Muchos padres, orgullosos de las habilidades aparentemente superiores de sus hijos, buscan hacerlos ingresar antes al colegio. La creencia es que mientras antes comiencen a recibir instrucción formal, más ventajas tendrán sobre sus pares.

Sin embargo, recientes investigaciones muestran que no sólo esto puede ser un mito, sino que tiene consecuencias perjudiciales para los niños, efectos que pueden arrastrarse hasta la enseñanza secundaria e, incluso, la vida adulta.

Hasta el momento las investigaciones señalaban que entrar antes al colegio afectaba a los primeros años de escolaridad, cuando seis meses de desarrollo pueden marcar la diferencia entre un niño y otro. Hoy se acumula evidencia que concluye que dichos efectos se prolongan a la enseñanza media e, incluso, a la educación superior, impactando en ámbitos como el rendimiento académico y en el liderazgo.

IMPACTO EN EL RENDIMIENTO ACADÉMICO
Joseph Baker y Stephen Cobley, de las universidades de York y Leeds, de  EE.UU., analizaron los datos de 657 alumnos de enseñanza secundaria, su rendimiento académico y compromiso con la escuela. Concluyeron que los más grandes tenían cuatro y hasta cinco probabilidades más de estar en el grupo de más alto rendimiento que los más chicos, esto es, aquellos alumnos que habían nacido justo en el límite de la fecha mínima permitida para ingresar al colegio. Por el contrario, el 66% de los escolares que iba a reforzamiento estaba dentro del 25% más joven de su curso.

Los expertos también analizaron la asistencia a clases: los mayores tenían un promedio de asistencia superior en seis días al de los más chicos, lo que sugirió que estos últimos estaban menos motivados en torno a la escuela.

Aunque a simple vista se podría atribuir estos resultados simplemente a un tema de madurez, los investigadores señalan que el tema va más allá. "La madurez ha sido confundida con habilidad por los maestros, pares y por los individuos mismos. Como resultado, se crean expectativas que, luego, se transforman en profecías autocumplidas y que otorgan ventaja a los alumnos más grandes, dándoles más autoconfianza y seguridad en sí mismos", dice Angus Thompson, investigador canadiense que ha estudiado el efecto de la edad, incluso, en la participación en selecciones deportivas.

Según Thompson, la menor autoestima y falta de confianza en sí mismos de los alumnos menores crean un círculo vicioso, pues éstas interactúan directamente con las habilidades cognitivas para influenciar el aprendizaje de largo plazo.
A ello se agregaría el efecto acumulativo: las herramientas acumuladas en la niñez temprana, como la confianza en sí mismo o los conocimientos más profundos, se perpetúan en la adolescencia, aumentando la ventaja de los niños mayores.

TAMBIÉN EL LIDERAZGO
Investigaciones realizadas por la U. de Toronto, en cuanto al liderago y la edad, apuntan en el mismo sentido. Los alumnos mayores dentro de su generación tienen un 12% más de probabilidades de ocupar posiciones de liderazgo en el colegio, como capitán del equipo de fútbol o presidente de curso. Con ello se confirma, según los autores, que la edad relativa no sólo afecta lo cognitivo, sino también las habilidades blandas, claves en el desempeño en la vida universitaria o laboral. De hecho, el mismo estudio comprobó que los alumnos mayores de su generación tienen un 10% más probabilidades de ingresar a la universidad inmediatamente después de egresar del colegio.

Según Thompson, es clave entonces que los padres que pretenden adelantar la edad de ingreso al colegio de sus hijos se pregunten sobre las consecuencias de esta decisión. "Debiera ser motivo de gran preocupación, ya que ese potencial de rendimiento de los niños puede ser directamente perjudicado", señala el canadiense.

TAMBIÉN EN LOS DEPORTES
Según las investigaciones del canadiense Angus Thompson, los niños mayores tienen más probabilidad de participar en selecciones de hockey, baloncesto, fútbol y otros deportes, porque tanto la talla, como la velocidad y la coordinación están relacionadas con la edad relativa.

Así, los entrenadores se inclinan más por elegir a los alumnos de más edad, aunque no necesariamente sean más habilidosos. Algo similar a lo que sucede en la escuela. Explica el canadiense: "Ambos -escuela y selecciones- comparten ciertas características: los niños son agrupados según edad y no según su habilidad y son medidos externamente de acuerdo a su desempeño".