Miles de indígenas canadienses salieron hoy a las calles de las principales ciudades del país para protestar contra el Gobierno y advertir a las autoridades de que están dispuestos a defender sus derechos tradicionales.
Las concentraciones y manifestaciones de hoy fueron pacíficas pero desde sectores del movimiento indígena canadiense se advierte a las autoridades de que las condiciones son las propicias para la aparición de una revuelta popular.
Aunque nadie lo menciona, en el ambiente se percibe la crisis de Oka de 1990 cuando un grupo de la tribu mohawk de Québec se enfrentó durante semanas con las armas al Ejército canadiense por una disputa sobre derechos territoriales tradicionales.
Hoy, las manifestaciones, concentraciones y bloqueos de carretera se sucedieron en todo el país en acciones convocadas por un nuevo movimiento popular, denominado "Se acabó el no hacer nada", surgido hace pocos meses aprovechando las redes sociales de internet y organizado por jóvenes indígenas.
La mayor manifestación se realizó en Ottawa donde centenares de personas desfilaron por las calles de la capital canadiense para finalizar la marcha frente al Parlamento canadiense.
Antes de iniciarse la marcha, los organizadores se reunieron con la jefa tribal Theresa Spence, quien se encuentra en huelga de hambre desde el 11 de diciembre para demandar una reunión con el primer ministro canadiense, Stephen Harper, y el Gobernador General del país, que ejerce de Jefe de Estado, David Johnston.
De momento, Harper y Johnston han rechazado reunirse con Spence, cuya comunidad, Attawapiskat, ha sido destacada por la ONU por sus condiciones de vida "tercermundistas".
En Toronto, a pesar de la lluvia y el ambiente invernal, centenares de personas se reunieron en la céntrica plaza Dundas para entonar canciones aborígenes al son de tambores tradicionales.
Y en Winnipeg, grupos de indígenas colapsaron las vías de acceso al aeropuerto internacional de la ciudad en un día en que muchas personas se dirigen a los aeropuertos del país para iniciar sus vacaciones invernales.
En Ottawa, el presidente de la Asamblea de Primeras Naciones (AFN), que agrupa a los grandes jefes de las tribus indígenas del país, Shawn Atleo, lanzó una seria advertencia a las autoridades canadienses.
Atleo, que para muchos indígenas es un moderado que durante su mandato ha tenido una actitud apaciguadora hacia Ottawa, dijo a los manifestantes que "ahora es el momento de la acción" y dijo que la posición de Canadá de que los pueblos indígenas 'no existen', "es un principio inaceptable".
Atleo también exigió la formación de forma inmediata de una comisión pública para investigar qué ha pasado "con más de 2.000 niñas y mujeres indígenas que han sido asesinadas o han desaparecido" en los últimos años en Canadá, una solicitud que grupos indígenas llevan realizando desde hace años.
"Canadá considera que nuestros pueblos no existen. Les decimos a los canadienses que, en 2012, esto es completamente inaceptable. Como pueden ver, existimos, estamos aquí", dijo Atleo.
Pero el movimiento indígena canadiense tiene múltiples voces y, muchas, más radicales que las de Atleo.
Ayer la organización de Jefes de Tribus de Ontario, la mayor provincia del país, hizo pública una carta dirigida a la reina Isabel II de Inglaterra, que es la monarca del país y oficialmente la Jefa de Estado de Canadá, solicitando su intervención.
En la carta, los Jefes de Tribus advirtieron a la soberana inglesa de que los indígenas canadienses "han alcanzado un punto de inflexión" y que las últimas medidas legales adoptadas por el Gobierno de Harper "pueden que hayan finalmente empujado a los pueblos y comunidades al vacío".
Los líderes indígenas realizaron una sombría afirmación.
"Todavía está por ver si todo esto no conduce a una Primavera de Primeras Naciones similar a la reciente Primavera Árabe. Un movimiento transformador así está totalmente justificado en Canadá", dijeron.