Una familia de granjeros, el padre viudo viviendo con su suegro Donald y sus hijos Tom y Murphy, la genio de la familia. El planeta tierra se encuentra en estado de alerta, el hombre ha terminado de destruirlo, poniéndole fecha de expiración (tormentas de polvo y muy escasos recursos culpa del calentamiento global). La civilización sintió el golpe autoinfringido, a tal punto que ser granjero es mejor que ser ingeniero para algunos. Christopher Nolan no es sutil para mostrarnos que Cooper (el padre viudo) sufre porque su hijo no será más que un granjero (el contraste de valoraciones de carreras acorde a las generaciones habla del daño sufrido por la tierra) y porque su hija genio no se comporta en el colegio.
El granjero Cooper es llevado por mensajes descifrados por su hija y él en la granja hacia la sede de la NASA y se destapa su pasado como piloto de pruebas de la agencia espacial. De ahí en más, superando el primer arco argumental un poco tedioso y no del todo convincente en las actuaciones, la película toma vuelo y mezcla ribetes de odisea espacial con la trama eterna tipo Spielberg de la familia y el amor como motor de la ciencia ficción. Y se pone menos aburrida en el espacio con un manejo de los silencios guiñando a Kubrick (la música y todas las veces que escuchamos "2001: Odisea del espacio" son de verdad bonitas las primeras dos veces). Los humanos explorando mundos posiblemente habitables, un padre que viaja al espacio pese a dejarlo todo en la tierra y planes A y B para que no se consume la auto aniquilación de la raza.
Ya en pleno viaje espacial los ritmos, escenas tipo "Gravity" y conflictos entre tripulantes están bien desarrollados. Siempre pulcro, Nolan abre y cierra ventanas de conflicto, aprovecha al máximo los siempre correctos efectos especiales (salvo un par de notorias escenas de bajo nivel gráfico). Buenos diálogos que se van complejizando a medida que se usa el recurso (tipo House MD) de hablar en lenguaje técnico para que al espectador no le quede más que entregarse desde la ignorancia (o la total comprensión) a lo que proponen los mecanismos de exposición argumental del film. Algunos clichés como hombres que se vuelven locos en el espacio y muchos guiños a las películas más ilustres de su género. Atención a la relación de los humanos con los robots y con algunos planos del final que hacen pensar que en su afán por volver cada fantasía un poco más realista (ya lo hizo con Batman), Nolan abre el espacio exterior a la raza humana y le da explicación a las más clásicas películas de naves espaciales. De nuevo: ojo con planos, androides y naves.
Es enredada, pero no más que Inception o que cualquier película de Nolan y al final terminan por valer la pena las casi tres horas de metraje. Las actuaciones toman cuerpo recién avanzada la película (Matthew McConaughey y Anne Hathaway), con un protagonista que representa un héroe americano atípico, con características que lo vuelven menos desagradable que los estereotipos abundantes del género. Las escenas de acción se justifican y hay un trabajo importante de investigación en cada teoría científica que es mencionada, aunque no se pueda decir que son del todo creíbles o aplicables en lo que dicen o hacen los personajes. Mención aparte para la "teoría de las cuerdas", gráficamente bella y abismal en esta obra, eso sin ninguna duda.
Interstelar parte en la tierra y de a poco nos va despegando, sacudiendo, calmando y volviendo a sacudir hasta que nos damos cuenta del truco en el que hemos caído, más allá de un comienzo dubitativo. Es, sin duda, la película de Nolan en que menos sorprende el desenlace, pero también la que nos habla más de las emociones contrapuestas a la fantasía de viajar por todo el espacio, destacando también por la pulcritud de sus secuencias finales. El guión termina por cuajar, pero no convence del todo. De frente: el viaje espacial no es lo mejor de Nolan, pero si un buen retorno a la dirección tras terminar su propia visión de Batman y "desaparecer" un par de años. Quizá el británico se preocupó demasiado en interesar y ser pulcro, olvidando que los espectadores que logran no solo emocionarse, sino también divertirse viendo una película, no le hacen mal a nadie.