Los partidarios y detractores del Tratado de Lisboa en Irlanda finalizan hoy la campaña del referéndum de este viernes, en el que algo más de tres millones de votantes deciden sobre la ratificación de un texto clave para la reforma de la Unión Europea (UE).
Después de rechazarlo mayoritariamente en la consulta popular de junio de 2008, el electorado irlandés vuelve a pronunciarse sobre un asunto que afecta a más de 500 millones de europeos.
En contraste con las encuestas previas al anterior plebiscito, que registraban un empate técnico entre ambos bandos, los sondeos otorgan ahora una victoria mayoritaria para la campaña del "sí", encabezada por el Gobierno y todos los partidos con representación parlamentaria, excepto el Sinn Fein.
Los centros electorales de la República, distribuidos en 43 circunscripciones, abrirán sus puertas a las 07.00 hora local (02.00 horas de Chile) y permanecerán a abiertos hasta las 22.00 horas (17.00 horas de Chile).
El recuento de votos comenzará el sábado a las 09.00 horas (04.00 horas de Chile) y, aunque durante la jornada se irán conociendo resultados de algunos distritos electorales, lo que siempre es una buena indicación sobre el signo final, los resultados oficiales no se anunciarán hasta media tarde en el Castillo de Dublín.
Durante la jornada de hoy, marcada por el tradicional apagón informativo en los medios de comunicación, ambos bandos continuaron haciendo campaña en las calles del país cara a la decisiva cita del viernes para hacerse sobre todo con el voto de los indecisos.
Según las últimas encuestas, el número de indecisos es ahora menor que en el anterior referéndum, cuando la mayoría de los que respondieron "no sabe, no contesta" en los sondeos decidieron al final respaldar a los opositores del texto.
Por contra, el porcentaje de apoyo oscila en esta ocasión entre el 48 y el 68 por ciento, mientras que el de los detractores se sitúa entre el 17 y 33 por ciento.
En uno de sus últimos mensajes, el primer ministro irlandés, Brian Cowen, aseguró que no se celebrará un tercer referéndum para ratificar el Tratado si el electorado lo rechaza de nuevo, por lo que pidió una participación masiva en la votación.
En su opinión, un resultado negativo sumiría a la UE en la "incertidumbre" y podría dar lugar a la creación de una Europa de "dos velocidades", con Irlanda situada en el carril lento.
En el bando opuesto, una heterogénea coalición de grupos izquierdistas, pacifistas, neoliberales y ultracatólicos continuó alertando hoy de los riesgos que entraña para el país y para los ciudadanos de la UE la ratificación del Tratado.
En el ámbito doméstico, advirtieron, Irlanda perdería su independencia fiscal, su neutralidad y su soberanía sobre asuntos como la ley del aborto, la eutanasia o el divorcio.
Para el Sinn Fein, el brazo político del ya inactivo IRA, el Tratado sienta las bases para que la UE cumpla con el supuesto objetivo de crear una superpotencia económica y militar, en detrimento de las políticas sociales y los derechos de los trabajadores.
Su presidente, Gerry Adams, sostiene que la ratificación del texto tendrá consecuencias desastrosas para la isla, cuyo futuro, dice, estará en manos de una elite política en Bruselas.
El presunto déficit democrático de la UE también fue denunciado por el grupo Libertas del controvertido empresario irlandés Declan Ganley, uno de los artífices de la victoria del "no" en el anterior referéndum.
Ganley insiste en que las preocupaciones que llevaron al electorado a rechazar el documento no han sido abordadas por la UE, a pesar de que se han dado una serie de garantía legales, en forma de protocolos, para que Irlanda pueda mantener, por ejemplo, su comisario europeo y sus políticas fiscales.