Venezuela se había acostumbrado durante tres semanas a gritar goles entre desvelos y madrugones. La Vinotinto sub-20 fue paso a paso ilusionando a un país que vive horas bajas y que el domingo se citó frente al televisor para ser testigo de una hazaña. Sin embargo, como escribió Antonio Machado, "tras el vivir y el soñar, está lo que más importa: el despertar". Y en la final del Mundial de Corea del Sur, en Sowon, Inglaterra se llevó los honores (1-0).

Venezuela terminó envuelta en lágrimas conmovedoras la página más brillante de su historia futbolística. Las puso Rafael Dudamel, el seleccionador, timonel y padre del grupo, y también Adalberto Peñaranda, una de las figuras del torneo, pero que falló un penal a los 75 minutos. Y lloró Yeferson Soteldo, el pequeño Maradona del que disfrutó Chile durante un semestre y que ayer lo revolucionó todo en la segunda parte. Y todos los espectadores acabaron contagiados. La copa se la lleva Inglaterra (su primer título mundial futbolístico desde 1966), pero la memoria la conquistó Venezuela. Con los años, será de ella de quien se hable.

Lo definió Dudamel: "No llevamos un trofeo, pero llevamos a 21 campeones. Siento mucha tristeza, pero tengo orgullo y felicidad porque han sido valientes. Han jugado con dignidad, orgullo y amor propio. Soñaba con verlos campeones. No le hemos podido dar esa alegría a nuestro país, pero estoy seguro que, en nuestros corazones y en nuestras mentes serán los campeones vinotinto para el resto de nuestra vida".

Venezuela llegó a la final tras haber disputado tres partidos de 120 minutos: venció en la prórroga a Japón, en octavos; a Estados Unidos en cuartos; y a Uruguay, a penales, en semifinales. El cansancio pasó factura a la Vinotinto, que en el primer tiempo se vio superada por Inglaterra.

De la mano del buen volante Joshua Onomah y del delantero Dominic Solanke, a la postre elegido como Balón de Oro del campeonato, impusieron su juego práctico y su poderío físico. El dominio inglés se trasladó al marcador cuando una falta frontal encontró a Dominic Calvert-Lewin (34'), que superó al central Nahuel Ferraresi en el salto, fue más rápido en la división del balón y, en segunda instancia, batió a Wuilmer Faríñez.

Diez minutos antes, la Vinotinto había rozado el gol con un libre directo de Ronaldo Lucena a un vertical. Pero la gran ocasión que jamás olvidará Venezuela es el penal (que no lo era) marrado por Peñaranda, que, a 15 minutos del final, tuvo en su educado pie derecho la ocasión de extender el sueño de 30 millones de sufridores. El rubio de bote pateó al centro y Freddie Woodman sacó una mano para ahogar el grito.

Pese a la desazón, Dudamel les pidió a sus discípulos que recibieran la medalla de subcampeones con orgullo. Un país en crisis encontró en unos críos un ejemplo a seguir. El subcampeonato mundial quedará en los anales. Pero el título lo guardará la selección de los tres leones, que no ganaba un partido en un Mundial sub 20 desde 1997. A lo práctico, la gloria vuelve al hogar de los inventores.