Tras nueve años de guerra y US$ 60.000 millones invertidos por Estados Unidos, la vida de los iraquíes no ha mejorado significativamente, señala el informe final del Inspector General Especial para la Reconstrucción de Irak de Estados Unidos (SIGIR), publicado hoy.
Durante nueve años, el Inspector General Stuart W. Bowen y su equipo monitorearon cómo se emplearon los US$ 146.000 millones de fondos iraquíes y US$ 60.000 millones de fondos estadounidenses para evaluar en qué medida la invasión estadounidense ayudó al pueblo de Irak.
Sin embargo, a pesar de las afirmaciones del entonces presidente George W. Bush y de otros funcionarios estadounidenses que aseguraron que Estados Unidos iba a reconstruir un mejor Irak después de la invasión y la ocupación de marzo de 2003, las inversiones tuvieron un bajo impacto, señaló Bowen en el informe.
El único logro, según el informe, es que los más de US$ 20.000 millones que Estados Unidos empleó en entrenar y equipar a las fuerzas de seguridad iraquíes han logrado mantener una relativa estabilidad en el país a pesar de las crecientes tensiones políticas y los episodios violentos.
El informe, de 186 páginas, incluye además entrevistas con altos funcionarios estadounidenses e iraquíes, que en la mayoría de los casos llegaron a las mismas conclusiones sobre los errores cometidos por Estados Unidos con la invasión.
Según las autoridades de los dos países, Estados Unidos tomó la responsabilidad en demasiados grandes proyectos y muchas veces no consultó suficientemente a los iraquíes sobre la manera de llevarlos a cabo.
Como resultado, los iraquíes no siempre fueron capaces de continuar con los proyectos cuando la presencia norteamericana comenzó a disminuir, y Estados Unidos no garantizó su continuidad.
El embajador estadounidense en Irak de 2010 a 2012, James F. Jeffrey, explicó que los esfuerzos de reconstrucción ayudaron a poner decenas de miles de iraquíes a trabajar y mejorar el cuidado de la salud, así como a mejorar la producción de petróleo y la generación de electricidad.
Sin embargo, objetó Jeffrey, "se gastó demasiado dinero con muy pocos resultados".
Como ejemplo, el informe de Bowen cita el caso del Hospital de Basora, proyecto sobre el que el propio primer ministro iraquí, Nuri al-Maliki, opinó que era demasiado ambicioso.
Maliki señaló que la construcción del hospital iba a ser más costosa que el presupuesto aprobado para el mismo, tanto que el informe corrobora las palabras del primer ministro y asegura que en ese caso el centro hospitalario costará un 200 % más de lo presupuestado y lleva cuatro años de demora.
El Congreso estadounidense creó la oficina SIGIR en noviembre de 2003 para supervisar las enormes sumas de dinero que estaban manejando las autoridades de la ocupación estadounidense en Bagdad.