Histórico

Intriga y perversión: el mundo de Patricia Highsmith revive en el cine y la literatura

Editorial Anagrama publicará más de 30 libros de la autora de Tom Ripley, fallecida en 1995.

En la mañana bebía vodka y cerveza. El resto del día, Patricia Highsmith funcionaba con algunas dosis de whisky mientras escribía. "Debía controlar esa fuerza aterradora", decía la escritora estadounidense sobre las energías que luchaban en su mente creativa y confusa.

Criada por su abuela, la autora de El talento de Mr. Ripley comenzó a beber en la adolescencia. Terminaría sus días sola y con fama de rabiosa en Suiza, donde murió en 1995, a los 74 años. Llevaba tres décadas lejos de EE.UU. Era una sobreviviente: nació luego que su madre intentó abortarla tras beber trementina. Años después, su padrastro intentó abusar de ella.

"Me preocupa la sensación de ser varias personas. No me sorprendería si en mi madurez me volviera esquizofrénica", escribió Highsmith en uno de los 38 cuadernos que dejó en Suiza.

"No veía el mundo como lo hacían los demás y desarrolló un mundo alternativo: el Territorio Highsmith", anota Joan Schenkar en la biografía dedicada a la narradora que en su obra abordó el suspenso, la tensión sicológica y la ambigüedad moral.

Esos temas están en el corazón de Las dos caras de enero, novela que acaba de ser reeditada por el sello Anagrama. Publicada originalmente en 1964, es el primer título de un ambicioso rescate: la editorial de Barcelona anunció el relanzamiento de toda la obra de Patricia Highsmith, que incluye más de 20 novelas y 10 volúmenes de cuentos.

Conflictiva, bisexual y atea, dueña de un enorme talento narrativo, la escritora regresa también de la mano del cine, gracias a dos filmes inspirados en su obra: Carol, protagonizado por Cate Blanchett, y la adaptación de Las dos caras de enero, con Viggo Mortesen y Kirsten Dunst.

Novelas espejo

Ambientada en Grecia en los años 60, Las dos caras de enero relata la historia de una pareja que llega de vacaciones a Atenas. Allí conocen a un profesor norteamericano y entre los tres se dará una relación de aristas torcidas.

La novela fue adaptada por el director Hossein Amini (Drive), quien debutó como realizador con este filme en el festival de Berlín. Los actores Viggo Mortensen y Kirsten Dunst interpretan a la seductora pareja y Oscar Isaac al profesor en busca de aventuras. El filme ya se estrenó en EE.UU. y España. Aún no tiene fecha para Chile.

El precio de la sal, de 1952, fue su segunda novela publicada con el seudónimo de Claire Morgan. Esto, debido al rechazo que alcanzó por su temática lésbica. Tres décadas después, Patricia Highsmith publicó el libro con su nombre y la tituló como Carol. Vendió un millón de ejemplares.

La cinta sobre la novela acaba de rodarse con Cate Blanchett y Rooney Mara como protagonistas, bajo la dirección de Todd Haynes. El filme, ambientado en la década del 50 en Nueva York, tendrá su estreno mundial el 2015.

La historia la vivió la propia escritora cuando tenía 27 años. Trabajaba como vendedora en una tienda de juguetes cuando una mujer rubia, envuelta en visones, entró a comprar una muñeca, dio un nombre y una dirección para que se la enviaran y se marchó. Therese, en la novela, quedó prendada de Carol, la bella mujer que interpreta Cate Blanchett, quien este año ganó su segundo premio Oscar con Blue Jasmine, de Woody Allen.

La relación de Patricia Highsmith con el cine es antigua: proviene de su primera novela, Extraños en un tren, publicada en 1950. Un año después, fue adaptada a la pantalla grande por Alfred Hitchcock. La primera parte del guión lo escribió Raymond Chandler.

Quien cautivaría más a Hollywood fue su personaje más exitoso: Tom Ripley. El estafador, culto y encantador personaje fue caracterizado por actores como Alain Delon, Matt Damon, John Malkovich y Dennis Hopper. Este último fue dirigido por Wim Wenders en El amigo americano (1977).

Ripley nació en marzo de 1954, en Positano, Italia. Desde su hotel, la narradora vio a un hombre joven que paseaba por la playa con pantalones cortos y una toalla al hombro. "Lo que predije que haría algún día, lo estoy haciendo ya: mostrar el triunfo indiscutible del mal sobre el bien y recrearme con ello. Haré que mis lectores también se recreen", anotó.

Sus libros fueron una suerte de espejo de ella misma: ácida, misógina y antisemita. Desde su casa de Locarno, donde se instaló en 1982, enviaba cartas a la prensa, con diferentes seudónimos, atacando a los judíos y a los negros. Era extravagante y le gustaba llamar la atención: tenía caracoles como mascotas. Una vez, en una reunión social, prendió fuego a su pelo.

"Ella debe estar entre los 12 mejores autores del siglo XX y entre los 12 más desagradables. Era descortés, antipática, fría y nunca perdía una oportunidad para ser obscena", así la describió Otto Penzler, uno de los últimos editores.

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