El argentino Ignacio González (45 años) respira fútbol desde el momento en que se levanta. Se muestra apasionado y trabajador. Hace 13 años pisó tierra chilena como arquero y un año más tarde tenía en sus manos el título del Apertura 2005 con Unión Española. También dejó un episodio que lamentar, sin duda por el que será siempre recordado, cuando no aguantó una tarjeta amarilla que le mostró el árbitro Enrique Osses y lo golpeó en el rostro: tres días más tarde recibía 22 partidos de sanción. Ya retirado, pasó a los banquillos, primero como ayudante (Las Palmas) y luego como preparador de arqueros (Lanús y Racing). Ahora ejerce al fin como entrenador principal en Atlético Venezuela, con el que debutará esta noche por primera vez en una competición internacional. Antes de eso, atiende a La Tercera.
¿Cómo recuerda su paso por Chile?
Desde lo futbolístico, bien, saliendo campeón con Unión Española. Teníamos muy buen plantel, con el Coto Sierra a la cabeza. En lo extradeportivo, por el hecho que todos ya conocen y al que me he referido muchas veces, bastante mal. Era mucho más joven y estoy súper arrepentido. También tuve la posibilidad de viajar en 2013 y encontrarme con Enrique Osses. Tuvimos una charla amena por teléfono y ya está todo bien.
¿Fue una calentura?
Sí, pero como jugador profesional, uno no se puede permitir eso. No hay excusas a pesar de las pulsaciones. El castigo estuvo bien. La dirigencia de Unión se portó muy bien dentro de todo. Mis compañeros me respaldaron y la prensa me trató bien a pesar de que no es un caso usual que un jugador le pegue a la autoridad máxima dentro del campo de juego. Pero de todo en la vida se aprende. Por suerte ya pasó. Ahora uno intenta desde otro lugar intentar transmitirles a los jugadores un buen comportamiento en la cancha.
¿Ha regresado a Chile después de su partida de Unión?
Sí, en 2013. Fui a ver al Coto Sierra. Me encontré con una sociedad anónima y con un club mucho más potenciado en lo económico. Y también tuve la posibilidad de hablar por teléfono con Enrique Osses y dejar todo bien. Es tema cerrado.
¿Cuándo surgió la posibilidad de ser técnico?
En el segundo semestre de 2005 yo no jugué y en el primero de 2006, regresé a la Unión Deportiva Las Palmas. Coincidí ahí con Javier Vidales, secretario técnico del club, que asumió como entrenador en 2008. En ese momento, me dijo que hiciera el curso de entrenador. Tengo la ventaja de haber jugado en el arco y ver el fútbol desde atrás. Vidales me dijo que yo veía bien el fútbol. A partir de allá comencé a tomar un gustito por el técnico. Fue todo un desafió para mí.
Pasó de jugador a segundo entrenador en su club, ¿extraño no?
Sí, es otra posición y otra postura. Fue raro porque antes era jugador. Me retiré y después de dos meses tenía que entrenar a los mismos que tenía como compañeros. La imagen del segundo entrenador no es la misma que la del primero pero para ambas se necesitan buenas personalidades y un gran liderazgo. Debes estar en muchos temas como planificaciones, tácticas, dónde hacer daño al rival y estar en los mínimos detalles. Me gusta.
¿Qué conoce de Palestino, su próximo rival?
He visto sus últimos cuatro juegos. En Perú, cuando jugó un amistoso con Alianza de Lima. Y en el Clausura lo vi contra Huachipato, Universidad de Concepción y Audax Italiano.
¿Cómo lo vio en lo futbolístico?
Pregonan un fútbol con salida clara de fondo por abajo. Con jugadores de mucha movilidad, buscan ser verticales. Esa una de las características que imprimió Guede en su paso por el club. Tienen un buen fútbol.
¿Qué opinión tiene del fútbol de Chile?
Buena, ha evolucionado en lo futbolístico. Me seduce el fútbol chileno porque va hacia delante. Con Bielsa y Sampaoli creció mucho. La liga chilena, también; no es la misma que cuando yo estaba. Por ejemplo, el campo de juego ha mejorado en Santa Laura y eso genera una mejor calidad de jugadores y mayor nivel de progresión. La liga de Venezuela va en esa misma línea.
¿Cuál es su sello como entrenador?
Intentar salidas claras, aunque si no puedo, juego en largo. No tengo problemas con salir a pelotazos si el equipo rival presiona bien. Pero sí, me gusta un juego de asociaciones y de posesión con sentido de verticalidad para mover al rival y conseguir profundizar. Para ello tengo jugadores de distintas características, pero siempre pregonando el orden y equilibrio.
¿Cuál es su objetivo con Atlético Venezuela?
Vengo de un fútbol carnívoro, en Argentina, donde los proyectos no existen. Quiero encontrar regularidad y tranquilidad, progresar con Atlético Venezuela. Pasé dos años entrenando juveniles y me parece sumamente importante el proceso de formación, porque es la base de un jugador. Ese paso me hace llegar con un poco más de experiencia. Me gustaría poder mantener un proyecto y ahí ver el crecimiento de jugadores. Los éxitos no van de la mano de los triunfos y logros. Quiero dejar algo en el club. En caso de que me vaya, quiero que me recuerden como alguien que dejó un legado.
¿Qué comparación hace del fútbol venezolano con el chileno?
Es difícil comparar Venezuela con Chile. En Sudamérica está todo muy parejo. Sé que Chile ha evolucionado y Venezuela apunta a eso. No me gustaría decir si Chile está más arriba o viceversa.