Muchas ciudades poseen siglos de historia, pero quizás en ningún otro lugar sus habitantes han sido testigos de tantos hechos históricos recientes como en Berlín. Esta ciudad ha tenido el gran mérito de reinventarse a sí misma. Porque es lo que no fue. Una especie de fantasma, como esos que aparecían en Las alas del deseo de Wim Wenders. No fue el Tercer Reich, no es el devastado paisaje que dejó la Segunda Guerra Mundial, ni la ciudad cercenada en dos de la Guerra Fría por un muro que comenzó a desplomarse el 9 de noviembre de 1989, mientras los paradigmas caían con cada trozo de pared picoteado. Son esas ideas y recuerdos los que aparecen cuando se está de pie frente a uno de los emblemas de todo esto, la Puerta de Brandeburgo, centro neurálgico de las conmemoraciones donde se desarrollará el Festival de la Libertad, desde el 7 al 9 de noviembre, con música, fuegos de artificio y un gigantesco dominó que irá cayendo simbólicamente (www.mauerfall09.de)
Si la idea es buscar los vestigios del muro, un buen punto de partida es tomar el U-Bahn (metro) y dirigirse al barrio de Bernauer Strasse, donde una banal avenida cuenta la historia de uno de los absurdos de esos años: desde el 14 de agosto de 1961, los edificios residenciales quedaron en el este y la calle en el oeste, impidiendo a los habitantes recorrer su propio barrio (muchos murieron saltando desde los pisos superiores). Luego doble a la izquierda siguiendo la doble línea de adoquines que marca el trazado del muro y arribará al Berlin Wall Memorial, donde, entre otras cosas, podrá ver un trozo de muralla franqueda por dos grandes placas de acero galvanizado. Ahí notará que el muro en verdad eran dos, con un espacio intermedio con defensas eléctricas, perros, guardias y focos que, desafortunadamente, cumplián una excelente labor. Ahora camine hacia el río Spree (puede descansar con una clásica salchicha y una cerveza en los bares flotantes). Próximo al río está uno de los más bellos edificios de Berlín, el Reichstag. El palacio impresiona principalmente por sus dimensiones, la bella y moderna cúpula y las vistas al río, la Torre de Televisión en Alexandre Platz y los verdes mantos del parque Tiergarten.
Rodeando el parque y en dirección a Potsdamer Platz se ubican los 2.700 bloques de hormigón que recuerdan a las víctimas del Holocausto. Un cementerio anónimo, un laberinto gris, donde no vale la pena llenar la memoria de la cámara con cientos de fotos: más que verlo, hay que sentirlo y conmoverse ante el horror de aquellos recuerdos. Cercano a los bloques se ubica Checkpoint Charlie, el más famoso punto fronterizo en el planeta, que controlaba el paso entre las dos Berlines. La verdad es que se trata de una especie de teatro callejero cuyo set es una pequeña cabaña, en la que soldados de utilería recrean esos años y donde, además, puede -por un par de euros- estampar su pasaporte con los timbres de la Guerra Fría. Para una ráfaga de realidad, el museo Haus am Checkpoint Charlie está ahí mismo (www.mauermuseum.de), con el fin de conocer la historia del muro de primera fuente y sorprenderse con filmes y exhibiciones espléndidas, como un beetle de la VW con un espacio abierto en el piso para una persona e historias de algunos que lograron escapar haciendo túneles bajo el muro.
CASA DE LA CONSTRUCCIÓN
Noventa son los años que han transcurrido desde que en 1919 Walter Gropius fundase, en la ciudad de Weimar, una de las más importantes escuelas de diseño, arte y arquitectura, cuya influencia permanece hasta nuestros días: la Bauhaus ("casa de la construcción"). Las obras de la Bauhaus en Weimar y Dessau (segunda sede) fueron declaradas Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1996 y en Berlín, última sede, se sitúa The Bauhaus Archive Museum of Design (www.bauhaus-archiv.de), en un edificio que se ha transformado en emblema de la ciudad y donde se exhibe una amplia colección de objetos. Pero el lugar para interiorizarse de mejor manera es en la exposición que hasta principios de octubre se llevará a cabo en el Martin-Gropius-Bau, metro Postdammer Platz (www.modell-bauhaus.de). Se trata de una fabulosa muestra que recorre toda la historia del movimiento, organizada en conjunto con el Museo de Arte Moderno de Nueva York.