Sobre los "dos destierros" habla un verso acuñado por Patricio Manns en la canción Medianoche, de Inti Illimani. Su dimensión poética ahí queda desarrollada. Pero el exilio compartido sigue siendo un pendiente entre los músicos de Inti-Illimani Histórico y Quilapayún, y a pocos días de volver juntos a un escenario -un concierto al que citan cada 10 años-, es también una de las ocupaciones que acompaña sus preparativos.

Este viernes Inti-Illimani Histórico y Quilapayún se reunirán bajo el nombre de Inti-Quila a realizar un concierto de larga duración en el Teatro Caupolicán. Después llevarán ese espectáculo por Rancagua (sábado) y Valparaíso (viernes 15), para recalar en el mismo recinto de Santiago el sábado 16. Las entradas están disponibles a través de Ticketek.

Sentados frente a frente, los líderes de ambas agrupaciones, Horacio Salinas (63 años) y Eduardo Carrasco (74 años), repasan una historia que partió formalmente hace 10 años cuando ambos representantes de La Nueva Canción Chilena se juntaron en el Estadio Víctor Jara, en agosto de 2004. "Hablamos de un tercer grupo, porque ya es prácticamente eso, que tiene su propia historia y está muy afiatado", dice Carrasco. Inti-Quila, como una tercera entidad, ha compartido escenario durante varios años desde su primer encuentro hace una década.

"Nos hemos centrado en cosas que no ha hecho este grupo antes. Y algunas que parecen nuevas, porque hace mucho que no las hacemos", añade Salinas.

Esa es la sensación que emerge cuando ambos miran atrás. Tras el Golpe Militar de 1973, los dos grupos fueron forzados al exilio, con Inti-Illimani armando sede en Italia y Quilapayún en Francia. La historia dispersa es la que comienzan a compartir ahora que ambas bandas se han propuesto compilar todo el material reunido en esos años para donarlo al Museo de la Memoria.

Aun, explican, están reuniendo ese archivo, que entre galardones, fotografías ("más de tres mil fotografías de lo cotidiano", dice Carrasco, que ha reunido el músico de Quilapayún Carlos Quezada), además de cartas que recomponen los "dos destierros" y vierten luz sobre anécdotas formativas. Como esa "envidia espantosa" que recuerda Salinas cuando la Cantata Santa María de Iquique fue presentada para el Segundo Festival de la Nueva Canción Chilena en la Universidad Católica. "Desde la primera vez que los vi, como a los 14 años, eran un grupo rebelde, que rompía con todo. Y persisten en aspectos únicos: ese canto enfático, ese testimonio de Violeta Parra, de sacar el grito por lo demás", cuenta Salinas.

"En Italia y Francia nos diferenciamos, respondiendo cada grupo a las exigencia de su medio. Inti-Illimani siempre fue más riguroso en lo musicológico, por ejemplo. A partir de ahí, la música chilena se difundió por todo el mundo", recuerda Carrasco.

Pueblo unido

Al concierto también está invitado Manuel García, quien dijo presente durante la cita de 2004. Según Salinas, es una buena instancia para estrenar una canción titulada Déjame pasar la vida, que grabaron juntos para el final de la serie Los archivos del Cardenal.

Después del show, se abren las vías individuales. Carrasco comenta que aún no hay una agenda fija, pero en 2015 se cumplirán 50 años de trayectoria desde la primera vez que Quilapayún salió a un escenario. "Estamos reflexionando cómo lo haremos, después que salgamos de este concierto. Ojalá podamos hacer algo de la importancia que tiene este evento para nosotros", explica Carrasco.

"Nosotros nos acercamos peligrosamente a esa edad", bromea Salinas. Eso sería en 2017. Pero antes, Inti-Illimani Histórico se apronta a publicar un álbum titulado Manns, en referencia al músico y escritor Patricio Manns, también integrante frecuente de Inti-Illimani en sus dos facciones. Ese trabajo -centrado en canciones del autor de Arriba en la cordillera- debería aparecer en septiembre, según informa Salinas.

¿Alguna chance de darle vida a Inti-Quila en un álbum de material original? "Sin duda es algo que aparece en el horizonte. ¿Por qué no? Se puede hacer perfectamente", comenta Carrasco.