El lunes pasado, el presidente de la DC, Ignacio Walker, encabezó la reunión en la que parlamentarios, abogados y economistas del partido analizaron artículo por artículo la reforma tributaria del gobierno. En dicho encuentro no sólo se profundizaron las críticas de la colectividad a parte del proyecto -algunas de las cuales terminaron forzando a La Moneda a presentar indicaciones para morigerar las atribuciones del SII-, sino que se pusieron sobre la mesa los ejes que el partido defenderá de cara a lo que queda de tramitación en la Cámara y luego en el Senado. Y Walker avisa: "He sido ocho años diputado, cuatro senador y nunca un proyecto ha salido como ingresó, y esta vez no será la excepción".

A fines de febrero, planteó su molestia por el trato del gobierno a la DC. Dos meses después, ¿cómo ha evolucionado esa sensación?

Mentiría si no dijera que la percepción al interior de la DC es que no fuimos necesariamente bien tratados. Doy un ejemplo: somos un tercio de la Nueva Mayoría y tenemos un cuarto de los ministros y subsecretarios. Pero quiero decir que esto es algo zanjado. La mesa nacional de la DC, por la unanimidad de sus miembros, decidió apoyar todas las designaciones de Michelle Bachelet. Eso sí, junto con lo anterior, he notado cierta preocupación porque la DC quedó fuera del sector social del gobierno. Me refiero a los ministerios de Educación, de Vivienda, Desarrollo Social, Sernam, donde no tenemos ministros ni subsecretarios. Ahí hay una gran interrogante de qué condujo a aquello.

¿Se le ocurre por qué?

No, no creo que haya nada deliberado. Pero es un hecho.

En la Nueva Mayoría se dice que ustedes no están en esos ministerios para evitar que se ponga un freno en las áreas donde más quiere avanzar este gobierno.

Eso es muy injusto, porque nosotros hemos dicho que no vamos a ser un freno o un dique de contención a las reformas asociadas a la Nueva Mayoría o al gobierno de Michelle Bachelet; al contrario, vamos a estar y hemos estado en la primera línea. Nuestro compromiso con el gobierno y con el programa es real.

Y en el panorama más general, ¿están cómodos en este gobierno de la Nueva Mayoría?

Sí, derechamente sí. Creo que hemos tenido un buen mes, más allá del terremoto y el incendio, que nos han sacado del libreto, tal como ocurrió hace cuatro años.

Se lo pregunto porque su partido ha sido el que más ha marcado diferencias con el gobierno, primero, por las nominaciones y, luego, por la reforma tributaria.

Uno de los aportes que la DC va a hacer al gobierno de Michelle Bachelet es marcar un matiz, marcar nuestro sello, nuestra impronta, nuestro punto de vista. En ese sentido, más vale que nos vayamos acostumbrando a la idea de que la DC, comprometida con el gobierno y con el programa, va a marcar ese matiz, ese punto de vista, ese sello. De lo contrario, le estaríamos haciendo un flaco servicio al gobierno de la Presidenta Bachelet.

Eso suena a estar con un pie dentro del gobierno y con otro afuera.

Por cierto que no. Nosotros estamos y vamos a estar con los dos pies en el gobierno, y eso es definitivo.

Además de lo que han calificado como atribuciones excesivas de Impuestos Internos, ¿qué otras objeciones tienen sobre la reforma?

La DC está comprometida con el objetivo que ha planteado la Presidenta Bachelet de recaudar tres puntos del producto, es decir, US$ 8.200 millones en régimen de aquí al año 2018. No hay dos opiniones en la DC, ni un peso menos de lo que se ha planteado recaudar.

En cuanto al instrumento principal, somos partidarios de que sea el impuesto a la renta, que es un impuesto directo, más que el IVA, del que en el pasado tal vez hemos abusado, que es un impuesto indirecto. Ahora, cuáles son las dudas: primero, como ha dicho Ricardo Ffrench-Davis, hay que distinguir entre lo principal y lo accesorio. Este no es un proyecto que se pueda votar en bloque, hay cosas más importantes y otras menos. Eso es parte del debate parlamentario.

¿Se equivocó el gobierno al presentar y querer discutir todo de una vez?

Todo gobierno tiene la tendencia y la aspiración a que el proyecto que presentó salga tal cual como lo ingresó. He sido ocho años diputado, cuatro senador y nunca un proyecto ha salido como ingresó, y esta vez no será la excepción.

Ahora, cuáles son los objetivos de la DC en el debate parlamentario para mejorar el proyecto: primero, evitar una amenaza para la clase media y las pymes. La DC se va a asegurar de que la reforma tributaria no afecte a la clase media. Segundo, evitar una excesiva discrecionalidad del Servicio de Impuestos Internos. Se trata de respetar el debido proceso y de entender que la reglamentación y la fiscalización de la autoridad administrativa deben ser para cumplir con la ley, y no para torcer su verdadero sentido de alcance. Tercero, y muy importante, garantizar el dinamismo económico. No podemos olvidar que cada punto de crecimiento son US$ 600 millones adicionales para la recaudación fiscal. Y la verdad es que, más allá de un proyecto que en general está bien concebido, no sabemos qué efectos reales va a tener esta reforma tributaria en términos del crecimiento y el dinamismo económico, y por eso es que hay que hacer bien la pega, sin apuro, dándose el tiempo que sea necesario para discutir.

