A sus 68 años, el trompetista Tom Harrell (1946) se ha consolidado como uno de los principales exponentes del jazz contemporáneo. Elegido varias veces como el mejor intérprete del año -según las revistas Down Beat o Jazz Times- ha editado, a la fecha, más de 260 grabaciones. Y todas ellas han sido alabadas por el público y la prensa especializada.

A juicio del crítico Bill Milkowski, Harrell es "el que escribe con más inteligencia, profundidad y corazón del jazz actual". Ben Ratliff, del New York Times, lo califica -sin rodeos- como "todo un acontecimiento". "Es capaz de moverse entre diferentes estilos y modas. Puede interpretar lento, rápido, moderado o mezclar todas esas velocidades en una sola línea. Da la impresión de que estás escuchando toda la historia en un solo momento, tanto la que fue como la que será".

Por segunda vez de visita en Chile, Harrell se presentará el sábado 17 de enero, en el Parque de las Esculturas, en el marco del Festival Internacional de Jazz de Providencia. Lo acompañarán el saxofonista Wayne Escoffery, el bajista Ugonna Okegwo, el pianista Danny Grissett y el baterista Jonathan Blake.

Harrell es un músico de jazz atípico. A diferencia de los próceres del género, no proviene "de la calle" sino del mundo académico. Practica yoga, se preocupa de tener una dieta equilibrada, no fuma ni bebe alcohol. Poseedor de un coeficiente intelectual a la altura de un genio, aprendió a tocar trompeta a los ocho años y, a los 13, ya formaba parte de una banda profesional.

En 1969 se graduó de la carrera de composición musical en la Universidad de Stanford y, casi de inmediato, se unió a la orquesta de Stan Kenton. Posteriormente, formó parte de la Big Band de Woody Herman y del quinteto de Horace Silver, con quienes editó cinco álbumes. Entre 1983 y 1989 se unió a la banda de Phil Woods: recorrió el mundo, perfeccionó su técnica y se decidió a impulsar proyectos propios.

El camino no ha sido fácil.

A los 18 años, y tras un intento de suicidio, fue diagnosticado con esquizofrenia paranoica. Pero la música, según él mismo reconoce, es la mejor medicina. "La trompeta es perfecta para mí, es un instrumento versátil, con el que se pueden crear distintos tipos de sonido", dice Harrell a La Tercera. "Mi estilo es igualmente diverso. Escribo y toco jazz moderno con influencias globales, especialmente música clásica europea, brasileña, tango, rhythm and blues, funk y folk. Trato de crear música que sea atractiva para el público y, a la vez, desafiante y entretenida para quienes la ejecutan".

La versatilidad de Harrell le permite escribir e interpretar en el marco de bandas grandes, pequeñas o, incluso, como solista. Aunque los quintetos han primado a lo largo de su carrera, en 2012 debutó con la Tom Harrell Chamber Ensemble,  formada por nueve integrantes: trompeta, saxofón, flauta, violín, cello, guitarra acústica, piano, bajo y batería, y con quienes hizo arreglos de música de Debussy, Ravel y composiciones propias. En 2013 fundó el proyecto Colors of a dream, nombre inspirado en el surrealismo del pintor español Salvador Dalí. "Es una banda de seis miembros que incluye dos bajos, dos saxofones, una batería y trompeta. Me siento cómodo en todos los formatos. Afortunadamente, soy capaz de componer para diversos contextos musicales. Y los disfruto todos".

Su carrera es muy prolífica. ¿Tiene alguna rutina especial?

Siempre me acompaña una libreta. Toda mi música la escribo a mano. A veces son canciones completas, y otras veces sólo fragmentos. Cada vez que se me viene una idea a la cabeza, la escribo. Cuando tengo conciertos, priorizo la práctica, y comienzo a ensayar al menos dos semanas antes. Sino, podría invertir más tiempo en la composición.

¿Qué opina del estado actual del jazz ante la preponderancia del pop y la música electrónica?

Me encanta lo que escucho. Siempre hay generaciones interesadas en el jazz.