Iquique está revolucionado. Casi loco. En el norte, la ilusión por conquistar el primer titulo en Primera División crece. Todo el mundo viste alguna prenda relacionada con el equipo. En las tiendas, la camiseta oficial se agota. También las piezas más accesorias. Lo mismo pasa con las entradas para el partido frente a Antofagasta, que se jugará en el estadio Calvo y Bascuñán. Las mil doscientas para la barra se terminaron rápidamente. Otros dos mil asientos, en otros sectores del recinto, también serán ocupados por fanáticos que llegarán en caravana, sin importar las cinco horas de viaje. Incluso sobre el pitazo inicial.
El plantel trata de mantener la cordura. Los Dragones Celestes constituyen un grupo sólido, sin grietas. Las voces de los más experimentados, Rodrigo Naranjo, Manuel Villalobos y Mathías Riquero, son escuchadas respetuosamente por sus compañeros. Más aún en estas instancias del torneo. No es casual. Los dos primeros son los capitanes. El tercero es Misael Dávila.
Villagol, por ejemplo, es descrito como el más enojón del grupo. "Si no le das un pase bueno, reclama, pero después se le pasa. Debe ser porque está viejito", revela, entre risas, uno de sus compañeros. Naranjo, en cambio, es el que más aconseja a su tropa. Y Riquero el que busca los equilbrios.
Eso sí, la relación es horizontal. "Confiamos mucho en el otro, remamos todo para el mismo lado. Obviamente, los más grandes aconsejan e influyen en todos, pero nadie se impone. Estamos motivándonos siempre. Como equipo, estamos muy unidos convencidos de que nos quedan tres finales", explica el arquero Brayan Cortés, quien cuida el arco ante la ausencia de Naranjo.
Riquero valora la mezcla entre jóvenes y experimentados."Hay un equilibrio entre gente grande y juventud, de gente que quiere aprender y que son respetuosos. Lo más importante, en todo caso, es lo futbolístico. Para mí, ha sido fundamental el respeto a una idea. Mantuvimos la base del torneo pasado, en el que conseguimos conservar la categoría. Llegaron un par de compañeros, que han sido grandes aportes. Y salimos a buscar los partidos en todas partes, independientemente de que nos resulte o no. Los rivales pueden dañarnos, pero nosotros también. Esa convicción explica el actual momento", dice el volante argentino.
La confianza en la propuesta de Jaime Vera es ciega. En el plantel atrae. "Cumple un rol clave. Nos lleva donde estamos. Plantea muy bien los partidos. Todos se dan cuenta de eso. El semestre pasado no definíamos los partidos. Jugábamos bien, pero nos faltaba gol. Ahora marcamos en los momentos clave. Es un técnico con el que se puede hablar. Si necesitamos algo o queremos hacer algo, es abierto a escucharnos. No impone decisiones. Todos sabemos a lo que vamos a jugar el fin de semana. Y también cómo lo hará el rival", destaca el zurdo Dávila, quien lleva la jineta ante la ausencia de Naranjo.
La base del método está en el análisis de los adversarios y para ese propósito se ocupa un elemento importante: la tecnología. El plantel iquiqueño se comunica a través de dos grupos de WhatsApp. Uno, el formal, lo administra el preparador físico Patricio Ulloa. Ahí se comparten los horario de los entrenamientos e información estrictamente profesional. En el alternativo, que modera Naranjo, abundan las bromas e, incluso, alguna fotografía prohibida, que no puede circular en el oficial. "Estamos conectados siempre. Y si alguien necesita algo, lo comunica y lo ayudamos. Eso se grafica en la cancha, donde pasa lo mismo.", explica Riquero.
También hay espacio para la espiritualidad, aunque a nivel individual, pues en el plantel no hay cábalas ni promesas. Dávila, por ejemplo, revela que cada cierto tiempo acude al santuario de la virgen de La Tirana. "Algo hay con la Chinita", dice. en relación a un manda si levantan la copa.