Ese arquero argentino que pasó por Unión Española en 2005, recordado por la agresión al árbitro Enrique Osses, empieza a recorrer un nuevo camino. A un mes y medio de cumplir los 42 años, Ignacio González decidió que llegó el momento de ser entrenador. Era su objetivo, pero le faltaba encontrar el mejor instante para lanzarse. Como Luis Zubeldía dejó Racing y le ofrecieron un interinato de un partido, "Nacho" aprovechó la ocasión y ahí anunció que esos 90 minutos serían tanto su despedida del club como su despegue como técnico. "Me quedé sin trabajo, aunque no me sobra el dinero ni estoy salvado. Me estoy tirando a una pileta vacía, es cierto, pero lo hago porque tengo el objetivo claro", le cuenta a La Terc era en la intimidad de su departamento de Barracas, en Buenos Aires.

En estos días, Ignacio González estará en Chile de nuevo: "El martes o miércoles, vuelo para Santiago. Voy a ir a Católica, porque ahí tengo al 'Tati' Buljubasich para saludarlo, para charlar, para ver cómo trabajan. Después, pasaré por Unión Española, ahí está Sierra, un amigo, jugamos juntos. Y voy a ir a un par de clubes más". El propio "Nacho" ubica la charla en aquel día fatal en Chile: "Tengo un gran recuerdo de mi paso por Unión Española. No terminó bien, pero me trataron de 10 desde que llegué hasta ese pequeño-gran incidente que marcó el final de mi etapa ahí, lamentablemente".

¿Qué recuerda de aquel día?

Tuve un incidente con Enrique Osses, el árbitro. Fue una jugada en la cual la pelota salió bastante de la cancha. Le hice una seña al juez de línea y ese gesto en Chile es como una mala palabra. Por eso me dijo: "Si volvés a hacer ese gesto, te echo". Y le contesté que sólo le había mostrado la distancia de la línea que había traspasado la pelota. Y sin insultarme, me trató mal.

Parece que González estuviera viviendo aquellos segundos letales: "Como no me gustó, empezamos con un ida y vuelta interminable. Le decía: "¿Por qué me tratás mal?". Me devolvía: "Juegue". Le insistía: "¿Estar vestido de negro te hace tener más poder?". Y él de nuevo: "Juegue". Y hubo varios "juegue, juegue, juegue", mientras nos íbamos alejando, porque él se iba para el medio de la cancha. Entonces, esa distancia cada vez más grande nos hacía gritar cada vez más. Y cuando vino con la tarjeta en la mano, reaccioné".

¿Cuando veía que se acercaba, ya había decidido que le pegaba?

No, no. No le pegué. Le puse la mano en el pecho, arriba, pero no en el cuello. Lo empujé y lo tiré al piso. Ahí nomás me fui.

¿Qué pensó en el vestuario?

Me di cuenta de que me había equivocado feo. Lo que vino después no fue agradable. Por las leyes de seguridad de Chile, los carabineros se pararon en la puerta del vestuario y me detuvieron. Estuve unas dos horas en una celda, hasta me sacaron los cordones de las zapatillas. Igual el trato fue cordial, eh.

¿Por qué le pasó?

No es excusa, por supuesto. Estuve mal, muy mal. Pero en aquel momento estaba sólo en Santiago. Extrañaba a mi familia. No estaba bien. Creo que eso influyó.

¿En su país no le hubiera pasado?

No. Igual soy temperamental, pero creo que no hubiera llegado a eso acá. A trompadas no me agarré nunca, pero soy calentón.

¿Volvió a hablar con Osses?

Intenté hablar con él, pero no lo ubiqué. Igual le pedí disculpas públicamente esa noche, en un programa de TV muy visto en Chile.

¿Qué sacó de positivo?

Comprobé que ese odio que dicen que hay entre el chileno y el argentino es puro cuento. Por el buen trato de los carabineros, que contaba antes. Pero también por mis compañeros y el cuerpo técnico. Fueron todos con el micro a esperarme a la comisaría. Y se quedaron ahí hasta que me liberaron. Eso demuestra que no soy mala leche. Fue una gratificación en un momento tan delicado.

¿Qué le diría a un jugador suyo, que haga lo mismo que hizo?

Nada le diría en el vestuario. No usaría el látigo. Trataría de escucharlo cuando se serene y en lo posible buscaría entenderlo. En los momentos calientes hay que callarse la boca. Lo bancaría a muerte, pero le pediría que no lo repita. Si reincide, ahí tomaría medidas con otros profesionales.

¿Le gustaría dirigir en Chile?

Claro que sí. El fútbol chileno creció mucho en comparación con el 2005, cuando estuve. Hay muchos técnicos y jugadores argentinos. Hay chilenos en un gran nivel en el exterior, la Selección es protagonista, Pellegrini en Inglaterra...

¿Quién marcó el antes y el después en Chile? ¿Fue Bielsa?

Viene de antes. De Gorosito y de Acosta, de Sergio Vargas... A partir de ahí, empezó todo. Y se potenció con Borghi en Colo Colo, con Bielsa en la Selección. Ellos fueron los embajadores argentinos que ayudaron a transformar al fútbol chileno en una muy buena plaza.

¿Cómo ubica a Chile en el fútbol de Sudamérica?

Entre los países top, sin dudas.