House sitting: Mi casa es tu casa
Viajero A se quiere ir de vacaciones, pero el cuidado de la casa o de su mascota no lo deja dormir tranquilo. Viajero B quiere conocer una ciudad nueva y vivir como un local, pero no tiene suficiente presupuesto. Miles de personas A y B están encontrando una solución complementaria a sus necesidades a través del house sitting, una nueva forma de viajar.
Para muchas personas la llegada de las vacaciones viene acompañada de la preocupación por encontrar a alguien que cuide la casa, se haga cargo de la mascota o el jardín, o recoja el correo para que no quede botado y a la vista. Algunos recurren a familiares o amigos, otros pagan por ese servicio y hay quienes optan por un hotel para animales. Incluso hay soluciones más crueles y se sabe que el número de mascotas abandonadas aumenta durante las vacaciones en varios países.
Las personas que enfrentan ese problema están haciendo crecer una nueva alternativa de viaje colaborativo: el house sitting o cuidado de casas. Actualmente en internet hay varios sitios que ayudan a quienes van a salir de la ciudad o el lugar en que viven a encontrar a un turista que a cambio de alojamiento y la posibilidad de vivir de manera más parecida a un local está dispuesto a asumir algunas responsabilidades como darle de comida al gato o regar el pasto.
Mara Castro y Nahuel Atanasoff, por ejemplo, son una pareja de argentinos trotamundos que registran sus recorridos en el blog Viajeros y algo más. En 2014 realizaron su primer house sitting, y se quedaron varios meses en una casa en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia. “Es ideal para aquellos a los que salen seguido o por largos periodos. Te da la oportunidad de descansar y de generar una pequeña rutina en cualquier sitio”, explica Mara, quien agrega que también “es buena opción para los que tienen bajo presupuesto y quieren conocer un lugar distinto durante sus vacaciones, pero tienen que ser flexibles con las fechas y la ubicación”.
Vitrinear en los sitios de house sitting es soñar con quedarse en una casa increíble, cambiar de vida por un par de semanas o conocer sitios que no se nos habrían ocurrido de otra manera. En Sudamérica, probablemente por factores culturales como la existencia de redes familiares más extensas o cercanas geográficamente o por la desconfianza que genera dejar el lugar en que se vive en manos de desconocidos, no es una alternativa muy conocida y, como consecuencia, las ofertas que hay disponibles en la región son muy codiciadas y competitivas.
En Europa, Norteamérica y Oceanía, en cambio, el house sitting es una tendencia al alza y en TrustedHousesitters.com, unos de los sitios líderes, dicen que su negocio prácticamente se duplica cada año y cada mes tienen 1.500 nuevos avisos de dueños de casa, en su mayoría en Europa, Australia y Estados Unidos. “Hemos logrado más de un millón de noches de cuidado de casa y mascotas, lo que se traduce en un ahorro de más de 200 millones dólares en alojamiento y guardería de animales”, señala Catherine Loftus, la directora de marketing del sitio creado en 2010. El beneficio no es sólo económico: “Los veterinarios dicen que los animales son más felices en su entorno habitual, y los dueños se quedan más tranquilos al saber que se encuentran personalmente cuidados”, dice ella.
Cómo funciona
Al igual que todas las experiencias colaborativas, el sistema se basa en la confianza. Habitualmente no hay intercambio de dinero, y el capital más importante es el de las reseñas tras la experiencia.
Varios de los sitios dedicados a este servicio piden pagar una membresía que permite crear un perfil. Uno de los factores más importantes es la seguridad, y para eso las empresas ofrecen ciertas herramientas: Nomador, por ejemplo, antes de incluir a alguien en la base de datos pide comprobante de domicilio y una identificación. En Trusted Housitters se pueden agregar elementos como un certificado de antecedentes penales y referencias de un empleador.
Tras eso, el que busca cuidador publica un anuncio con el lugar, las fechas, el tipo de labores que hay que realizar y las características del alojamiento, y los interesados envían sus solicitudes y referencias, entre ellas, experiencias pasadas en este tipo de intercambios.
Los entrevistados coinciden en que el postulante debe hacer su perfil cuidadosamente, con la mayor cantidad de información y siendo honesto respecto a las reales capacidades que tiene para cumplir una función. La mayoría de los propietarios busca a una persona que cuide a su mascota, por lo que el amor por los animales y la experiencia previa con ellos es una ventaja, al igual que el interés en plantas y jardines.
Como la mayor parte de las solicitudes no son en América Latina, hablar inglés u otros idiomas también puede ser necesario.
Los sitios permiten que las dos partes se manden mensajes para así conocerse y se aconseja tener conversaciones por videoconferencia, e incluso en persona si es posible, antes de definir cuál es el mejor candidato.
Una vez que el anfitrión elige a su huésped, ambos fijan las condiciones y detalles. Cada acuerdo es único, pero típicamente consiste en alojamiento gratuito –con acceso a todos los servicios- a cambio del cuidado de las mascotas –paseos, alimentación, necesidades especiales-, además de limpieza y mantención básica de la casa. Algunos incluyen adicionales, como el uso de un auto, atender animales de granja o un pago si el visitante se va a quedar varios meses.
Lo que dicen los usuarios
“Como principio general, hay más gente buena que mala en el mundo”, opina Mara Castro, y así parece indicarlo la experiencia, que muestra tasas de satisfacción casi cercanas al 100 por ciento, según cifras del sitio Nomador. “Es curioso, dentro de las pocas experiencias que no son tan buenas, la mayoría viene de los cuidadores y no de los dueños de casa, e incluso en esos casos prefieren pasar por alto los aspecto negativos para quedarse con una experiencia que fue satisfactoria para ellos”, explica Mariannig Ferrari, la creadora de esa empresa.
Fue lo que le pasó a Dalene y Pete Heck, una pareja de canadienses que recorre el mundo haciendo house sitting y que fueron nombrados “Viajeros del año” en 2014 por National Geographic. Ellos han cuidado 15 casas en 11 países en los últimos seis años. “La única experiencia que no fue tan buena pasó cuando llegamos a una casa en Irlanda y tuvimos que limpiarla dos días para sentirnos cómodos”. Dalene aconseja que aunque no haya intercambios de dinero, todos los acuerdos queden por escrito para evitar malentendidos y manejar las expectativas de cada uno.
Ella y su pareja están llenos de datos como ese, y por lo mismo escribieron el libro How to Become a House-Sitter and See the World (Cómo convertirse en house sitter y ver el mundo, disponible en su sitio Hecktictravels.com) en el que recomiendan cómo presentarse, qué sitio elegir y cómo ser un buen cuidador.
La información no está de más porque en este mercado hay más cuidadores que casas disponibles, por lo que mientras los propietarios pueden regodearse, conseguir la primera asignación, cuando todavía no se tienen referencias, cuesta. Pero se puede. Ante todo hay que ser flexible. “Además de responsable y respetuoso, hay que entender que cada casa es diferente y saber aceptar los requerimientos del dueño”, explica Dalene Heck.
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