Donetsk vive, un año después de rebelarse contra Kiev, una frágil tregua que ha hecho callar las armas en la ciudad, pero sus habitantes se enfrentan ahora a enemigos como la inflación y la escasez.

El 7 de abril de 2014 los separatistas prorrusos que ocupaban varias sedes gubernamentales en la región proclamaron la República Popular de Donetsk, que no reconocía a las nuevas autoridades de Ucrania.

Poco después, Kiev lanzaba una operación bélica para retomar el control de las zonas rebeldes y desde entonces, el conflicto entre el Ejército y las milicias prorrusas -con ayuda de Moscú según denuncian Ucrania y Occidente- ya ha causado más de 6.000 muertos.

Hace un mes, tras la cumbre de Minsk entre Ucrania y Rusia con la mediación de Alemania y Francia, entró en vigor el último alto el fuego como parte de una hoja de ruta para el arreglo del conflicto.

En la capital, Donetsk, la gente, aliviada por el tiempo soleado y el largamente esperado silencio, llenaba las calles, y se abrieron de nuevo tiendas, cafés y bares que llevaban mucho tiempo cerrados, tratando de atraer a clientes con ofertas y descuentos.

Un mes más tarde, la tregua aún sigue en pie, al menos oficialmente, y en la ciudad las armas han callado, pero la situación es muy distinta. 

"Ha habido una explosión", dice a Efe Igor, camarero de un bar del centro, y no se refiere a la guerra sino a los precios.

Durante la guerra, la situación en Donetsk siempre fue extraña: tiendas vacías y colas para comprar el pan en los suburbios, en fuerte contraste con el centro, donde podían encontrarse frutas, pescado y alcohol de todos los tipos.

Ahora, las estanterías vacías o llenas con un solo producto, básicamente conservas rusas, y la ausencia de productos importados -lo que aquí incluye también a los ucranianos- es una situación más propia de la guerra que de la paz. 

Hay agua rusa, zumos rusos, y apenas leche o carne, y los precios de esta escasa variedad de productos rápidamente han escalado hasta acercarse a los de Rusia, en un mes han subido al menos un 150% y, lo más importante, ahora se puede pagar en rublos. 

El cambio local es de una grivna, dos rublos, porque como explica a los periodistas el presidente del Parlamento regional, Boris Litvinov, así es más fácil calcular, pero este curso favorece claramente a la moneda rusa.

Ahora se van a pagar en rublos las pensiones y los salarios de los funcionarios, pero aún no se sabe cómo van a conciliarse pensiones ucranianas de 2.000 grivnas (al cambio local serían 4.000 rublos) con los precios rusos de los productos.

"Mi hermana, en Rusia, tiene una pensión de 8.500 rublos, así que sólo sobrevive gracias a su pequeña granja", dice Valentina Ivanovna. "¿Cómo voy a vivir yo con 2.000 grivnas de pensión y estos precios?", se lamenta.

Las autoridades de la RPD explican el aumento de precios por el bloqueo por parte de Ucrania, pero a la pregunta de por qué han subido también los precios de productos locales, como la leche "Dobrinia", Litvinov revela un secreto: en Donetsk no han quedado vacas, y la leche en polvo también hay que comprarla donde hay vacas.

Muchos automovilistas, entre ellos los taxistas, esperaban impacientes el paso de la grivna al rublo, pero ahora la gasolina no sólo es cara -a 25 grivnas (50 rublos) el litro frente a unos 37 rublos en Rusia- sino que casi no hay. 

En el terreno militar, los milicianos sonríen irónicamente cuando se les habla de alto el fuego.

"¿Qué tregua? No hay nada de eso, especialmente por las mañanas. Disparan todos los días", se ríe Alexander, cuya brigada se encuentra en la pequeña localidad de Gorlovka, cerca de Donetsk.

Quienes no ven ningún cambio en su situación son los refugiados que viven en los sótanos del barrio Petrovski.

"Sabemos que hay una tregua. Pero antes, en anteriores treguas, nos dispararon con tanta fuerza que las paredes temblaban. Nos quedamos en el sótano", dice a Efe Liubov, una mujer de mediana edad que apenas sale de día a hacer sus compras.