"No, no queremos tener hijos". Lorena Norambuena (33, publicista) tiene que repetir a menudo esa frase, entre familiares y amigos, cada vez que le preguntan por qué en ocho años de relación (incluyendo dos de matrimonio), aún no tiene hijos con su pareja, de 44 años.
"Lo decidimos desde un principio. Ha pasado el tiempo y seguimos en nuestra postura. Quisimos estudiar otra carrera y después hicimos un magíster, tenemos proyectos personales que no queremos transar y cuando eres padre tienes que pensar en otro", dice. No descarta completamente la maternidad, pero es algo que, por ahora, no desean.
Lorena y su marido son la cara visible de un fenómeno social que partió en los 70 (cuando la tasa de fecundidad bajó de 5,4 en los 60 a 4,1 ese año). Pero que se consolidó hace 14 años en Chile, cuando la cifra fue, por primera vez, inferior a la tasa de recambio generacional (2,1), que sitúa en dos el número mínimo de hijos para que éstos reemplacen a sus padres en la sociedad.
En efecto, los chilenos ya no quieren tener cinco hijos como en los 60. Hoy quieren uno o dos como máximo. Otros simplemente no quieren ninguno y la mayoría opta por armar familia al borde de edad reproductiva de la mujer.
Las últimas Estadísticas Vitales del INE (2011), sólo confirman la tendencia. Según los datos adelantados a La Tercera, la tasa global de fecundidad (promedio de hijos que tiene una mujer durante toda su vida fértil) es de 1,89. En 2010, la tasa fue de 1,91 y hubo 250.643 nacimientos. En 2011 fueron 247.358 los nacidos, por lo que la caída a 1,89, significó 3.285 nacimientos menos.
No es todo. Durante las últimas cuatro décadas, el país experimentó un baja de 54% en la tasa de fecundidad y de 28% en sólo 14 años. Si bien muchos países desarrollados viven este fenómeno, en casi ninguno se dio de manera tan acelerada y tan brusco como en el nuestro (ver recuadro).
PROCESO ACELERADO
Se trata de un cambio que en otros países tomó 50 años, dice Hernán Muñoz, presidente de la Sociedad Chilena de Obstetricia y Ginecología (Sochog). "En el año 1990 teníamos alrederor de 300 mil nacimientos por año y hoy están por debajo de los 250 mil y en una población más numerosa", destaca Muñoz.
El año 1999 es el que marca el hito del descenso, porque se llega a un registro del que no volverá a emerger: 2,08, cifra inferior a la tasa de recambio generacional.
Pese a que durante 2007 y 2009 hubo un leve aumento en la fecundidad de 1,88 a 1,94 hijos por mujer en edad fértil, en 2010 la tasa volvió a caer y lo hizo nuevamente en 2011, lo que revela que lo ocurrido entre 2007 y 2009 fue algo puntual y "no se trataba de una tendencia al alza", como explica Gustavo Villalón, demógrafo del INE.
En el fenómeno han contribuido una serie de factores sociales, económicos, culturales y laborales, pero sobre todo las decisiones personales, indica Villalón. Una mirada que comparten todos los expertos.
El demógrafo de la Universidad Diego Portales Rubén Castro está convencido de que se trata, principalmente, de un cambio de estilo de vida: "Y esa es una fuerza social difícil de alterar con políticas públicas", agrega.
Es bastante difícil que una población aumente su fecundidad a un nivel igual o superior al de reemplazo una vez que ha disminuido por bajo este nivel, indica Ricardo Neupert, demógrafo y ex consultor del Fondo de Población de Naciones Unidas. "Esta situación la están experimentando la mayoría de los países desarrollados y, recientemente, muchos países de menor desarrollo o sub-desarrollados", explica Naupert. En las naciones que atraviesan por este escenario, dice, se están implementando políticas pronatalistas, es decir, programas que estimulan a las familias a tener más hijos. "Pero esas políticas son extremadamente caras y casi nunca resultan ser efectivas", opina.
HASTA DOS
Claro que para varios expertos, el fenómeno que experimenta el país no se debe a que los chilenos no quieran hijos. Viviana Salinas, geógrafa del Instituto de Sociología de la Universidad Católica, por ejemplo, le resta importancia al tema: "En nuestro país aún es culturalmente importante tener hijos y la mayor parte de la gente quiere tener dos".
Una mirada que comparte el demógrafo de la Universidad Diego Portales, que analizó la fecundidad en los distintos grupos según datos de Casen 2011. "Una cosa importante es la caída en el tercer, cuarto y quinto hijo, un fenómeno que lleva mucho tiempo en curso y no hay ningún indicio de que se termine", dice Rubén Castro.
El primer y el segundo hijo, como fenómeno demográfico en Chile, establece Castro, parece más bien sano y robusto. "La gran mayoría de las mujeres de 40 años o más entrevistadas en Casen 2011, tenían al menos un hijo (93%) y una alta proporción tenía al menos dos, lo que significa aproximadamente el 80%", explica Castro.
En efecto, son el tercer y cuarto hijo los que están desapareciendo. Por ejemplo: si en 1952 las mujeres con un solo hijo eran 28%, para 2010 fueron el 44%. En ese mismo período, las que tenían cuatro hijos pasaron de 11% a 5,3% y las que tuvieron cinco, de 8% a 2%.
Es el caso de Paula (40), profesional y con un magíster. Se casó a los 30 años, su primer hijo llegó a los 33 y el segundo a los 36 años. Cuando tenía 39 años analizó con su pareja (45) la posibilidad de un tercer hijo. Ambos decidieron que no. "No es por un motivo económico, sino de tiempo, darles a nuestros hijos la dedicación que necesitan", afirma.
La experta de la UC destaca que tras estas decisiones está la mayor participación laboral femenina, pero también su expansión educativa. "En Chile las mujeres con educación universitaria tienen el primer hijo en promedio alrededor de los 30 años y eso acorta la cantidad de años disponibles para procrear", indica Salinas.
Existe una hipótesis, explica Neupert, que plantea que mientras mayor es la educación de la mujer, mayor es el conflicto entre sus prioridades económicas y sociales por una parte, y la posibilidad de maternidad y la crianza de hijos. "Tener hijos puede afectar negativamente su carrera profesional y, por lo tanto, tiende a limitar su número a uno o dos (o a ninguno). También puede postergar su maternidad hasta consolidarse en su carrera y llegar a tener su primer hijo después de los 30 años".
Hernán Muñoz ratifica los datos. Dice que si en los 90, el 5% de los nacimientos correspondían a mujeres mayores de 40 años, hoy esa cifra es cercana al 20%. "Eso pasa porque la decisión de tener menos hijos y postergar la maternidad está asociado a la posición de metas de la mujer de estudiar y de postergar eso en los años más competitivos laborales. Y una vez que está eso estabilizado asumen la tarea de tener hijos", sostiene Muñoz.