En Japón, el primero que llamó la atención de la neurociencia fue Neymar. Los investigadores asiáticos realizaron un estudio del astro del Barcelona y llegaron a la conclusión de que muchas de las jugadas que realizaba el delantero paulista se producían por automatismo. Es decir, que su cerebro había asimilado los movimientos a la perfección y no necesitaba pensar a la hora de realizar un regate. Esto ayudaba a que el capitán de Brasil tuviera más neuronas disponibles para resolver situaciones de riesgo durante el transcurso de un partido.
Así, la neurociencia comenzó a tomar protagonismo en el fútbol. En Sudamérica, por ejemplo, Marcelo Gallardo fue uno de los primeros en implementarlo en River Plate. De la mano de doctora Sandra Rossi, quien dirigió el proyecto, el club dejó atrás temporadas marcadas por los fracasos deportivos para conseguir la Copa Libertadores, en 2015.
Hoy, Guillermo Hoyos lo empieza a aplicar en la U. En su afán de reinventar el juego del equipo estudiantil, situación que conversó personalmente con Ronald Fuentes, gerente deportivo del club, el técnico solicitó a la dirigencia preparar un salón con los implementos necesarios para empezar a llevar a cabo la neurociencia. Azul Azul aceptó el requerimiento, que implicó gastar cerca de $100 millones.
En el CDA se prepará un salón con televisores y diferentes artefactos claves para mejorar el rendimiento de cada jugador. La vista (en su idea de desarrollar una visión panorámica del campo de juego), el oído (para reconocer y anticipar los movimientos a través de los sonidos) y el tacto (para mantener el balón cerca del pie y así mejorar el dribbling) asoman como los principales pilares de la nueva estrategia que implementará el último campeón del fútbol chileno.
Pero, ¿cómo se desarrolla el plan de trabajo? La idea es llevar a cabo una serie de ejercicios relacionados con la observación, la detección y la respuesta rápida a ciertos estímulos. Radica principalmente en que el jugar al fútbol no tiene sólo relación con los pies, sino también con la cabeza.
El malogrado Johan Cruyff, para muchos el padre del estilo del Barcelona, ya anticipaba la importancia de desarrollar otros áreas del cuerpo: "Todos los entrenadores hablan de movimiento, sobre correr mucho. Yo digo que no es necesario correr tanto. El fútbol es un juego que se juega con el cerebro. Debes estar en el lugar adecuado, en el momento adecuado, ni demasiado pronto ni demasiado tarde", decía, con seguridad.
Para Víctor Hugo Monteza, peruano que estudió en detalle la neurociencia, y cercano a Edorta Murua, ex jefe de las series menores de la U, la jugada sólo traerá réditos positivos: "Lo importante no es sólo lo físico, también lo mental. Los cinco sentidos son clave para mejorar el rendimiento de cada futbolista".
Por su parte, Rodrigo Cauas, sicólogo deportivo, explica la importancia de sumar la novedad a los clubes deportivos: "La neurociencia empieza hace años en el Milan, en el MilanLab. Lo que se hace principalmente es someter a los jugadores a imágenes y sonidos, que siempre son asociados a movimientos, para fortalecer el cerebro".
La idea de Hoyos apunta a sacar la mejor versión de cada futbolista. Sabe que la neurociencia puede ayudar a sus dirigidos a ganar segundos al momento de tomar una decisión. "Todo lo que el deportista consume va quedando en una zona del cerebro que se llama cerebelo. Cuando el deportista ejecuta una acción que realizó con anterioridad, ya no toma una decisión, sino que baja información de un trabajo que ya realizó", dice Cauas.
El nuevo método de trabajo azul, sostiene Cauas, ayuda a soportar de mejor manera la presión: "También ayuda a trabajar la tensión y la concentración. Tiene técnicas importantes para mantenerse focalizado cuando estás cansado, o cuando hay momentos de tensión que debes enfrentar. Para qué hablar lo importante que puede llegar a ser en una serie de penales. El técnico tendrá un detalle de cada futbolista", cierra.
Hoyos, DT e innovador.