Que Alessandra Ferri llegara a Chile era todo un sueño. Era ser testigo de esa inmensa expresividad legendaria que la convirtió en una de las grandes bailarinas mundiales. Y en su debut en nuestro país constató con su espectáculo Trío Concert Dance, que se estrenó el sábado en el Teatro del Lago, la gran intérprete que es. Pero no sólo fue ella, porque la obra es un mix en el que se fusionan otras dos luminarias, el bailarín Herman Cornejo y el pianista Bruce Levingston, imprescindibles para que ésta se haga corpórea y fluya dentro de un halo sensual, lírico y romántico.

Concebida como un todo íntimo que lleva al espectador a involucrarse en cada gesto, movimiento o nota musical, rodeada por una punzante iluminación que crea atmósferas románticas y sugiere, y sin ningún otro elemento escenográfico, seis piezas de distintos coreógrafos se despliegan inteligentemente durante una hora y van creciendo como una poesía para culminar en un clímax de sensual cadencia. Cada cuadro no difiere mayormente en sí, pues tienen como temática la pasión y el romanticismo manteniendo un ritmo elegíaco parecido que es intervenido por los espacios musicales solísticos de Levingston -presente en toda la obra- y que tienen primordial importancia. Partituras de Glass, Ligeti, Satie, Ravel, Chopin, Mozart y Bach cobran vida en sus manos danzarinas con gran sensibilidad, a la vez que es un verdadero acompañante de los bailarines.

Compuesta por cuatro dúos y dos solos, ya desde Flair, de Demis Volpi, se transmite la química y el ardor existente entre Ferri y Cornejo a través de una profunda  interacción que enardece el escenario y que va creciendo con Pavane, de Stanton Welch, y Entwine, de Russell Maliphant, para terminar emergiendo entre las sombras un poético y clásico pas de deux de Le Parc, de Angelin Preljocaj.

Es en el desgarro y la inspiración de sus protagonistas donde cada coreografía toma revuelo. El perfecto gesto, la expresividad plástica y la verdadera interpretación adquieren forma en Alessandra Ferri, en su férrea, elocuente y carismática personalidad escénica y cuya refinada teatralidad queda patentada en la teatral entrega de Senza Tempo, de Fang-Yi Sheu. Y Herman Cornejo, tanto en su propia creación, Momentum -donde explora el virtuosismo sin pretensiones-, como en compañía de la artista italiana, despliega una juvenil, firme y cálida versatilidad.

Trío Concert Dance es una íntima fusión que recorre el alma, que se mete en las venas y que exuda lirismo; que reúne a tres artistas que aportan con poderío su talento y se hacen indivisibles. Un espectáculo que corona un año de grandes visitas y que será parte de los anales de la danza.