Vinka es una de las 17 mujeres del Centro Penitenciario Femenino de San Joaquín que se certificaron como artesanas en cestería con crin de caballo, artesanía única en el mundo, de fines del 1800 y original de Rari, VII Región.
Prefiere no identificarse para no exponer a su familia, pero sí está muy orgullosa de esta nueva habilidad, que aprendió de dos de las mejores maestras artesanas de Chile, las hermanas Nancy y Berta Cortínez, nacidas en la zona de Rari, cuna de este tejido en miniatura hecho con pelos seleccionados de la cola de caballos blancos. Estos se tiñen de colores para tejer pequeñas mariposas, flores, ángeles, hadas, marcadores de libros y prendedores.
Gracias a un proyecto financiado por la Fundación San Carlos de Maipo, Vinka seguirá contando con los materiales para producir estas piezas en la cárcel y venderlas en la tienda del aeropuerto de Santiago de la Fundación Artesanías de Chile.
"Nunca había escuchado de la cestería en crin, pero siempre me ha gustado la artesanía. Es un trabajo muy minucioso pero gratificante cuando lo ves terminado. Saca lo mejor de uno y será un ingreso seguro para poder reinsertarme cuando salga", explica Vinka, una de las mejores alumnas del taller.
"Al principio me costó mucho porque es muy difícil cruzar las hebras, que son muy finas, pero me sirvió mucho como terapia. Será una oportunidad laboral cuando vuelva a mi casa. Ya llevo 10 años aquí", dice Carolina Astudillo, otra de las alumnas de un curso que no presenta deserción.
ALTO ESTANDAR
Asegurar la comercialización con altos criterios de calidad influyó en el éxito de esta iniciativa. "Los turistas en el aeropuerto van a comprar estas miniaturas, no porque vengan de un centro penitenciario; lo harán porque son piezas únicas, hechas a mano, y que cumplen con todos los estándares y controles de calidad, al igual que el resto de las producciones que comercializa Fundación Artesanías de Chile", explica Marcelo Sánchez, director de la Fundación San Carlos de Maipo.
La Fundación Artesanías de Chile, en tanto, fue contactada para seleccionar la artesanía en crin como la que mejor se adapta a la realidad de las internas. Es una labor que tradicionalmente la realizan mujeres y con productos de rápida salida en ventas, con precios desde $ 1.000 a $ 15.000. Además, cuando salgan en libertad, pueden fabricar sus artesanías en casa, sin necesidad de un taller especial.
"Venderemos las piezas en nuestra nueva tienda del aeropuerto de Santiago, que es la más grande que tenemos. Tiene 232 metros cuadrados, con un diseño que emula el recorrido de una casa. Es una maravillosa plataforma para que sus piezas se conozcan en el mundo entero", señala Dalia Haymann, directora ejecutiva de Fundación Artesanías de Chile.
Esta es la primera vez que las hermanas Cortínez, las maestras artesanas, transmiten este patrimonio en un centro penitenciario. "Lo más difícil es manejar las pequeñísimas dimensiones del tejido, y lo poco que rinde. Tejer con una hebra de pelo es un trabajo muy lento, y por un tema de calidad no se puede tejer de a dos hebras", comenta Nancy.
"A los extranjeros les encantan estas figuritas, especialmente a los mexicanos las de colores fuertes, y a los gringos las de colores tierra. Esas son mis preferidas", añade Berta Cortínez.