Hay dos profesoras en la sala de clases de niños de cinco años. El ejercicio parece simple: sólo deben elegir qué maestra creen que es más agradable e inteligente. Las dos profesoras visten el mismo uniforme, pero sus rostros distan bastante: una es bonita y la otra, nada atractiva. ¿A quién eligen los niños? A la primera, sin dudarlo.

El sicólogo evolucionista Satoshi Kanasawa, de la London School of Economics, ha estudiado por años la relación entre la belleza y la inteligencia y va más allá. Para él, el mito de que las rubias son tontas es sólo eso, un mito. Con el ejemplo de los niños busca demostrar que la inclinación hacia la belleza se da desde la  infancia y no por azar. "La gente cree que los atractivos son más inteligentes, porque eso es un hecho".

Una de las grandes pruebas de Kanasawa es un análisis que recientemente dio a conocer. Luego de publicar una investigación en 2004, esta vez Kanasawa recurrió a un estudio que realizó la U. de Carolina del Norte, EE.UU. En base a una encuesta de salud hecha en 2001 a 15.197 personas, de 22 años en promedio, se relacionaron dos variables: la medición del coeficiente intelectual (CI) y la valora-ción objetiva de qué tan atractivos eran. La diferencia entre las mujeres menos atractivas y más atractivas era de casi 5,8 puntos de CI y entre los hombres, la brecha llegó a 7,7 puntos.

SIMETRÍA Y GENES
La investigación estadounidense no comprueba causa y efecto: no porque alguien tenga facciones más simétricas será inteligente ni viceversa. Pero hay una relación que no puede desconocerse. Angel Spotorno, investigador del programa de genética humana de la Facultad de Medicina de la U. de Chile, dice que es necesario contar con más estudios para llegar a una causa clara. Sin embargo, comenta que las personas cuyas caras son simétricas tienen mayor diversidad de genes.

Esto, que se conoce como heterocigocidad, tiene que ver con mayor capacidad del organismo de enfrentar enfermedades, una mejor salud e incluso mejores capacidades cognitivas. Dice Spotorno que, en general, este grado de simetría es un buen indicador de cómo ha sido la vida de la persona y de su constitución genética.

Para Kanasawa, esta tesis es la que más se acerca. El especialista señala que los mejores genes se expresarían en belleza y en inteligencia al mismo tiempo.

Por otra parte, Kanasawa sugiere que si esta teoría fuera cierta, lo más probable es que se perpetuaría: los bellos eligen a los bellos, generalmente, para tener hijos y, por lo tanto, los genes de la inteligencia también se transmitirían.

EL EFECTO DEL AMBIENTE
Si un niño es agraciado, es muy probable que tenga más amigos, sea más considerado por sus pares y, si levanta la mano en la clase, que la profesora lo elija a él para opinar en clases. Y los mensajes que el entorno entrega a alguien que consideran atractivo repercutirán en su seguridad, autoestima y habilidad.

A eso apunta Claudia Sanhueza, doctora en Economía de la Universidad de Cambridge y académica de la Facultad de Economía y Negocios de Universidad Alberto Hurtado, cuando cita investigaciones en estudiantes secundarios que comprobaron que la belleza se correlaciona con el desempeño educacional. Los estudiantes que eran calificados como más atractivos físicamente eran, además, los que tenían mayor capital social, es decir, mayor facilidad para ingresar a un grupo y tener amigos. No es todo: "Los niños más bellos tienen más capital social, ya que son tratados de forma distinta y reciben más atención", agrega Sanhueza, y este mecanismo implica que la persona se sienta más segura, tenga mayor autoestima y mayor habilidad, lo que influirá en un mejor desempeño.

Hay más. Ronald Betancourt, sicólogo evolucionista de la Facultad de Ciencias Sociales de la U. de Chile, complementa que el entorno tiende a dar más atención a las personas más bellas y ese es un factor estimulante en la inteligencia. "Pero el respaldo empírico no implica que esto esté resuelto. Hay que tener cuidado con generalizar, ya que belleza o inteligencia no aseguran el éxito".

CASOS EXTREMOS
Cuando las personas son muy bellas y suelen ser siempre el centro de atención, también puede repercutir en problemas emocionales, incluso depresión. Betancourt explica que las personas normalmente sienten que controlan su entorno y eso permite adquirir seguridad y resiliencia. "En cambio, en las personas que son muy bellas y que no tienen que esforzarse por atraer la atención de los demás, ese entorno ya no está en sus manos. Eso no les permite generar herramientas cuando tienen que actuar y no generan habilidades". Por ello, al enfrentarse a espacios en los que la belleza no es lo único, como lo académico, pueden frustrarse porque no tienen las destrezas para salir adelante.

LAS VARIABLES QUE INFLUYEN
Aunque no están claras las razones de la relación que hay entre belleza e inteligencia, las respuestas apuntan a dos factores:

Ambiente: Las investigaciones hablan de que la belleza hace que niños y adolescentes cuenten con más atención de sus pares. La seguridad que esto les brinda, les da mayor habilidad cognitiva. Además, reciben más estímulos desde pequeños.

Genética: Se ha comprobado que las personas que tienen facciones más simétricas tienen también una mayor variedad de genes. Esta característica, conocida como heterogocidad, implica que la persona presente mejor salud e incluso, más capacidades cognitivas.