Transcurridos seis meses de la administración de Michelle Bachelet, el presidente de la DC, Ignacio Walker, analiza la gestión del gobierno. También, ataca duramente al llamado sector "progresista" del oficialismo -aquel que defiende un carácter "refundacional" de las reformas- y dice que los "matices" planteados por su partido sirvieron para corregir proyectos que tenían "serias deficiencias".
¿Cuál es su balance?
El gobierno ha ido de menos a más. Hemos pasado de la poesía de la campaña a la prosa del gobierno y las políticas públicas. Hemos pasado de la ingenuidad, de pretender que las cosas se hacen con un mero acto de voluntad, a la mayor complejidad que impone la realidad. Lo importante es constatar que en algún momento la clase media sintió que se estaba quedando fuera de la foto. Eso, que se insinuó en la reforma tributaria y se consolidó en la educacional, ha sido un motivo de atención preferente para la DC.
La DC criticaba el trato del gobierno y de la Nueva Mayoría. ¿Ha mejorado esa situación?
Nunca hemos confundido la lealtad con la incondicionalidad y obsecuencia. Lo que hemos tratado de hacer es aportar un punto de vista que permita enriquecer la propuesta del gobierno y de la Nueva Mayoría. Y creo que el tiempo nos ha ido dando la razón. Cuando uno presenta 220 indicaciones a la reforma tributaria, en la práctica ese proyecto termina siendo un proyecto distinto. Cuando el gobierno presenta 31 páginas de indicaciones a un proyecto que tenía 21 páginas, sobre lucro, copago y selección, en la práctica se reconoce que había mucho que corregir. Siento que en los hechos el gobierno ha ido valorando el aporte de la DC… Después de un período en el que el gobierno, tal vez, se sintió incómodo con la postura de la DC, fuimos encontrando mucha comprensión, tanto que los propios proyectos fueron modificados a satisfacción nuestra y de la gente que representamos.
¿Se han sentido más cómodos que antes al interior del oficialismo?
Nos sentimos cómodos en un gobierno y conglomerado de centroizquierda, pero, obviamente, eso tiene mucho que ver con la posibilidad de que nuestra voz sea escuchada, con la necesidad de que nuestro punto de vista sea considerado. Cuando yo dije en La Tercera, al comienzo del gobierno, que "la DC va a colocar un matiz en las reformas", no estaba haciendo una amenaza. Estaba haciendo una propuesta para mejorar las cosas. Cualquier observador imparcial tiene que concluir que la DC ha hecho un aporte para tratar de hacer no cualquier reforma tributaria, sino que una buena, no cualquier reforma educacional, sino que una buena reforma educacional. Pido que me digan quién ha colaborado más y de manera más propositiva que la DC al gobierno. Con nuestro aporte, los proyectos -que mostraban serias deficiencias inicialmente- son mejores a cómo eran antes. Y eso es evidente.
Entonces, ¿las reformas han sido bien conducidas o no?
Creo que los problemas de las reformas fueron el diseño inicial, tal vez por la premura del tiempo. El gobierno ha mostrado un esfuerzo real por cumplir sus promesas de campaña, pero eso se confundió con un cierto frenesí legislativo, por hacerlo más rápido de lo que permite un trabajo bien hecho. Y nosotros somos partidarios del trabajo bien hecho. Nadie ha dudado que cumpliremos con el programa, pero esto se puede hacer de mejores y peores maneras.
Ud. dijo que se ha ido de menos a más. ¿Cuál era el problema?
Un problema de ritmo, de premura. Faltó trabajo prelegislativo. Hubo un intento muy acelerado del gobierno por demostrar su real voluntad de cumplir… Sin duda alguna, la restricción económica y los atentados contra el orden público y la seguridad han sido un fuerte remezón, que nos hace ser más conscientes de las limitaciones que impone la realidad, al margen de todo voluntarismo.
