Ya han pasado quince minutos de la hora en que Hugh Laurie debía subir al escenario de la reducida versión del Movistar Arena y el público está un tanto impaciente. Pero una vez que aparece el actor a quien una parte importante del mundo conoce como su alter ego televisivo, Gregory House, ya no se escuchan más que señales de aprobación.
Laurie saluda y hasta se arrodilla en modo de agradecimiento, pero es cuando le cantan Cumpleaños feliz que el británico que acaba de cumplir 53 años se pone una mano en el corazón y se saca el sombrero.
En cuanto abre la boca, suena la voz en castellano de su célebre personaje -algo que ya se vio en sus shows en Argentina-, que explica que está disponible para doblajes porque "a este idiota" se le ocurrió dejar la serie por la música. Y a pesar de que Laurie dice que los músicos que la Bottom Copper Band se encargará de cubrir sus errores porque son los "mejores músicos del mundo", desde el inicio con "Mellow down easy" es evidente que el actor no es ningún idiota por apostar por la música y que no necesita que lo salven.
Ya sea sentado al piano en temas como St James infirmary, Battle of Jericho y Unchain my heart o en la guitarra con You don't know my mind y Winin' boy blues, escuchar a Laurie además de Jay Bellerose en batería, Kevin Breit en guitarra "y todas las cosas con cuerdas", Vincent Henry en saxo, clarinete y armónica, Kevin Warren en teclados y David Piltch en contrabajo, es un total agrado.
Este improbable intérprete de blues -él mismo suele bromear en entrevistas con que su vida no podría ser más diferente que la de los autores de los temas-, es siempre gracioso y didáctico: se da el tiempo para decir el nombre de las canciones y contar la historia de sus creadores. E incluso juega a ser bailarín para Junko's partner.
A mitad del show se da el tiempo de servirle whisky a su banda y justo antes de Yeh Yeh le dice a la audiencia que son "muy buenos aplaudidores", siguiendo con el constante feedback que salpica con comentarios como "No sé cómo responder a eso", "Has estado tomando más que yo" o "El amor es un camino peligroso", hacia las fans que le gritan sus declaraciones.
Pero a pesar de tanto diálogo, el protagonismo no lo deja la música ni el tributo a sus canciones favoritas como Swanee River -la única que quería tocar en clases de piano cuando era un niño, pero que su profesora no le permitía interpretar-, Tipitina y Let them talk, que le da el nombre a su debut discográfico de 2011.
Cuando llega el momento del bis con Changes y Tanqueray, Laurie comenta que lo ha pasado muy bien en su primera visita a Chile y bromea con que no tiene más canciones para tocar. Según cuenta, la única opción es partir todo de nuevo. Ciertamente, al público -que lo despide aplaudiendo de pie tras casi dos horas de show-, eso no le molestaría demasiado.