Claude Dany (76) fue el primer hombre en el mundo al que se le trasplantó un corazón bioartificial, que incluía válvulas fabricadas a partir de tejido animal. El paciente, un ex fisicoculturista francés, medía 1,85 metros, lo suficientemente grande y robusto para soportar un dispositivo que pesa tres veces más que un corazón. Con más de 10 años de historia de enfermedad y su edad, ya no era candidato a un trasplante de donante. Desahuciado -sólo le restaban algunos días de vida-, aceptó ser sometido en diciembre pasado a la pionera intervención, que prometía aumentar su tiempo de vida a un mes. Logró sobrevivir 74 días, hasta que murió el 2 de marzo, pero por otras complicaciones: sufría diabetes y se dializaba.
Ayer, la compañía confirmó que ya realizó una segunda cirugía, esta vez en el Hospital Universitario de Nantes, pero no entregó datos del paciente. Sí adelantaron, a través de un comunicado, que ya hay dos pacientes más que también recibirán el dispositivo.
La ministra de Salud de Francia, Marisol Touraine, dijo que este segundo trasplante se realizó el 5 de agosto, en un paciente con insuficiencia cardíaca terminal.
Línea de investigación
Según Fernando Pineda, cardiólogo de Clínica Las Condes, todavía no se pueden sacar conclusiones hasta que no se termine el protocolo de los cuatro pacientes. "Estos estudios se realizan sobre población límite, adultos mayores y pacientes que no tienen otra opción de tratamiento, por lo que es probable que tengan varias otras enfermedades", dice.
Agregar elementos biológicos a un aparato mecánico, reconoce Pineda, es una línea de investigación que está siendo desarrollada por varias otras empresas (alemanas y estadounidenses), que buscan lo mismo: crear una máquina biocompatible que pueda reemplazar al corazón humano.
El jefe de la UCI cardiovascular del Hospital Gustavo Fricke, Oneglio Pedemonte, señala que en esta institución se implanta un dispositivo de asistencia ventricular que es menos invasivo que un corazón mecánico completo.
Pero los expertos alemanes que iniciaron esta línea de investigación también están desarrollando equipos a los que se pueda agregar un tejido de células humanas, que impida que el material artificial tenga contacto directo con la sangre.
Así, se evita el riesgo de coágulos y los pacientes ya no tendrían que tomar anticoagulantes.