Dirigentes del PS y PPD, como Fulvio Rossi y Jaime Quintana, han criticado la postura de la DC, lo que es compartido por varios en el bloque. Algunos acusan un perfilamiento a costa del sector…
El progresismo refundacional creyó que gobernar era sólo una cuestión de tomar las banderas de la calle, y la realidad es mucho más compleja. La gente quiere que gobernemos responsablemente. No es que la DC haya sido desleal al introducir estos matices, sino que nos tomamos en serio la responsabilidad de gobernar. Ha habido un cierto progresismo infantil, un cierto progresismo refundacional que creyó, ingenuamente y en forma simplista, que gobernar era un simple acto de voluntad y que nuestra misión era sólo enarbolar las banderas de la calle.
Quintana ha defendido el carácter refundacional de las reformas y los cambios estructurales. ¿Ud. no cree que las modificaciones que promueve el gobierno tengan esas características?
Nunca he creído en la lógica refundacional, siempre he creído en la lógica de la reforma. Eso hace que los cambios sean no sólo legítimos, sino que sustentables en el tiempo. El camino es la reforma, aunque se trate de reformas estructurales, porque el programa de la Presidenta Bachelet no ha propuesto ninguna revolución, lo que ha propuesto son tres reformas estructurales. La lógica refundacional, que es ingenua, simplista y voluntarista, compromete la viabilidad de las reformas. En cambio, la lógica de la reforma, del cambio gradual y con acuerdos, es el camino más eficaz.
¿Y no cree que para los chilenos eso sea suavizar o renunciar a propuestas por las que votaron?
Todo lo contrario. La gente quiere cambios, pero con acuerdos, no con conflictos; quiere reformas, pero con estabilidad.
¿El gobierno ha moderado el programa y sus planteamientos?
Los ha flexibilizado. Lo que yo llamo la doctrina del comité político, que fue concordada hace dos meses, dice "convergencia sustantiva en torno a los objetivos y flexibilidad en los mecanismos". Quiero valorar la flexibilidad del gobierno en las reformas tributaria y educacional. Inicialmente parecía que esto era un desafío de imponer la voluntad de la mayoría por sobre la minoría, al margen de todo acuerdo, y la palabra consenso era anatema. Eso ha ido cambiando.
Gutenberg Martínez propuso definir una carta presidencial DC en abril de 2015. ¿Lo comparte?
No soy partidario de precipitar la definición presidencial. Esta no es la hora de definir las candidaturas presidenciales en la DC. Pero sí quiero decir -y ésta es una opinión personal- que hacia la elección municipal de octubre de 2016, la DC ya tiene que haber definido su opción presidencial, para que esa candidatura apoye a los postulantes a alcaldes y concejales. Hay que ir paso a paso. Es prematuro definir la opción presidencial de la DC (en abril de 2015).
¿Le incomoda la figura de Andrés Velasco?
Para nada. Velasco participó en la primaria, que fue abierta y vinculante, sin excluir a nadie. El PC dijo "yo entro", el PRO, con Marco Enríquez-Ominami a la cabeza, dijo "no entro". Esas son dos decisiones legítimas. Velasco no sólo dijo "entro", fue candidato presidencial en esa primaria. Por lo tanto, siento y quiero pensar que él es parte de este gobierno y de la Nueva Mayoría, pero reconozco que, a veces, hemos visto una cierta distancia crítica, como conversando desde la vereda de enfrente. Por eso he dicho que es importante que él defina su domicilio político.
Velasco dijo hace un tiempo que él no podría participar de una primaria junto a ME-O, porque no podría comprometerse a respaldarlo. ¿Ustedes piensan igual?
Es que eso es muy prematuro. A mí me gusta la fórmula que empleamos la última vez, de una primaria abierta y vinculante, sin excluir a nadie, para el caso que hubiese una primaria, porque no se puede descartar una competencia en primera vuelta. Uno no puede casarse con los mecanismos.