Intel Corp., Qualcomm Inc. y Nvidia Corp. –pioneros en la producción de chips para computadoras y teléfonos- están teniendo dificultades para hacer incursiones en la industria automotriz.

El nuevo Genesis 2015 de Hyundai Motor Co., por ejemplo, es un sedán de lujo repleto de semiconductores que manejan todo, desde el freno automático hasta sensores para mantener el carril o detección de ángulos muertos. Otros chips permiten al auto abrir el baúl cuando percibe que el dueño tiene los brazos cargados, y olfatear el anhídrido carbónico para decidir si el habitáculo necesita más aire fresco.

Si bien el Genesis representa la vanguardia del uso de chips en la industria automotriz, Intel sólo provee un puñado de los miles de semiconductores de los vehículos. Qualcomm y Nvidia ni siquiera figuran en la lista. El principal obstáculo son las normas de seguridad y fiabilidad del sector, que superan ampliamente las existentes para las computadoras o los teléfonos. La mayoría de los componentes electrónicos proviene, en cambio, de proveedores de larga data, como Freescale Semiconductor Ltd., Renesas Electronics Corp. y STMicroelectronics NV, que tienen experiencia y conocimientos probados.

"No realizamos un test beta con nuestros productos –tienen que funcionar desde el primero", dijo Mike O'Brien, vicepresidente de planificación de producto con sede en Nueva York en el fabricante de autos coreano, explicando el enfoque prudente de la empresa con respecto a los chips en sus autos. "No podemos decidir: Caramba, no lo hicimos bien".

El Genesis de Hyundai ilustra los obstáculos que enfrentan Intel, Qualcomm y Nvidia –cuyos chips dominan en el ámbito de computadoras y teléfonos- para entrar en un mercado potencialmente lucrativo. Los autos contienen sistemas de computación y comunicaciones cada vez más complejos y los vehículos sin conductor están más cerca de convertirse en una realidad.

Se proyecta que el mercado para los chips automotores crecerá 6,1% este año hasta US$27.900 millones, según IHS Corp. Dentro del negocio, las ventas de chips para sistemas automáticos de asistencia al conductor, o ADAS, crecerán un promedio de 13% anual hasta 2020, convirtiéndose en el área de mayor crecimiento.

Si bien los sistemas proliferan y desarrolladores de software como Google Inc. y otros despliegan planes destinados a sistemas conectados para entretenimiento y mapeo, los fabricantes de automóviles han tardado en volcarse a proveedores de chips no probados porque sus productos se rigen por requisitos de seguridad rigurosos. Cuando una computadora se descompone, un usuario puede llegar a perder algunos datos. Cuando un auto choca, puede haber heridos.

Para los autos, los chips deben resistir temperaturas de hasta menos 40 grados o tan altas como 160 grados Celsius (menos 40 hasta 320 grados Fahrenheit). Deben estar disponibles para los fabricantes durante 30 años y tener una tasa de fallo cero, según un estudio realizado por PricewaterhouseCooper LLP. En comparación, los chips de dispositivos para el consumidor sólo deben permanecer un año y se construyen para fallar menos de 10 por ciento de las veces.

"La experiencia en el sector automotor es algo que no se desarrolla en un día", dijo Luca De Ambroggi, analista de IHS. "Los requisitos siguen siendo duros".