George Forrester (21) aterrizó en Santiago en julio del año pasado para hacer un curso de intercambio en la Escuela de Periodismo de la UC. Durante los seis meses que duró su estadía, el estudiante inglés, alumno de la University of Southampton, alojó en un departamento de Providencia. En Navidad viajó a Inglaterra para pasar las fiestas con su familia y en marzo de este año volvió a la capital chilena para realizar su práctica profesional.
Esta vez, Forrester se instaló en Andes Hostel, que funciona en Monjitas esquina Mosqueto. Eligió ese lugar no sólo porque está a minutos de la universidad, ubicada en la Alameda con Portugal, sino también porque quería convivir con más personas. "Aquí hay un ambiente diferente y compartes con gente de varios países", cuenta el joven inglés.
Ahí no sólo cuenta con servicio de mucama y desayuno, sino que también aprovecha el bar y la terraza con vista al barrio Bellas Artes.
Si bien los departamentos y residencias universitarias siguen liderando sus preferencias, cada vez son más los estudiantes extranjeros que optan por vivir en los hostales de Santiago mientras desarrollan sus programas de intercambio. Es una tendencia incipiente, pero que se ha extendido en los últimos tres años, según los dueños de estos establecimientos.
A los 1.400 jóvenes que cada año llegan a la UC desde otros países, el plantel les entrega una base de datos con opciones de dónde alojar y cuyos estándares de calidad son chequeados por una asistente social. En ese listado se incluyen seis hostales, que funcionan en las comunas de Providencia y Santiago. Julio Gulin, del Departamento de Relaciones Internacionales de la UC, sostiene que "muchos alumnos se alojan en esos lugares durante un mes, hasta que encuentran una residencia definitiva".
En cambio, otros deciden quedarse y compartir techo con viajeros cosmopolitas y turistas. Sus elegidos son los hostales de Providencia, Yungay, Bellas Artes y Lastarria, barrios cercanos a las principales universidades. Ahí pagan $ 200 mil promedio al mes y pueden optar por una habitación privada u otra compartida.
Un bar en la piscina
Hace dos años, Alicia González abrió un hostal en el barrio Concha y Toro. Lo hizo en una casona de 1930 que heredó de sus padres. Hoy, alojan ahí 20 personas, y de ellas, el 20% son estudiantes de países como México, Brasil y Colombia.
Isabel Serna es una de ellas. Llegó la semana pasada a la capital desde Medellín para cursar, por dos años, un magíster en la U. Diego Portales. Descartó residir en un departamento y, en cambio, optó por hacerlo en este céntrico hostal. "Me gusta porque, pese a que compartes con más gente, tienes privacidad. Además, cuando llego de clases la habitación está aseada y la comida servida", dice la estudiante.
En el tercer piso de la casa hay también una azotea donde los huéspedes pueden hacer asados. De hecho, ese tipo de espacios comunes son uno de los ganchos que atraen a los universitarios extranjeros. En Andes Hostel, por ejemplo, hay un bar, quincho y una mesa de pool. Y la Casa Roja - que funciona en el barrio Brasil y donde han alojado estudiantes de Francia, Australia y EE.UU.- cuenta con un bar en la piscina, jacuzzi, biblioteca de DVD y una cancha de cricket en el jardín.
Por lo mismo, son frecuentes las fiestas en estos lugares. Eso sí, son controladas. En Atacama Hostel -que funciona desde 2007 en calle Román Díaz, Providencia- se creó una student house, donde alojan alumnos de intercambio. Ahí, todas las fiestas deben ser avisadas con anterioridad.
Sebastián Veloso tuvo una mala experiencia con estas celebraciones. Administró, entre 2009 y 2012, una residencia de este tipo en calle Padre Luis de Valdivia, en el barrio Lastarria, donde se hospedaban universitarios de Bélgica, Polonia y Brasil.
"Tenían tanto tiempo libre que hacían carretes con frecuencia. Pero dejaban todo desordenado y los vecinos reclamaban", cuenta Veloso. Por eso, el año pasado decidió convertir el establecimiento en un hostal que recibe sólo a turistas. "A los estudiantes que preguntan por alojamiento les dijo que no", aclara.
La Casa Amarilla
En calle Santo Domingo, el corazón del barrio Yungay, hay un hostal que es conocido por el color de su fachada y por eso lo llaman la Casa Amarilla. Ahí residen jóvenes de todo el mundo, varios universitarios.
Matthew Dejean llegó desde Lyon, Francia, como alumno de intercambio de la U. de Chile y, a una semana de haber arribado a Santiago, se enteró de este lugar. Lo vio y no lo pensó dos veces. "Me gusta la hospitalidad y tener todo por $ 140 mil. No me preocupo de pagar luz o agua, sólo de comprar comida", remata el francés.