Menos de una semana lleva Marta Huaripata (44) en Santiago, luego de llegar desde Cajamarca (Perú) "para probar nuevas oportunidades, pero si no me conviene tanto, me vuelvo. En Perú no estamos mal", se adelanta en explicar. Estudió Pedagogía, pero no ejerce porque los sueldos como profesora en Perú son más bajos que el servicio doméstico, por eso busca en Chile una ocupación que le acomode. "Por ahora estoy en una casa de acogida para inmigrantes, me cobran $ 1.500 la noche, pero el tema a uno le complica un poco, porque toda persona necesita su privacidad. Es casi imposible arrendar solo, es muy caro si uno llega de afuera. No queda otra que compartir o arrendar entre varios", señala.
Marta se sumó, al menos por ahora, a la comunidad inmigrante más numerosa en Chile, la peruana, y representa el perfil del inmigrante dado a conocer ayer en la encuesta Casen: mujer, en edad laboral y con más años de estudios que el promedio de los chilenos, pero que tiene un grave problema habitacional y baja participación social (ver infografía).
"El tema de la migración no sólo tiene que ver con el trabajo o la salud, también con generar condiciones para una inclusión social efectiva, y eso requiere redes sociales, por eso es tan importante el piloto que estamos haciendo en cinco municipios para que tengan una especial atención, información y sepan cómo hacer las derivaciones", señaló la ministra de Desarrollo Social, Fernanda Villegas, luego de dar a conocer los resultados de la encuesta enfocada a extranjeros que residen en Chile.
Este estudio específico se da por primera vez y desmitifica muchos prejuicios en torno a su situación, convirtiéndose en una herramienta estadística para la construcción de políticas sociales específicas. Según la Casen, los inmigrantes no son más pobres que los no inmigrantes. De hecho, en promedio tienen más años de estudio que los chilenos (a excepción de los bolivianos), están más ocupados, cuentan con contrato de trabajo en una mayor proporción y han aumentado su ingreso a Fonasa.
El servicio doméstico no sería su principal ocupación, por el contrario, la mayoría trabaja como empleados u obreros en empresas privadas. "La situación de los inmigrantes es un tema del cual se habla mucho, pero sin fundamentos, y con este estudio se da un paso. Se aclara que el número de migrantes en Chile no es tan alto como la gente piensa, y segundo, que es una migración calificada. Vienen a aportar y en ese sentido derribamos el mito de que sólo es una migración económica. Vienen para instalarse con iniciativa, con propuesta y también a enriquecer a toda la sociedad", señaló Idenilso Bortolotto, vicepresidente ejecutivo del Instituto Católico Chileno de Migración (Incami). Por otra parte, la Casen trasparentó la crítica situación en materia de vivienda que sufren los extranjeros, doblando la proporción de hacinamiento medio y alto en relación a los chilenos, y multiplicándolo por nueve en relación al hacinamiento crítico.
Lo mismo pasa con el arriendo o propiedad de las viviendas, donde la brecha es aún más amplia. "En Antofagasta, donde los precios de los arriendos son siderales, y aun más para los colombianos, están obligados a vivir en campamentos", plantea Slaven Razmilic, investigador del Centro de Estudios Públicos (CEP). Sin embargo, plantea dudas en la comparación entre hogares de inmigrantes con chilenos, ya que los hijos de los primeros, al estar en otro país, no se consideran en el gasto.
Marcela Correa, directora del Servicio Jesuita a Migrantes, pidió celeridad al gobierno para solucionar el hacinamiento "y generar con la Casen políticas sociales iguales para chilenos y migrantes, para que la nacionalidad no sea un factor diferenciador en la entrega de beneficios".