Cuando dejó Chile en 2005, el gobierno de Lagos comenzaba a dejar atrás los efectos del caso MOP-Gate y a repuntar en las encuestas, ahora que vuelve al país el escenario es opuesto, la aprobación presidencial está en sus niveles más bajos y hay varias investigaciones abiertas por posibles casos de corrupción.

Efectivamente, cuando salí de Chile fue muy pocos días después del mensaje del 21 de mayo, que de alguna manera dio por cerrada la crisis. Creo que ahora va a ocurrir de manera parecida, el proceso político va irse resolviendo más rápidamente que el tema judicial, y la forma cómo se resuelva tendrá que ver, sobre todo, con la actuación de los protagonistas, de la clase política, de su capacidad de llegar a acuerdos razonables, a sacar adelante la agenda legislativa de manera mucho más concordada.

Se plantea que para que esto ocurra, quienes recibieron dineros de forma irregular y siguen en el gobierno deberían reconocerlo y dejar sus cargos.

Lo fundamental es reconocer. Ahora, la Presidenta es quien debe ver quién sigue y quién no y si eso afecta a su gobierno. Claro, no es bueno para el gobierno tener que estar todos los días dando explicaciones y mientras las personas que recibieron aportes sigan es muy difícil terminar con este tema. Para superar bien esta crisis hay que hacer transparencia absoluta y total. Pero reitero que no creo que haya habido enriquecimiento personal de nadie, eso no lo he visto. Puede que se hayan cometido errores políticos, pero estoy seguro de que la gente va a entender, porque  sabe que la política siempre ha sido difícil de financiar.

¿Cómo lee la salida del ministro Peñailillo?

Hasta que este asunto empezó tuvo una buena evaluación. Ahora, el problema está en que cuando estas cosas ocurren hay gente que paga las consecuencias, y él hizo la pérdida como jefe político del gabinete. Creo que, al margen de la discusión de si había hecho o no los papers y todo lo demás,  pagó con su cargo por una situación política que él no había generado.

¿No cree que influyó que fuera el encargado de la campaña de Michelle Bachelet y, por lo tanto, el responsable de cómo se financió?

El fue el encargado de la campaña presidencial, sin ninguna duda, y fue por esa razón que la Presidenta lo nombró ministro del Interior, pero no creo que ese haya sido el motivo por el cual lo reemplaza.

Se lo preguntó porque la situación del ex ministro se complicó cuando se conocieron los pagos de empresas a Giorgio Martelli y, a la vez, los desembolsos a la campaña.

El señor Martelli, hasta lo que yo he sabido, contrató a muchas personas que trabajaron en la campaña y entre ellas contrató algunos trabajos y servicios de Peñailillo. Se dice que detrás de esto había una precampaña. La verdad es que no tengo los antecedentes, imagino que su declaración va a aclarar eso, pero si efectivamente existió una precampaña, eso no es un acto de corrupción.

El gobierno se demoró  semanas en reconocer que existió una precampaña, la misma Presidenta lo negó tajantemente, ¿hay un error ahí?

Claro que hay precampañas, ninguna campaña, ni siquiera de concejal, empieza tres meses antes de la votación. Cualquiera que va a ser candidato a cualquier cosa tiene que hacer gastos. Cómo incurre en esos gastos, cómo reúne los recursos, sobre todo esto hay un vacío, porque la legislación de 2003 sólo reguló los tres meses previos a la elección. Aun así,  hablamos de gastos políticos impropios, no de una estafa o corrupción.

En 2003 lideró el acuerdo con la UDI por la modernización del Estado, ¿hoy habría espacio para algo así?

Siempre hay espacio en la medida en que todo el mundo actúe consecuentemente. El tema del financiamiento de la política se comenzó a resolver en 2003, pero no fue suficiente. Hoy, hay espacio para avanzar mucho si se acepta que es necesario buscar consensos.

Precisamente si algo que se le criticó a Peñailillo fue que cuando la UDI se acercó a fines de 2014 a buscar un acuerdo, él no estuvo disponible, siendo que debía saber cómo había funcionado la campaña de Bachelet.

En esas cosas, efectivamente, hay que ser más previsor, todo el mundo sabe que cuando hay política, hay que obtener los recursos. Por lo tanto, sí, yo habría sido más benévolo con la UDI, si se trataba solamente de conseguir dinero para su trabajo político. Ahora bien, si esto incluye una infracción tributaria, ahí no hay espacio para ningún acuerdo y puede que eso haya sido lo que motivó su reacción.