Fue en la década del 70 cuando el Ictus se transformó en la compañía teatral emblema de la oposición al régimen de Pinochet. En paralelo, también impuso el género de la creación colectiva. En clave realista, diferentes cuadros formaban una estructura dramática fragmentaria donde cada historia era independiente a la otra. El hilo conductor estaba en el lenguaje coloquial y en los temas contigentes.
Lindo país esquina con vista al mar estaba compuesta por cinco cuadros titulados con nombres de boleros. Creación colectiva del Ictus a partir de textos y relatos de Marco Antonio de la Parra, Darío Oses y Jorge Gajardo, la obra registró la situación social que vivía el país a fines de los 70.
En Vereda tropical (allegro a modo de danza) se reactualizaba en clave de humor el mito de Fausto a través de la venta del alma que lleva a cabo una consumista mujer a cambio de la compra de electrodomésticos. Contigo en la distancia (Fuga) sigue la suerte de un dictador latinoamericano que huye tras ser expulsado de su país. Noche de ronda (andante con moto) relata el encuentro de un motociclista con un alma errante. Toda una vida (finalle allegro) tiene por protagonista a un entusiasta anciano que trastorna el asilo donde está recluido con su celebración por la caída del régimen militar, aunque en ello confunde fechas y personajes. Este personaje, inspirado en un paciente real de Marco Antonio de la Parra en el Hospital Siquiátrico, y su enfermera Marilyn Machuca ganaron popularidad entre el público que acudía a la sala La Comedia, convertida entonces en un espacio de disidencia cultural.
"Ese es uno de los personajes que más cariño le tengo de los que hice en el Ictus", recuerda Delfina Guzmán. "Cayó, cayó, cayó... Así gritaba el personaje de Nissim Sharim. Cayó, cayó, cayó el general... Ibáñez. El público estaba aterrado. Todos creían al principio que estábamos hablando de la caída de Pinochet. Creo que sobrepasamos el límite de lo que en la época se podía hacer bastantes veces, porque nunca tuvimos miedo. Teníamos una actitud muy digna e insolente", agrega.
Luego se integró una quinta historia que transcurría en un estadio en medio de un surrealista partido de fútbol donde se asesinaba al árbitro, metáfora de la violencia imperante en el país.
Según el director Nissim Sharim, en esa época los militares dejaron montar la obra sólo para demostrar a la comunidad internacional que en Chile no había represión. "Incluso circuló un memorandum de la CNI donde se recomendaba que este tipo de obras de teatro no fueran censuradas para evitar esa imagen negativa", recuerda el director y actor del Ictus.
Originalmente protagonizada por Sharim, Delfina Guzmán y Maité Fernández, en 2010 el director actúa junto a María Elena Duvauchelle, Roberto Poblete, Paula Sharim y Nelson Vargas.