Si la gastronomía de Perú es conocida internacionalmente gracias al talento y tesón del chef Gastón Acurio, la platería de ese país puede deberle lo mismo a Ilaria Ciabatti. Esta mujer italiana, que el amor llevó a Lima a comienzos de los años 60, dirige un imperio dedicado a la plata, con 27 tiendas en Perú, dos en Chile y franquicias en Honduras, Guatemala y Ecuador. Con ellas ha ganado fama internacional por sus productos de diseño innovador y acabado de alta calidad.

En las tiendas de la cadena Ilaria, este metal precioso –cuyo principal productor a nivel mundial es Perú– se convierte en la materia prima perfecta para hablar de distinción. Algo que, por lo demás, a su creadora le sobra. La elegancia fluye por sus venas en forma innata. Su manera de moverse, de hablar y de vestirse delata que su vida ha sido acomodada, pero no hace gala de su buena fortuna ni conoce la palabra ostentación. Todo en ella exuda refinamiento.

Rápidamente, Ilaria cuenta que nació en Florencia, que su madre es suizo-francesa; que allá se enamoró de un italianoperuanocon el que se casó y se vino a vivir a Lima, ciudad donde él tenía una fábrica de tejidos; que trabajó durante dos décadas "en un colegio inglés para señoritas" como jefa del departamento de idiomas, y que decidió comenzar a diseñar, producir y vender objetos de plata a comienzos de los años 90, después de fascinarse con el uso de este material a lo largo de la historia de Perú. Al preguntarle cómo logró llegar a vender productos marca Ilaria en la boutique de Nina Ricci en París en los años 80, contesta con algo de pudor y en voz baja que eran contactos de su familia. Pero luego vuelve a abrir sus intensos y grandes ojos claros con entusiasmo, para referirse a lo díficil que era comercializar productos de origen latinoamericano en la Europa de 20 años atrás.

"En esa década vendí en la joyería Benoit de Gorsky, en Ginebra, y en la famosa tienda Faraone, en la Via Montenapoleone de Milán. Durante un par de años abrí mercados en Francia, Italia, Suiza y España. Ofrecía principalmente objetos de decoración fabricados en plata, que me fascinan porque van bien tanto en ambientes modernos y minimalistas como en los clásicos. Pero no fue nada de fácil. Hoy Europa tiene mucho interés por todo lo que venga de Latinoamérica, pero entonces existía mucha desconfianza. Había dudas sobre la calidad de lo que pudiera venir desde un país en vías de desarrollo", explica.

Con el tiempo Ilaria decidió dejar de lado la exportación para concentrarse en Perú y el resto de Latinoamérica. Ahí, dice, fue cuando comenzó a trabajar en serio. Y, a pedido de sus amigas, se puso a diseñar joyas en plata con piedras semipreciosas o elementos naturales como conchas, plumas o cristales. Hoy la joyería es la principal fuente de ingresos de su empresa de plata. Una empresa en la que trabaja con sus dos hijas: Beatrice, quien se encarga del marketing, y Benedetta, quien supervisa las exportaciones y es responsable del área comercial. "Estamos creciendo tanto, que debiera tener u ejército de hijos", bromea.

–El diseño propiamente tal sigue estando completamente a cargo suyo. ¿Cómo se las arregla para concebir entre 120 y 150 productos nuevos cada mes?

–A veces veo revistas y tomo ideas de ahí, o simplemente me pongo a crear y dejo que una cosa lleve a la otra. Sé que hay diferentes tipos de mujeres y trato de pensar en ellas al diseñar; pero inevitablemente termino imaginando cómo me vería yo con cada joya. También sucede que al interactuar con los artesanos nacen muchas ideas.

–¿Ahí tiene su 'ejército de hijos'?

–Trabajo con más de 120 microempresarios independientes que viven en los alrededores de Lima y manejan técnicas milenarias con destreza. Les pasamos los diseños y el material para realizarlos. Luego, sus entregas pasan por un estricto control de calidad, que incluye análisis de laboratorio, para asegurarnos tanto de su fidelidad al diseño original como de la calidad y pureza de los materiales, respetando las imperfecciones propias del trabajo hecho a mano. Muchos de estos artesanos están conmigo desde que empecé y han crecido de la mano de Ilaria. Sentir que contribuyo a su desarrollo es un resorte que me impulsa a trabajar más y mejor. Yo no me considero platera, ellos lo son.

–Si bien rescata una tradición de país, sus diseños se ven siempre muy actuales, internacionales. Lo suyo no es la platería para turistas.

–Miro lo precolombino y lo étnico, pero esos elementos no pueden pesar. No deben ser más que lo que son: un factor que inspira. Innovar es básico. En primer lugar, porque si no me aburriría. Eso a nivel personal. Pero, además, porque es importante para el negocio, si quieres que tus clientes mantengan el interés.

–El año pasado obtuvo el Premio Creatividad Empresarial que entrega la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas. ¿Qué metas tiene ahora?

–Mi gran sueño es que la platería peruana tenga el mismo peso internacional que la gastronomía. Perú tiene una tradición de cuatro mil años en esto. Además, la actividad joyera es una fuerza que no sólo rescata el arte y la cultura, sino que además genera empleo.También quisiera apoyar la creación de una academia que entregue una educación más formal en el trabajo con plata. Actualmente los artesanos trabajan por tradición, aprendiendo en forma empírica de padre a hijo. A lo más hay algunos cursos. Lo hecho a mano, bien hecho, es algo que se ha perdido.Hay que cuidar al artesano y capacitarlo, para que aproveche la tecnología que hoy está disponible como un apoyo al trabajo manual.

–El rol de una joya es completar cada look con un toque de elegancia, cosa que no siempre se logra. ¿Cómo se puede evitar caer en excesos?

–La joya no debe ser ni demasiado banal ni demasiado agresiva, además de tener un equilibrio apropiado de proporciones, líneas y colores. Pero lo central es que sea un objeto que responda a una armonía que es personal. Es muy importante que la mujer sepa escoger lo que responde a su ánimo y a sus exigencias personales. La joya es como la ropa: si una persona no se ve bien con ella, es porque no se ha puesto lo justo.

–Por último, deme una buena razón para invertir en joyas.

–Las joyas son materia de sueños, de fantasías, de proyectos. Es una compra que suele responder a un impulso, a una necesidad que surge cuando requerimos algo que nos levante.Si uno puede comprar algo que apague sentimientos negativos, ¿por qué no hacerlo?