Dice que la reforma afectaría a la clase media.

Si hay un tema sensible para la clase media, es el de la vivienda. ¿Y qué es lo que tenemos en Chile en los últimos 25 años? Una nueva clase media y una de sus dimensiones fundamentales es el acceso a la vivienda. Entonces, por ejemplo, está muy bien gravar con impuestos las ganancias de capital en el negocio inmobiliario pero, ¿qué pasa con las personas naturales? Doy un ejemplo: qué pasa con un adulto mayor que tiene un departamento de 60 m2 en Santiago y se compró una casa en El Quisco de $ 50 millones. Pues bien, ese adulto mayor, al momento de vender esa casa en El Quisco para hacerse una renta para su jubilación, va a tener que pagar un impuesto a la ganancia de capital. Ese es un ejemplo bien concreto, y doy otro: un profesional joven. El proyecto baja el piso del IVA a la compraventa de viviendas de 4.500 UF (unos $ 95 millones) a 2.000 UF (que son $ 45 millones). Obviamente, a ese profesional joven, que quiere comprar una vivienda de $ 50 millones, se le va a encarecer el acceso a la vivienda.

¿Ustedes participaron de la elaboración de la reforma? ¿Por qué no plantearon antes estas objeciones?

El programa sobre la reforma tiene tres páginas, el proyecto de ley tiene 176 páginas, y entonces, como este es un partido serio, por eso la reunión del lunes, con 12 diputados, cuatro senadores, seis expertos, en que uno va leyendo el proyecto y se encuentra con cuestiones que no estaban en el programa y que pueden tener repercusiones en la clase media o las pymes. La filosofía del proyecto, que nosotros apoyamos, es que paguen más los que tienen más, y eso no está necesariamente en estos aspectos que he mencionado. Esta es una reforma que debe tener efecto en los próximos 20 a 30 años, por eso hay que hacer las cosas bien, y es muy difícil vislumbrar los efectos reales que tiene la reforma tributaria respecto del dinamismo económico y del crecimiento. Y en este punto nos preocupa la retención del 10%, que aparte del 25% se haya incluido una sobretasa del 10%, porque para muchas empresas va a llevar que su tasa aumente del 20% al 35%, aunque se trate de una retención. Todo esto lo decimos por una razón política, porque la Nueva Mayoría es un acuerdo político y programático de centroizquierda, y la DC va asegurarse de que se mantenga un centro robusto, vigoroso, para producir los equilibrios que el país necesita. El gobierno debe hacerse la idea de que la DC va a introducir un matiz, un punto de vista, y eso lo vamos a hacer en la reforma tributaria, en la reforma educacional, en la constitucional.

Decía que la reforma se debe tramitar sin apuro, pero en la Cámara ha tenido un ritmo bastante acelerado. ¿Teme que eso se repita en el Senado?

En la Patagonia hay un dicho: "El que se apura, pierde el tiempo". Obviamente que en la reforma tributaria, a diferencia de la educacional, hay un mayor sentido de urgencia, pero como dijo la Presidenta hace dos semanas: "Con urgencia, pero sin precipitación". ¿Por qué? Porque esta tarea hay que hacerla bien y hay que tomarse el tiempo necesario. Ahora, la reforma tributaria tiene un mayor sentido de urgencia también porque los actores, los empresarios, micro, medianos, pequeños, ¿qué es lo que quieren? Un horizonte de certeza, por lo tanto, creo que es razonable que el proyecto se despache de aquí a agosto. Pero en el Senado, yo conozco a Andrés Zaldívar, a Ricardo Lagos Weber y Carlos Montes. El que crea que eso va a ser un mero trámite se equivoca, no conoce el debate parlamentario.

Al ministro Alberto Arenas se le ha acusado de falta de diálogo.

Es natural que el ministro trate que una reforma en la que él cree firmemente, la quiera sacar lo más parecida a cómo entró; eso son los ministros en general. Yo he sido ministro, uno trata de convencer al Parlamento de que mi proyecto es lo mejor para el país, pero yo creo que el ministro se ha ido dando cuenta, ha ido reaccionando, como con las indicaciones en materia de Impuestos Internos, en el sentido del debate parlamentario, que es el primero que enfrenta, porque antes fue director de Presupuestos, y un gran director de Presupuestos, pero él y su equipo están entendiendo que el debate parlamentario tiene su propia dinámica.

Cuando se cuestiona la reforma tributaria, en el gobierno responden que estaba en el programa, como si el programa fuera algo intocable.

El programa de gobierno es una carta de navegación, no una camisa de fuerza. Hay algunos que piensan así, y creo que no entienden lo que es la lógica de la política. Lo único que les falta es hablar del capítulo 3, versículo 18. El programa no es la Biblia, ni el Corán, ni la Torá. Es un programa de gobierno que fue sancionado por la mayoría y vamos a ejercer esa mayoría, como ocurrió con el voto de los chilenos en el extranjero, pero también vamos a buscar construir los mayores acuerdos posibles en los temas de mayor complejidad, que son los de país, los de futuro. Esos temas no se ganan por uno o dos votos, por una mayoría ocasional. Se ganan con buenos argumentos, con debate parlamentario.