secuestrado y desterrado a Costa Rica por un golpe de Estado militar. Por su parte, Micheletti insistió en que no abandonará el poder. "El único que me puede destituir es el congreso... y a la comunidad internacional no le importa si yo estoy en el poder un día más o un día menos".
Micheletti recordó que antes de las elecciones del 29 de noviembre planteó la posibilidad de dimitir "para evitar desórdenes, pero aclaró que "los comicios fueron libres y transparentes".
"Hoy, a 44 días de que asuma el nuevo gobierno, no considero renunciar y concluiré el periodo que el congreso me fijó", agregó a HRN.
En un intento de solucionar la crisis política generada por el golpe, ambas partes suscribieron el 30 de octubre el Acuerdo Tegucigalpa-San José, el cual Zelaya dio por fracasado poco después.
La semana pasada el gobierno de facto frustró dos intentos de salir del país de Zelaya a México y la República Dominicana porque él lo quiso hacer como "huésped ilustre" y "presidente de la república", lo que Micheletti rechazó.
"El (Zelaya) se puede ir como asilado político, pero no a un país centroamericano porque podría desatar un ataque a Honduras y queremos vivir en paz. Podría ir a Estados Unidos, España o a cualquier país serio", afirmó Micheletti a la radioemisora. "Y Zelaya debe entender que ya no es presidente, ahora es un ciudadano con cuentas pendientes en la justicia".
La fiscalía ha encausado a Zelaya por cuatro delitos: atentar contra el sistema democrático de gobierno, traición a la patria, usurpar funciones públicas y abuso de autoridad.
El Presidente de facto no quiso dar detalles de la reunión que sostuvo la noche del lunes en su despacho con Porfirio Lobo.
Se limitó a decir que "con él platicamos de todos los temas importantes... y estoy contento y tengo fe que él hará un buen gobierno para el bien del país".