Un total de 574 mil cirugías se realizan, en promedio, en el país, según el último reporte del Ministerio de Salud (Minsal). Y aunque las intervenciones han crecido en los últimos años, el balance de la cartera a diciembre de 2014 revela que la ocupación, en promedio, de los pabellones en los hospitales de la red pública es de un 62% de la capacidad total, mientras que el resto (38%), no se utiliza en su total rendimiento.
La razón: el déficit de especialistas -en particular de anestesiólogos- y de personal para que los quirófanos funcionen, generan que haya tiempos perdidos en la red pública, según se explica en el ministerio y expertos. Salud plantea que ese 62% de los pabellones se utiliza para bajar las listas de espera de pacientes que, incluso, venían desde 2012 (por enfermedades que no contempla el Plan Auge).
Andrea Solís, jefa (S) de la Dirección de Gestión de Redes de la cartera, explicó que cuando se trata de cirugías programadas (que no son urgentes) los centros deberían funcionar, en promedio, ocho horas por día, entre el lunes y el viernes. Sin embargo, trabajan alrededor de seis horas por jornada.
"Un tema es la disponibilidad de anestesistas, que es el punto crítico, de los cirujanos y del recurso humano de apoyo", plantea.
El crecimiento de la cantidad de quirófanos en el país ha sido lento, pero progresivo: en 2013 habían 599 pabellones, mientras que hoy son 613 unidades, según Salud. Esto se explica porque contribuyó la pérdida de quirófanos por el terremoto de 2010 y por el terremoto del 2014 en Iquique, donde los recintos resultaron dañados. La realidad de Chile contrasta con la de España: en esa nación hay 3.686 quirófanos.
Debido a este escenario, la Subsecretaría de Redes Asistenciales está trabajando con el departamento de Inteligencia en Negocios de la U. de Chile para optimizar los procesos, lo que se aplica desde fines de 2014 en los hospitales Barros Luco, Sótero del Río y San Borja. Así, se establecen categorías de tiempos de espera de los usuarios que deben ser operados y estos son clasificados según su tipo de enfermedad. Luego, con el apoyo de un software, se mantiene una lista de personas que aguardan para ser intervenidos. Tras esto, se organiza una tabla donde está programado el uso de pabellones y, tras la intervención quirúrgica, se analiza porqué hubo retrasos o suspensiones de las atenciones.
Según el Minsal, la tarea de tener a los funcionarios disponibles en la red implica una alta coordinación: en una operación considerada simple deben haber al menos dos cirujanos, una enfermera, un anestesista, un técnico que lo ayude, una arsenalera y un encargado de la sala. Es decir, tienen que trabajar, al menos, seis personas en ese espacio. Si falla un funcionario, la operación se suspende. Y cuando una intervención se complica, se retrasan otras cirugías.
GESTIÓN
Héctor Sánchez, investigador del Instituto de Salud Pública de la U. Andrés Bello, sostuvo que se han detectado otras complicaciones a la hora de usar esas unidades: no llegan los pacientes aunque están agendados o bien faltan el cirujano o el anestesista a la operación. A esto se suma que hay falta de coordinación para esterilizar los pabellones. Para Ricardo Bitrán, consultor de la firma Bitrán y Asociados, estas salas no se utilizan a plena capacidad por "la carencia de especialistas y cirujanos a lo que se suma la poca flexibilidad en la gestión de los recursos de los hospitales". Plantea que esto implica que los directores de esos recintos, no tengan la misma posibilidad que lo que sucede en las clínicas. Allí se generan acuerdos e incentivos financieros para aumentar los turnos de los médicos".