Ayer, María Kodama, viuda del escritor Jorge Luis Borges, presentó en Venecia el laberinto dedicado a la memoria de su esposo, a 25 años de su muerte.
"Hay quienes adoran los laberintos para poder salir de ellos mientras yo, en cambio, prefiero perderme", dijo la mujer.
Acompañada por el presidente de la Fundación Giorgio Cini, Giovanni Gazoli, Kodama anunció que otros dos laberintos similares se inaugurarán próximamente, uno en Islandia, cuna de esa literatura germánica que Borges adoraba, y otro en Buenos Aires. "Venecia es de por sí un laberinto y a Jorge Luis le encantaba perderse en ese dédalo onírico de calles y canales, admirando esa paz y ese silencio que son la característica de los sitios más apartados de la ciudad", afirmó.
Una parte de su volumen de cuentos El Aleph, traducida inicialmente al francés como Labyrinthes, y uno de sus cuentos más conocidos, El jardín de senderos que se bifurcan, parecen ser la inspiración directa del homenaje veneciano en forma de libro abierto, hecho con ligustros recortados, diseñado por el paisajista británico Randoll Coate.
La ceremonia en varias etapas comenzó con un Cancionero Borgesiano ideado por el musicólogo Pedro Memelsdorff, director de los Seminarios de Música Antigua de la Fundación Cini, que incluía cantos litúrgicos de los tiempos en los que fue fundado el convento benedictino que hoy es sede central de la institución.