La semana pasada, Carla González Aranda dio a conocer públicamente su condición de trans. Contó, además, que tuvo que dejar su hogar por el rechazo de su familia. Un anuncio que no se habría transformado en la noticia que fue a no ser porque ella es hija de una de las principales líderes del movimiento "Bus de la Libertad", que se opone a la diversidad de género.
Su caso dejó entrever una realidad que muchos jóvenes lesbianas, gays, bisexuales y trans (LGBT) deben sortear: la discriminación y estigma que viven, incluso en su familia.
Producto de ese rechazo, la población LGBT se ve más afectada por problemas de salud mental. Eso hace que la probabilidad de ideación e intentos de suicidio sean hasta siete veces más entre jóvenes LGBT que entre sus contrapartes heterosexuales. Así lo indica el estudio Suicidio en poblaciones lésbica, gay, bisexual y trans: revisión sistemática de una década de investigación (2004-2014), realizado por Claudio Martínez, Alemka Tomicic y Francisco Aguayo, publicado en 2016 y que revisó la literatura científica publicada a nivel mundial en el último decenio sobre suicidabilidad de población LGBT.
Todas las investigaciones revisadas muestran que la población LGBT tiene peores indicadores de salud mental cuando se la compara con población heterosexual. Todos esos factores son, a su vez, elementos de riesgo para el suicidio. Los estudios refieren en sus antecedentes una propensión a intentar suicidarse de entre 20% a 53% para jóvenes LGB y de entre 23 a 47% para el caso de los jóvenes trans.
"La población LGBT se ve altamente afectada por un entorno hostil caracterizado por el prejuicio, el rechazo y la exclusión, lo que generaría problemas de salud mental como depresión, abuso de sustancias, aislamiento social, conflicto con los pares, victimización, lo que incrementaría los factores de riesgo individuales para el suicidio", señala el estudio.
Falta de apoyo
"Las personas trans sabemos que esto no es fácil. Sabemos que vamos a enfrentar algún tipo de castigo, por eso tratamos de hacerle el quite a asumirlo en público. Esperamos que nuestros padres mueran, que los abuelos no estén, o tener otro trabajo, a estar contratado indefinidamente y no me puedan echar. Se posterga indefinidamente hasta que algo suceda. Es un discurso muy constante de las personas trans", relata Franco Fuica, de la Asociación Organizando Trans Diversidades (OTD Chile).
Por eso es muy importante que las personas trans sean acogidas por sus familias, dice Fuica, "ojalá desde el primer momento". Necesitan, agrega, tener la confianza para manifestar que son trans. "Lamentablemente, la gente no tiene confianza, principalmente porque hemos escuchado desde pequeños que todo lo que tiene que ver con diversidad de género es algo malo, pecaminoso y que debe ojalá destruirse", señala.
La mayoría de las investigaciones, dice el estudio, muestran que la falta de apoyo social tiene efectos nocivos en la salud mental de las personas LGBT. Y como contraparte, la presencia de apoyo social es el factor protector más importante, sobre todo el familiar. Le siguen en relevancia el del grupo de pares y un ambiente social inclusivo.
Sin embargo, ese apoyo no siempre está presente. Los adolescentes LGBT temen abrir su identidad sexual a su familia y, en especial, a sus padres, porque anticipan respuestas de angustia, shock y negación de parte de ellos, explica Electra González, subdirectora del Centro de Medicina Reproductiva y Desarrollo Integral del Adolescente de la U. de Chile (Cemera). "Y la realidad muestra que estos miedos no son irreales", indica.
Francisco Aguayo señala que las personas LGBT tienen más problemas de salud mental debido al estigma y discriminación que sufren, y el rechazo familiar aporta aún más a esa mala salud.
"Lo trans no es una patología, es una realidad humana. ¿Cómo frente a realidades humanas puede haber tal nivel de rechazo en la sociedad general? Y quienes más experimentan ese rechazo son las personas trans, porque su proceso tiene que ver con una transgresión muy grande al género, entonces es una enorme transgresión", dice Aguayo.
Proceso que es extremadamente complejo, debido a la falta de conocimiento de la sociedad, agrega. "El rechazo en la familia es frecuente y es una experiencia dramática. Opera la ignorancia, es de alta inhumanidad e irrespeto de los derechos de ese niño o niña, y eso cuesta vidas. Necesitamos ir avanzando para que esto no ocurra más", sentencia.
Rechazo que también experimentan en los servicios de salud. Los adolescentes LGBT, como todos los adolescentes, deberían recibir atención integral, de calidad, que incluya confidencialidad y espacios privados, "pero para ello los profesionales de la salud deben estar capacitados y sensibilizados en la atención de población LGBT y esto no es percibido así por los propios usuarios", sostiene González.
Y si los padres aceptan a sus hijos como trans, es importante, dice Fuica, que sea sin condiciones. "A veces hay papás que dicen que si eres mujer, que seas la más linda del universo, y si eres hombre, que seas el más exitoso. Pero ahí volvemos a caer en las lógicas de binario que hacen que las mujeres sean de una forma y los hombres de otra. Deben tener la capacidad de escuchar, estar ahí y prestar apoyo sin condiciones".