A veces, un artista pisa el escenario de la Quinta Vergara y el show pasa a la leyenda inmediata. Ya sea Juan Gabriel en su debut de 1996, o en la primera visita de Marco Antonio Solís en 2005, la emoción de ver materializarse a los ídolos de la radio, esos que cantan con el corazón, esos que sufren, en el escenario del Festival de Viña, desborda las graderías y la pantalla. Anoche Isabel Pantoja, la diva, la cantante recién salida de la cárcel, la viuda del torero, la mujer de glorias por décadas en España, se plantó en la Quinta Vergara y dio una clase de voz y presencia, opacando casi a los 90 músicos que la acompañaban, a punta de puro carisma. La audiencia en Viña le gritó "¡ídola" ! y pidió Gaviota desde el primer minuto, mientras que en las casas, el rating en los primeros minutos se encumbraba por los 40 puntos.
Pantoja, quien por primera vez pisa escenarios fuera de España tras salir de la cárcel a principios de 2016 por blanqueo de capitales, se tomó en serio lo de mostrarle al mundo que a los 60 años, y a pesar de tragedias y escándalos, sigue siendo la reina de la copla. El show fue antecedido por un minuto de silencio pedido por los animadores, Rafael Araneda y Carolina de Moras, en nombre de Juan Gabriel, el divo de Juárez que fue compañero de Pantoja por décadas, y quien compuso su último disco, Hasta que se apague el sol. "Es como él me quería, como yo lo quería a él", describió Pantoja sobre la canción que le da título al disco.
El tributo al fallecido ídolo mexicano marcó toda la presentación de Pantoja, una reina del dramatismo. Y una diva con todas sus letras. Aunque dijo ser "una mujer de poco hablar", la verdad es que dijo mucho. "Gracias infinitas de darme la oportunidad de pisar la Quinta Vergara por primera vez", agradeció a una audiencia, compuesta en su mayoría de mujeres adultas, que clamaba por cada una de sus intervenciones. "Hoy puedo cantar, que es lo único, hasta que Dios me lo quite, voy a seguir haciendo".
Pantoja coqueteó con Maluma, le dijo a Lali Espósito que veía su teleserie, retó a los jurados de la primera fila que hablaban durante su presentación, saludó a sus hijos presentes en el público y, por supuesto, cantó. Hazme tuya una vez más, Buenos días tristeza, Pasó tu tiempo, Qué voy a hacer contigo, Ven a mí otra vez y más himnos fueron entonados por el vozarrón de la española, acompañada de la orquesta más numerosa que se haya presentado en la Quinta Vergara. Lo de Isabel Pantoja recordó que el Festival de Viña, reggaetón más o cantantes románticos menos, le pertenece a los ídolos latinos.
Cuando llegó, cómo no, la Gaviota de Plata, Pantoja lloró, besó a Araneda, dijo que no se lo esperaba y siguió montando un show de antología. Cuando vino la de oro, la misma sorpresa extasiada. Después de más canciones, apareció la caja y guitarra española, y la Pantoja se entregó al flamenco. Más adelante, en otra sección del show sonó El Moreno y parecía que toda la Quinta bailaba. Siguieron las invocaciones a Juan Gabriel por cerca de dos horas de show; ante cada amenaza de partir, el monstruo se negaba. Vino su primer hit, de 1985, escrito para ella por su amigo mexicano, Así fue, su mayor éxito en Chile. El rating se fue a las nubes, con un peak de 46 puntos, lo más alto hasta ahora en el certamen. El karaoke era total.
No hubo nada más que hacer: los animadores salieron al escenario y entregaron la Gaviota de Platino. El premio mayor, que sólo ha sido entregado antes a Luis Miguel en 2012, en reconocimiento a 30 años de carrera. El premio era para Juan Gabriel y para ella. Emocionada, Pantoja terminó con Se me enamora el alma.
Tras su presentación hubo un éxodo desde la Quinta, que se preparaba para recibir al único humorista extranjero, Carlos "Mono" Sánchez, de Colombia.
Al cierre de esta edición, se esperaban las competencias y la presentación de Río Roma.