Hace unos días, Noruega lanzó una alerta mundial para encontrar a dos hermanas de 16 y 19 años que desaparecieron la tercera semana de octubre en las cercanías de Oslo, dejando tras de sí un mensaje en que alertaban sobre la situación en Siria. Para ello, ambas adolescentes de origen somalí señalaron que se trasladarían a aquel país para "ayudar en todo lo que podamos". Su último paradero conocido es algún punto cerca de la frontera turco-siria y aún no se sabe si el plan de ambas era incorporarse a un grupo de ayuda humanitaria o unirse activamente en la batalla.
Según el diario británico The Guardian la hermana mayor se había radicalizado en el último tiempo tras comenzar a reunirse con algunos extranjeros. Así como estas jóvenes, los servicios de inteligencia de Noruega (PST), estiman que entre 30 y 40 personas con nacionalidad noruega y relacionadas con el extremismo islámico han dejado el país para luchar en Siria y otros países. En Kenia, por ejemplo, se cree que uno de los miembros de la milicia Al Shabab que atacó un centro comercial en Nairobi en septiembre -hecho que dejó al menos 67 muertos- también era un noruego de origen somalí.
El involucramiento en el conflicto sirio y en otros similares con presencia de milicias jihadistas de jóvenes que nacieron o crecieron en Occidente no sólo preocupa a las autoridades europeas, ya que también han ocurrido migraciones similares desde países como Estados Unidos, Canadá y Australia.
En un informe de abril, el Centro Internacional para el Estudio del Radicalismo (ICSR) asegura que desde el inicio del conflicto sirio, en 2011, entre 2.000 y 5.500 extranjeros se han unido a las actividades en terreno de la oposición en armas. Alrededor de unos 590 serían europeos (ver infografía). El periódico The Australian, a su vez, reportó el pasado 11 de octubre que unos 70 australianos han ingresado a Siria para unirse a las fuerzas opositoras mientras que el FBI calcula que al menos 700 ciudadanos estadounidenses se han unido al somalí Al Shabab desde su creación en 2007, informó la revista Newsweek. Algunos de ellos habrían sido reclutados en los estados de Nueva Jersey y en zonas aisladas del país, consignó el diario español El Mundo.
En este contexto, William Banks, director del Instituto para la Seguridad Nacional y la Lucha contra el Terrorismo de la Universidad de Siracusa sostiene que es sólo cuestión de tiempo que estas personas protagonicen ataques en territorio estadounidense, según la agencia France Presse. En la misma línea, los servicios de seguridad australianos se han inquietado ante la posibilidad de que la guerra civil siria de lugar a una nueva generación de "entrenados, radicalizados y aguerridos yihadistas que pueden suponer un mayor riesgo para la comunidad una vez que regresen" a Australia, consignó The Australian.
En su reporte anual al Parlamento, el Comité de Inteligencia y Seguridad británico, describió el involucramiento de residentes de Reino Unido en Siria como una amenaza significativa en los años venideros. Paralelamente, los servicios de inteligencias de Alemania tienen puestos sus ojos en ciudadanos de ese país que se fueron a Siria. Así, el ministro del Interior Hans-Peter Friedrich ha pedido que el gobierno alemán monitoree cuidadosamente los viajes al exterior de aquellos que pertenecen a organizaciones extremistas, informó el servicio de radiodifusión internacional de Alemania, Deutsche Welle (DW).
El presidente del Comité de Inteligencia y Seguridad británico, Malcolm Rifkind, cree que no todos quienes regresen a su país lo harán radicalizados, opinión que comparte que el ICSR, que advierte que sólo un reducido grupo podría involucrarse en actos terroristas al regresar a Europa. Un jihadista británico en Siria autodenominado Abu Islam, por ejemplo, aseguró a la BBC que Reino Unido no debe temerle. "Personalmente, nací y crecí allá, es mi hogar… si hubiese querido hacer algo allí, ya lo hubiese hecho".